sábado, 31 de marzo de 2007

CORRIENDO CON AMIGOS



En la foto adjunta debería de haber un tercero. Con el segundo , - el de la foto- que es Paco, ya contaba para correr hoy, acuciado como estaba con el mono de no poder salir a trotar por nuestra espléndida Vega, debido a sus obligaciones profesionales. Pero, como digo, la sorpresa vino con el tercero en discordia: Emilio.
Cuando ayer noche -mientras tomábamos unas cervezas, como es muy habitual, cerca de su empresa, tras terminar mis 17 kilómetros con introducción de fartlek por la Vega de Pinos Puente -, le comentaba que había quedado con Paco para correr el sábado a las 11 de la mañana, y sabiendo yo positivamente que no tenía partido por la tarde sino el domingo por la mañana, y que por tanto, sería una magnífica oportunidad para salir a correr "algo más de lo que haces habitualmente las pocas veces que corres", me dijo: "no sería mala idea", si bien pronto comenzó a pergeñar asuntos cotidianos que se le interponían a esa hora, con argumentos mezclados sobre que vais a hacer muchos kilómetros, iréis muy rápido, etc., etc.; pero rápida y habilmente le interferí sus argumentos haciéndole ver que venía de hacer 17 kilómetros de calidad y que, por tanto, mis piernas no estarían para mucho tras apenas medio día de descanso. En fín, que ahí se quedó el argumentario, si bien para mi sorpresa esta mañana sonaba mi teléfono a las 10,30: "voy a ir. Me recoges en mi casa, en Pinos". Excelente noticia, por tanto.
Trás recoger a Paco, éste habilmente también le confirmó a Emilio que había medido el recorrido con la moto, que si tal y cuál, que no serían más de 11 kilómetros. Al final han sido 12 placenteros kilómetros a ritmo muy tranquilo - no menos de seis minutos el kilómetro-, disfrutando enormemente de nuestra Vega y cuidadosos Paco y yo de que nuestro amigo no se arrepentiera de por vida de esta mñana de sábado (si bien les pedí permiso para hacer un cambio de ritmo el último kilómetro). Los resultados han sido excelentes y considero que esta magna empresa que me propongo para ambos consistente en que algún día, corran una media maratón en algún sitio de España que eligamos, se convierta en una realidad. Al menos ya hemos dado el primer paso, ya que Paco si no decae en su ritmo de entrenamiento -ahora ha decaído un poco-, y conociendo como conoce lo que es hacer 15 kilómetros en competición - en Almuñecar-, pronto dará el paso de hacer una media maratón. Por su parte Emilio necesita más entrenamiento y dedicación, si bien atesora lo que a otros corredores nos ha costado mucho conseguir: un peso excelente y una morfología fibrosa y fina, además de muchos años de deporte en sus piernas y una vida sana si hacemos abstracción de esos siempre "incómodos" compromisos sociales que se eternizan hasta el amanecer. Su debút ya lo hemos fijado: será a lo grande, en su pueblo de residencia: Santa Fé, y será la última prueba del Circuito, en el mes de noviembre.

ALGUNAS NOTAS SOBRE MI FARTLEK DE AYER VIERNES

Ayer viernes tenía programado un fartlek de 15 kilómetros, si bien añadí un par de ellos más de descarga que no me sentaron nada bien y ahora explicaré por qué.
El trote inicial de calentamiento consistió en 20 minutos a un ritmo alegre de 4,30 el minuto aproximadamente. A partir de ahí inicié el primer cambio de ritmo de aproximadamente 800 metros si bien evolucioné a un ritmo quizá demasaido alto, en torno al 95% del umbral anaeróbico, algo que corregí un poco en los siguientes cambios. Posteriormente continúe a un trote lento de dos o tres minutos para ir incrementando la velocidad de crucero, en torno al ritmo habitual de unos cuatro minutos y treinta y cinco o cuarenta segundos. Tras diez minutos procede otro cambio de ritmo de un kilómetro aproximadamente, hecho en torno a 4,15 el kilómetro, un ritmo un tanto fuerte, pero asumible en todo momento. Los posteriores cambios, hasta un total de cinco, evolucionaron en la misma línea del segundo.
Concluidos los 15 kilómetros decidí descargar un par de kilómetros a ritmo muy tranquilo de 5 minutos y veinte o veinticinco segundos, pero noté que las piernas se me quedaban como engarrotadas con alguna molestía, algo que atribuí a la diferencia de trote en poco intervalo (cuando las piernas memorizan un ritmo, bajarlo tiene sus consecuencias). Así que los últimos quinientos metros elevé el ritmo a 4 minutos y 50 segundos, aproximadamente, eliminándose ese engarrotamiento y esas molestías, si bien el soleo izquierdo lo notaba algo cansado y con algunas molestias.
Finalmente, ejecuté unos ejercicios de estiramiento para elongar los músculos, muy necesarios para los doce kilómetros ejecutados esta mañana.
Mañana por la tarde acumularé el resto de kilómetros que lleven al total de los 60 que me había propuesto ejecutar esta semana, si bien hechos de una forma irregular u no muy aconsejable toda vez que el 85% de éstos los haré en tan sólo tres días.


viernes, 30 de marzo de 2007

PARTICULAR SEMANA DE PASIÓN



Tras unos días de enfriamiento he tenido ocasión de hablar con varios corredores acerca de la Media Maratón “Ciudad de Baza”. Asimismo, he hablado con otros corredores que hicieron la Media Maratón de Málaga. Contrastando opiniones de unos y otros he sacado mis propias conclusiones sobre el devastador efecto que produce el solapamiento de dos carreras cercanas geográficamente –no olvidemos que los corredores nos desplazamos sin pereza si de lo que se trata es de dar rienda suelta a nuestra afición- y tan antagónicas tanto en recorrido como en presupuesto.
Baza es mas dura que Málaga, debido a su irregularidad en el terreno, con importantes subidas y el trazado extra urbano. Unido a eso, adolece de cometer siempre los mismos errores, siendo uno de los más importantes la incomprensible presencia de vehículos en el trazado urbano, -que no supone en total más de tres kilómetros (como bien decía el corresponsal de Ideal en Baza, si se cortan las calles para Semana Santa por qué no se hace para esta carrera que, además, es una vez a año). Otro gran problema de la Media Maratón de Baza es la escasa participación, que en opinión de algunos corredores es un obstáculo porque siempre hay miedo escénico de llegar rezagado. Pero si os doy mi más sincera opinión eso para un popular no debería ser ningún obstáculo. Asimismo, existen otros pequeños ajustes que hay que hacer en esta carrera, tales como la presencia de fruta –principalmente plátano por aquello del necesario potasio perdido por el desgaste de la carrera- en la zona de llegada. Finalmente diría que si yo fuera el responsable de esta carrera, intentaría que no coincidiera con la de Málaga, igual que cuando era responsable municipal intentaba que no coincidieran los eventos importantes de mi municipio con los eventos importantes similares de municipios limítrofes. En fin, ha sido una carrera que ha dado bastante que hablar.


UNA SEMANA DE PASIÓN

Quienes no participamos de la Semana Santa pero corremos, ya tenemos preparada nuestra particular semana de pasión, consistente en amplios entrenamientos y grandes tiradas. Toda esta semana que ya casi acaba, para este corredor ha sido cicatera en lo que se refiere a correr debido a múltiples asuntos personales y profesionales que atender. Excepto el martes que corrí nueve kilómetros por el sinuoso terreno de Caparacena, acompañado al final por dos rectas, los demás días han estado al margen de correr. Pero no hay más remedio que cerrar la semana con un mínimo de 60 kilómetros, cuestión complicado toda vez que tan sólo hay hechos nueve, luego ¿cómo voy a solucionarlo? Hoy viernes, a las 6 de la tarde haré los primeros 15 por la Vega de Pinos Puente de esos 51 que restan y que he de repartir en los tres días del fin de semana. Es más, será hoy cuando haga un fartlek toda vez que estoy bastante descansado desde la salida del martes –que por cierto, encontraba las piernas bastantes cansadas por la dureza del recorrido de Baza-. A las pocas horas, es decir, mañana sábado a las 11 de la mañana probablemente quede con Paco – el de la foto corriendo por la Vega – para hacer unos doce o trece suaves, también por la Vega. Por tanto, ya habré ejecutado algo más del cincuenta por ciento, dejando para el domingo – por la mañana o por la tarde – la tirada larga que intentaré no sea de menos de dos horas y media. Finalmente es probable que sean, en total, más de 60 kilómetros. Si lo consigo daré por bien empleado esta semana que ha comenzando pacata en cuanto al volumen kilométrico.
La semana próxima, verdadera semana de pasión, habrá que aprovecharla al máximo, en la que las estaciones de penitencia no serán otra cosa que la culminación de entrenamientos diversos. De hecho, será a partir de esta semana cuando habrá que ir bajando el volumen kilométrico para entrar en la fase de mantenimiento muscular, aeróbico y anaeróbico.

domingo, 25 de marzo de 2007

XXXI MEDIO MARATÓN "CIUDAD DE BAZA" (25/3/2007)



La cuna de esta dama íbera de aproximadamente el Siglo IV a.d. C que ilustra este post ha acogido hoy la XXXI edición del Medio Maratón “Ciudad de Baza”, acogedora ciudad del altiplano granadino, a mitad de camino entre Granada y el Levante español.
De esta prueba sabía por el año pasado que contaba con dos partes completamente diferenciadas. Una hasta el kilómetro catorce, aproximadamente, si no llana sí más asequible, y otra parte desde el kilómetro 14 en adelante donde se recrudece el recorrido de manera palpable. Con esas “dos carreras” había que contar.
No sabía cómo resultaría el haber hecho diez kilómetros, apenas catorce horas antes de la prueba. Es algo que habría que anotar para próximas carreras, tanto si la respuesta es positiva como sino lo es. Finalmente, ese hecho no ha sido un handicap que influyera de manera decisiva.
Tal vez la coincidencia con el Medio Maratón de Málaga, y probablemente el cambio de hora han podido herir de gravedad la participación en esta carrera. Calculo que no habría más de 250 corredores y corredoras, cantidad muy diezmada para una prueba de esta envergadura. Probablemente también influya la dureza del recorrido, que obtiene también una variante psicológica al ser su trayecto externo a la ciudad. Asimismo, en mi opinión, la falta de ilusión de sus organizadores en lo referente a una prueba de estas características, con escandalosa ausencia de alguna fruta en la llegada –particularmente plátano-, la total ausencia de trozos de naranja y esponja en el recorrido, la irregular señalización, la mezcla de tráfico en el recorrido e incluso en la ciudad, hace que esta prueba en vez de crecer decrezca, pudiéndose poner en peligro si no evita la coincidencia con pruebas mejor organizadas y más atractivas, o bien no existe un mejor esmero en su organización.
Salí rápido, ayudado por la falta de apelotonamiento en la salida y auspiciado por unos primeros kilómetros mucho más favorables para el corredor, hasta el punto de llegar a plantearme bajar mi tiempo en esta prueba hecho en el Medio Maratón de Almería. De hecho, el paso por el kilómetro 10 el cronómetro marcaba 42 minutos, es decir, poco más de cuatro minutos el kilómetro, en esos diez iniciales. Pero, está claro que esta carrera te pone pronto en tu sitio y comienza a mostrarte su verdadera faz a partir del kilómetro 14. Entre éste y el 15 existe un duro repecho que destroza las piernas y los pulmones, además – a pesar de que no ha hecho calor- el sol te observa de cerca y además hay que contar con el factor psicológico de vislumbrar las amplias carreteras por las que hay que pasar. Son los elementos más directos para poder llevarte a una pájara histórica, pero me encontraba fuerte. Pero a pesar de esa fortaleza unos metros antes del 15 cogí un botellín de agua en el avituallamiento y decidí evadirme entre este kilómetro y el 16. En ese punto kilómetro, mentalmente, me salí de la carrera y opté por vegetar mientras daba pequeños sorbos al botellín de agua. Pero pronto decidí que no quería más vacaciones, así que en el 17, aprovechando que entre éste y el 18 no existía demasiada inclinación, opté por ponerme de nuevo el traje de faena olvidando todo conato de debilidad.
Entre el kilómetro 18 y el 20, tal y como ya nos indicó la “computadora humana” que es Alberto Soria, iba a asomar de nuevo la dureza y por tanto el sufrimiento. Además, el viento del norte nos daba de cara y exigía más fuerza de remonte en las piernas. Un corredor viene tras de mi como si acabara de subir al Himalaya a tenor de su dificultad de respiración –en los vestuarios me comentó que tiene esa forma de respirar, pero que sus pulsaciones no suelen elevarse más de 155 por minuto-; así que cuando pasa a mi lado le interrogo: ¿no vas demasiado forzado?.Voy así desde que salí, me contesta. Se adelanta unos metros por delante de mí y por un momento pensé en seguir su rueda, pero finalmente opté por no seguirlo. No quería sufrir. Sabía que tenía una semana cargada de kilómetros y consideraba más importante correr esta carrera integrándola más en el entrenamiento que en hacerla excesivamente competitiva. Así que pegado a la izquierda de la carretera y con el aire en contra decido seguir mi ritmo. Es en ese momento cuando un Guardia Civil me comenta: “Es que hay que ir por la derecha”, situación casi mimética a la del año pasado. Pero este año no opto por callar. Hago caso de su indicación y cruzo a la derecha pero le lanzó: “Todos los años la misma película”. Se quedó respondiendo algo, pero supongo que no correría peligro mi libertad, que está el PP muy susceptible últimamente.
En los últimos kilómetros se había acumulado algo de público en la entrada a la ciudad y algunos espectadores amables animan con palmas y con frases reconfortantes del estilo: ánimo que queda muy poco. Se agradece, sobre todo cuando vas todo el trayecto sólo como ha sido el caso de este corredor hoy. No he sido capaz de unirme a grupo alguno ya que he pivotado entre grupos visibles pero no alcanzables, por delante y grupos mucho más lejanos por detrás que tampoco lograban darme alcance, si bien algunas unidades si llegaron hasta mi altura, algunos rebasando y otros quedándose. En ese aspecto ha sido una carrera rara, algo muy común, supongo, en pruebas de pocos participantes.
Le llegada a las calles céntricas de Baza es a través de una enorme cuesta que deja la respiración tocada. Es la culminación de esos dos kilómetros que van del 18 al 20. Justo en la señalización de este último comienza un callejeo serpenteante por la ciudad y arremeten coches por las estrechas calles, luego, pienso: ¿tan apremiante es la prisa de los conductores un domingo?; o bien: ¿tan insensibles son los organizadores municipales para no captar la idea que al menos un domingo al año el tráfico debería de estar totalmente restringido? Como hoy me encontraba locuaz y protestón así lo denuncio a una chica de protección civil que sabía positivamente no tenía responsabilidad alguna, si bien iba uniformada y alguna trascendencia tendría mi queja.
Finalmente, pasamos por una zona protegida de vallas, doblamos a la izquierda y llegamos a la meta, pero no sin sufrimiento, aunque, eso sí, con buenas sensaciones.
El resultado final no ha podido ser mejorado en cuanto a marca personal, pero lo doy por bueno si consideramos que no es una media maratón en la que se puedan destrozar marcas personales: 1 hora y 37 minutos, con algunos segundos, eso sí, once minutos menos que el año anterior.

En esta crónica he repetido varias veces el asunto de la organización, pero la carencia de ésta jamás se puede confundir con la labor de voluntarios, Guardia Civil, Policía Local, Protección Civil y Técnicos deportivos municipales, que en todo momento han sido generosos en su trabajo. Voy más allá: probablemente se trate de un asunto de presupuesto y, por tanto, - y algo de eso conozco- de poco empuje político para organizar esta prueba, que con algo de ilusión por parte de sus mentores podría convertirse en una prueba destacada del calendario andaluz.

Éramos pocos y, por tanto, vimos a bastante gente conocida: a Ángel Luís, con el que no tuve oportunidad de hablar mucho, a Manu al que doy gracias por su ánimo en los últimos metros, a Bernardo, a Eduardo, a Alberto Soria, que ya digo es una “computadora humana” en cuanto a cálculos de tiempos, promedios, porcentajes de subida y al que agradezco que al final confiara en mis 3 horas y media en el MAPOMA, “si bien no debes obsesionarte”, comentó; también vimos finalmente a Rafa Botella, con el que tuve oportunidad de hablar de política – por tanto, se supone que ya estábamos totalmente recuperados-, a Andrés Bellver, antiguo vecino de Bola de Oro. Saludar desde aquí también a Pilar y agradecerle su atenta lectura de esta bitácora.
Sin embargo, la coincidencia de la prueba de Málaga ha provocado la ausencia de ilustres como José, con el que acabo de charlar hace unos minutos por teléfono y que ha hecho una carrera repleta de buenas sensaciones en Málaga a pesar de que “he salido muy atrás”, con un tiempo inferior a la hora y veinte minutos; o la ausencia de Francis Tovar que ha completado otro éxito deportivo, quedándose subcampeón de España de Medio Maratón, en su categoría -¡vaya año, campeón! Probablemente otros que no vimos en Baza también estaban en tierras malacitanas. Por cierto, espero que a Paco de Jaén, que debutaba en la distancia, le haya salido la carrera que esperaba.
La bolsa del correr ha consistido en camiseta de manga larga roja, conmemorativa, zumo, agua, y yogurt. Como en otras carreras ha habido cerveza y refresco, peo ha brillado –repito- por su ausencia alguna fruta, muy necesaria después de correr 21 kilómetros. Tomen nota para otros años organizadores.

sábado, 24 de marzo de 2007

CAMBIO DE HORA

Probablemente haya sido un riesgo –ya me lo confirmarán o desmentirán mis amigos más expertos-, pero esta tarde –apenas unas horas antes de la cita de mañana en Baza- he optado por hacer 10 kilómetros “muy suaves”, me dije, por la Vega de Pinos Puente, pero en realidad descubrí que el cronómetro se detuvo en 47 minutos, luego, no han sido todo lo suaves que hubiera deseado, porque ocurre que la mente retiene unos ritmos y es difícil tanto ir más fuerte como más suave. No obstante, si han sido diez kilómetros de auténtico gozo, de esos días en los que disfrutar corriendo sin otras exigencias mayores. Fue tanta la dicha corriendo por el amplío pulmón que es la Vega, que hubo un momento en que decidí prescindir del IPOD, para escuchar en su lugar los inigualables sonidos de la naturaleza. Mañana comprobaremos si ha sido prudente o no lo ha sido correr esa distancia antes de los 21 de la media maratón de Baza, que no es precisamente llana ni fácil, pero sí puedo afirmar que esos 10 kilómetros de esta tarde no han cargado ni un ápice las piernas, el cansancio ha sido nulo y las sensaciones excelentes.

Pero no había reparado en el cambio de hora, y en verdad tampoco reparé sino que fue Paco el que me lo recordó cuando hable con él por teléfono y, posteriormente, Ángel Luís ha tenido el detalle de recordárnoslo a todos en un comentario. Por tanto, muy atentos a ese cambio, que consistirá en adelantar el reloj una hora más: a las dos de la madrugada habrá que situar las manecillas del reloj en las tres, pero más vale hacerlo antes de irnos a la cama.

Suerte a todos en Baza y suerte a todos en Málaga. Unos y otros tendremos oportunidad de contarnos aquí cómo nos ha ido.

viernes, 23 de marzo de 2007

EL SINDROME DEL CAMINO SOLITARIO


Esta tarde ha habido tiempo de correr pero no lo hice. No se trata de un ejercicio de psicoanálisis ni una declaración compuesta de dogma de fe, pero sí he considerado interesante escribir sobre este asunto para que podamos reflexionar sobre una cuestión que parece algo tabú en el mundo del corredor y que podría plantearse en forma de pregunta abierta: ¿Cómo reaccionamos cuando teniendo a favor todos los elementos para ir a correr, optamos por no hacerlo? Para el corredor ocasional esto no supone ningún problema ni existe un jirón en el ánimo, pero sí suele presentarse como algo insólito en corredores regulares.
No es un asunto que llevemos bien los corredores dedicados, conscientes que esta actividad exige una continuidad y una constancia que, en ocasiones, roza el estoicismo. Pero hemos de tener en cuenta que antes que nada somos corredores populares, no sometidos a una disciplina profesional o semiprofesional; de ahí que nos podamos permitir utilizar nuestro libre albedrío y optar por descansar con una voluntariedad total, a pesar de que –como ocurre en mi caso- tengamos grandes retos en fechas próximas y necesitemos hacer un buen volumen de kilómetros a la semana.
Quien lea este texto y no sea corredor podrá llegar a pensar- y no sin razón – que los corredores regulares corremos siempre que tenemos un minuto libre, pero no es así en absoluto. La línea de pensamiento de este post se refiere a la voluntariedad en el no correr cuando se tiene programado hacerlo o consideramos racionalmente que debemos de hacerlo tras varios días sin calzar zapata. Lógicamente – que no quepa duda- el tiempo en el que no tenemos programado correr es dedicado, como cualquier ciudadano, a los asuntos que cada cual considere oportunos, pero lógicamente sí tendremos la necesidad de llevar a cabo una programación mínima similar a la programación que realiza el estudiante, el escritor o cualquier otra actividad que exija una continuidad. Por tanto ¿puede el estudiante o ese mismo escritor o – tal vez – el miembro de un grupo de teatro aficionado, decidir saltarse algún día su actividad? Soy de la opinión que no sólo puede, sino que, en ocasiones, debe hacerlo porque es de esa manera como podrá saborear en su plenitud la tarea que lleva a cabo.
El entrenamiento que hoy me he saltado sospecho que tiene un componente psicológico: toda la semana he tenido en mente que me sería imposible entrenar miércoles, jueves y viernes. Es algo que ha estado presente continuamente y que asumí rápido. No obstante, hoy viernes la salida de Úbeda fue más rápida de lo previsto y la tarde cada vez es más larga. Así que sin apenas preverlo estaba en Granada y con el almuerzo hecho a una hora prudente para poder salir a correr, todo lo más tarde a las seis, cuando todavía queda hora y media de luz natural. Es más, mientras conducía por la A-44 me decía que iría a la Vega de Pinos Puente y compensaría lo no hecho con una tirada cercana a los 20 kilómetros. En la teoría todo estaba perfectamente previsto, pero hay que contar con el hecho empírico de que somos seres multidimensionales y a la hora real de correr hay que contar con varios factores, siendo uno de ellos el psicológico y otro el cansancio de varios días fuera del hogar. En el psicológico, como he comentado, ha tenido bastante peso la no inclusión del viernes como día de entrenamiento; en el aspecto relacionado con el cansancio, todo resulta imprevisible.
Seguro que a muchos de vosotros y vosotras os ha ocurrido algo similar en alguna ocasión, así que –insisto- no me parece negativo decidir descansar, de manera voluntaria y libre, a pesar de tener la opción de hacerlo, bien por tenerlo programado o bien porque vamos cortos de kilómetros. Curiosamente, cuando tomé la decisión de no correr me encontré mucho menos azorado que cuando comenzaba a levitar por la mente la idea de que tenía que salir pero no encontraba el momento. Y para mi propia sorpresa he decidido denominar a esta cuestión "el sindrome del camino solitario" e ilustrarla con la atenta fotografía del Camino de la Fuente de la Bicha, que tuvo a bien mandarme hace tiempo Wolf, un amigo corredor francés que se encontraba por estas tierras y que suele seguir este blog allá por donde viaja.
Sería interesante que nos contarais alguna experiencia sobre este asunto, que seguramente las tenéis en abundancia como concienzudos corredores y corredoras.

miércoles, 21 de marzo de 2007

DIAS CON HUELLA

Me comentaba Juan Martín esta mañana que el creía que estaba en condiciones de hacer tres horas y media, aproximadamente, en el Maratón de Madrid y su opinión cuenta porque algunos maratones llevan hechos sus piernas, aunque parece que este año no correrá en Madrid, por lo que deduzco. Sinceramente no sé si estaré ya en condiciones de correr 42 kilómetros porque es algo que jamás he hecho ni, como aseguran los expertos, es algo que se deba de hacer en los entrenamientos, todo lo más 30 kilómetros, distancia a la que está abonado nuestro amigo Paco Montoro de Málaga, que correrá el medio maratón de su ciudad y, por supuesto, otro nuevo MAPOMA.

También asistirán a la ciudad de la Costa del Sol José y Francis Tovar que intentará sumar otro Campeonato de España más a su ya dilatada trayectoria.

Como decía, dudo de mi capacidad en los 42 kilómetros – lo veremos en un mes-, pero sí estoy satisfecho del rendimiento en los entrenamientos e incremento de kilómetros, incluso, en las salidas que no impliquen tirada larga semanal. De hecho, el entrenamiento de hoy ha constado de 18 kilómetros, algo bastante inusual en un entrenamiento intermedio de entre semana, en los cuales no suelo hacer más de catorce, pero el miedo escénico ante la inminencia de MAPOMA arrecia y ya cada día cuenta. Por ejemplo, este pasado lunes opté por no salir después de la larga tirada del domingo, a pesar de que no encontraba las piernas cansadas y esa decisión me pesó a lo largo de toda la tarde. No llegaría a afirmar que esa ausencia de entrenamiento me frustrara ya que no sería en absoluto positivo crear esa dependencia, pero sí me condicionó. Sin embargo, los 18 kilómetros de hoy, hechos con abundante frío y un martirizante viento han sido del todo satisfactorios por el resultado obtenido y las buenas sensaciones alcanzadas. Hice abstracción de la meteorología y me enfundé convenientemente en la malla larga y sudadera técnica Mizuno, y muy protegido tanto en manos como en cuello con la confortable bufanda ofrecida en el medio maratón de Almería fui devorando los kilómetros que separan Granada de Atarfe, por el camino de la Vega cercano a la Carretera de Córdoba a un ritmo muy vivo y con la sensación de facilidad en cada pisada. Lo demás lo hizo la música. El resultado global se compuso de un entrenamiento progresivo, particularmente a partir del quinto kilómetro y una sensación de ir devorando los kilómetros sin apenas esfuerzo a pesar del fuerte viento y cuando la tarde recogía ya a sus últimas criaturas. En realidad no era una tarde de paseo, pero sí probablemente de entrenamiento. Tras la tirada, una amplia sesión de estiramiento y unos pocos abdominales tonificantes. Por tanto, no sé que ocurrirá en los próximos días; tampoco sé cómo me encontraré en el medio maratón de Baza, pero he de confirmar que hasta ahora las sensaciones están siendo excelentes, si bien un asunto formativo-profesional me mantendrá tres días en Ubeda y será imposible correr hasta el próximo sábado, día en el que procederá correr no más de siete u ocho kilómetros. Por tanto, la tirada, si no larga, sí al menos intensa- de esta semana vendrá determinada por la carrera de Baza.

En otro orden de cosas, muy estimulante y emotivo ha sido el comentario a un post antiguo en el que relataba que estaba en dique seco por la operación sufrida de varices del pasado año y que hoy me encontré en mi correo electrónico escrito por un chaval de doce años de Cebreros (Avila), corredor él también. Lo reproduzco tal y cómo lo ha escrito Iñaki – que ese es su nombre- porque no tiene desperdicio:

               “Pronto te recuperaras y podrás seguir adelante. yo kiero ser un buen 
atleta y kedo 1º en todas tengo solo 12 años para 13 y te dedico mi ulima carrera
ke kede 1º con media vuelta de diferencia. cuidate muxo y trankilo.”
cebreros (avila).
 
        ¿ No os parece impresionante e infinitamente solidario para un chaval de 12 años ? 

domingo, 18 de marzo de 2007

HIPOGLUCEMIA



“Cuida la alimentación”, es la frase que resonaba estaba mañana tras la tirada de 24 kilómetros, pronunciada por el excelente corredor Francis Tovar. Ese consejo pronunciado por corredores experimentados jamás se debe de tomar a broma, así como el hábito de estirar o de descansar adecuadamente.
Los corredores por muy concienzudos que seamos en nuestra evolución, a veces, cometemos errores de calibre. Suelo clasificarme como un corredor que no opta tan sólo por correr, sino que suele documentarse – como los más viejos del lugar sabéis- acerca de múltiples aspectos relacionados con el corredor, tanto a nivel de alimentación, ejercicios complementarios, entrenamiento e incluso medicina deportiva hasta que punto de adquirir el Manual de Lesiones del Corredor del Dr. Hernán Silván. A medida que he ido profundizando en este mundo me he ido preocupando de la documentación necesaria, si bien no siempre soy consecuente con lo que leo o me aconsejan.
Hace ya tiempo tuve un síntoma agudo de hipoglucemia después de hacer una de las primeras tiradas que, por aquel entonces, no eran más de 15 kilómetros. La falta de alimentación consistente en hidratos y glucosa hizo que al llegar a casa cometiera la barbaridad de tomar cerveza fresca inmediatamente acelerando la incipiente falta de glucosa en sangre- hipoglucemia- que comenzaba a mostrarse. En aquel momento no sabía qué me pasaba pero tras documentarme comprendí que había que alimentarse mejor y no con cualquier alimento cuando se trata de correr largas distancias.
Y hoy he cometido un error similar, si bien la acción-respuesta ha sido mucho más “profesional” porque de inmediato identifique la causa del malestar.
Resulta que ayer fue un día un tanto anárquico, muy ausente de comida sensata y totalmente ausente de ingesta de hidrato de carbono. Y hoy tocaba una larga tirada, que no ha resultado ser dura ni tampoco de un exceso kilométrico escalofriante, en compañía del amigo y paisano Mario (Resonao). La tirada ha consistido en 24 kilómetros llanos desde Granada, siguiendo el curso del río Beiro primero para conectar con el del río Genil, al cual hemos abandonado en las frescas y frondosas alamedas de Santa Fé, camino del cruce con Atarfe en la N-423 a no más de seis kilómetros de Pinos Puente. Posteriormente hemos conectado con la entrada a la Vega por la población de Atarfe, hasta conectar de nuevo con Granada, por la parte más oeste de la ciudad.
No obstante la escasez de hidratos, ya digo, ha hecho de las suyas, algo que tenía que haber previsto, precisamente el día anterior a una gran tirada con tres kilómetros por encima de una media maratón, porque si cuando voy a correr una medio maratón establezco todo un rito de ingesta de hidratos y un desayuno más fortificante, ¿por qué no hacerlo cuando se trata de una tirada que rebasa kilométricamente a una media maratón? Es la gran pregunta que se ha instalado durante todo el día en mi cabeza.
Además en casa no opté al llegar por un descanso necesario sino que he seguido una suerte de actividades que agotaron en minutos la mínima reserva de glucosa que hipotéticamente aún había en la sangre. Por tanto, la solución inmediata ha consistido en la siguiente ingesta: Dos pastillas de glucosa, dos trozos grandes de chocolate negro, una infusión – porque también hubo algo de diarrea- de manzanilla con dos terrones de azúcar moreno, una barrita energética dotada de jarabe de glucosa, miel y cereales, un higo turco, una naranja grande.
Me sorprendí del cambio operado en mi salud en apenas cinco minutos, por lo que recomiendo a los amigos corredores dos cosas: la primera y más importante: no hacer locuras, apurando grandes tiradas sin que el día previo no haya habido una buena ingesta de hidratos de carbono y la mañana de la tirada un buen desayuno cargado de hidratos; la segunda: en caso de cometer ese error, como el por el hoy por mí cometido, tener siempre a mano los alimentos señalados u otros similares.
Lo positivo de todo esto es que con el tiempo los corredores vamos conociendo a la perfección que síntomas y que soluciones identificamos en nuestra actividad.

A las pocas horas, lejos de relajar el hábito alimenticio – y aprovechando una celebración vespertina- he optado por ingerir algo de bollo de aceite de Pinos Puente, torta de hojaldre de almendra de Tabernas, Torta de Santiago, Bombón Trufado, todo ello aderezado por unas previas cervezas acompañadas de jamón Pedro Diego y queso curado puro de oveja.
Esta última ingesta ha sido ratificante, pero la primera y de emergencia consiguió que los efectos energéticos fueran tan inmediatos que hasta yo mismo me sorprendí de la inminente recperación.
Por tanto, hay que ser muy concienzudo en la alimentación cuando decidimos llevar a cabo un entrenamiento que trasciende en mucho al mejor ejercicio de salir a correr porque sí. De ahí que en mi despensa los hidratos de carbono ocupen un lugar destacado, siendo los más apreciados de entre éstos la pasta en sus distintas acepciones y el arroz, de manera que en las salidas, los viajes, las excursiones que exigan comer fuera sea necesario extender esa ingesta allá por donde vayamos. Y así evitamos las sorpresas.

sábado, 17 de marzo de 2007

TABERNAS: UN DESIERTO EN ANDALUCÍA


Retomando la arraigada costumbre de recorrer las distintas zonas de Andalucía, algo a lo que está constribuyendo este afán deportivo de correr allí donde se ofrezca, hoy ha tocado conocer el desierto de Tabernas, que dá paso a la entrada del Mediterráneo por Almería. El acceso desde Granada es fácil y rápido, una vez superada la ciudad de Guadix, sin que sea necesario dejar la A-92.

No obstante, el viajero siempre tendrá oportunidad de visitar pequeñas poblaciones de marcado aspecto árabe, que de forma aleatoria surgen a ambos lados de la autovía. Entre las más cercanas podemos visitar La Calahorra, aún en la provincia de Granada, presidida por su majestuoso Castillo del Siglo XVI, que ha servido a Vicente Aranda para situar escenas de su fallida película del caballero medieval Tirante El Blanco.
Ya introducidos en la provincia de Almería, la primera población con la que nos topamos es Fiñana, representada en bancales repletos de viviendas encaladas, de entre las cuales emerge una portentosa iglesia. También es posible visitar Abla, de trazado similar. Sin embargo, hoy nos detuvimos en Gérgal, población de no más de 1000 habitantes que cuenta con un coqueto y restaurado castillo árabe del Siglo XVI de propiedad y uso privado. Estando situados junto a la puerta del Castillo árabe, desde el que se observa la panorámica de la población, emerge de entre las altas sierras de la Alamilla, el observatorio de Calar Alto, situado en un lugar con escasa contaminación luminaria.

Siguiendo la ruta por la A-92, unos veinte kilómetros antes de llegar a Almería, nos topamos con la entrada a la población de Tabernas, y por tanto al Parque Natural del desierto de Tabernas, presidido por dos atracciones consistentes en poblados western, que en su día sirvieron para el rodaje de míticas películas spagueti-western, siendo la más conocida la protagonizada por un joven Eastwood, "El bueno, el feo y el malo", idea y dirección de Sergio Leone y música de otro mito de la composición musical cinematográfica: Ennio Morricone También fue filmada en alguno de estos poblados la mítica Lawrence de Arabía, espléndida película dirigida por David Lean y protagonizada, entre otros, por Pete O'Toole, Alec Guinnes, Anthony Quinn, Omar Sharif y José Ferrer. Al observar estos poblados no pude evitar recordar cierta añoranza la película de Alex de la Iglesia "800 balas", protagonizada por un creible Sancho Gracia, dedicada a los viejos y trasnochados extras de peliculas del Oeste que llevan siglos sin rodarse allí y que hoy malviven intentando sacar los dólares y los euros a ingenuos turistas.

En la dirección de la Nacional 340, que en su vertiente norte nos desplazaría hacía la costa septentrional de Almería se encuentra la población de Tabernas, de algo más de 3000 almas. Y allí dedicimos hacer un alto.

Nos encontramos un pueblo bastante deprimido, probablemente agarrado aún a la esperanza de la mitificación que ofrece su desierto y su otrora tradición cinematográfica. También encontramos como destacable el inmenso ruido de ciclomotores y toda una pléyade de coches tuneados soltando un estruendo bacalaero insoportable, estampa esta que actúa como una franquicia por los distintos lugares de Andalucía. Por tanto, no era el sitio adecuado para buscar la tranquilidad que a veces necesita el viajero. Optamos por introducirnos en una taberna de sabor popular en la que convivían en rara armonía una joven que leía una novela sentada en una mesa de la mínima terraza, un grupo de trabajadores que por su acento y su idioma - me parecía mitad italiano, mitad portugués, mitad español, con ciertas entonaciones francesas - nos parecieron rumanos y un numeroso grupo de adultos y niños que gritaban a pulmón abierto -tantos los adultos como los niños-. El camarero que nos atendió nos dijo que la tapa especialidad de la casa eran unas patatas a la plancha embadurnadas de finas hierbas, abundante aceite y salsa al alioli. Decidimos probar la especialidad, que resultó sabrosa y abundante. Tras comprar una torta de hojaldre con almendras -hidratos, más hidratos- y una especie de chapata casera, optamos por abandonar la población con el pensamiento de que Andalucía podrá ser una, pero hay muchas.

Por la poca distancia merecía la pena visitar Almería y de camino enjuiciar el porqué de mi error en la búsqueda del Estadio Mediterráneo en ese azaroso Medio Maratón de Almería del pasado enero celebrado en un día de los llamados de perros. Así que al llegar al cruce de mi perdición en los infiernos Mati me miró irónica e interrogante. Efectivamente, en pocas rotondas es posible tantísima información tan profusa y tan clara acerca de la ubicación de la Avenida Mediterráneo y el nuevo estadio y la muy distinta ubicación en relación al centro, que es justo la dirección contraria, esa que con decisión guerrera y ánimo consecuente opté por tomar cuando apenas faltaban cuarenta minutos para el comienzo de la carrera. Seguramente la nieve y el frío congelaron mis meninges.

Hoy sí, mucho más relajado, fue posible dar un sabroso paseo por el centro bien cuidado de la ciudad de Almería, degustar sus sabrosas tapas y tomar un buen café cerca de un bien copiado malecón antillano y de la dársena del puerto. Así que mientras tomábamos ese café me era posible ver aún el paso de la carrera justo por la misma puerta de la cafetería, ubicada en un lugar destacado de la rambla que toma por nombre Avenida García Lorca. Que más podía pedir: me había reconciliado con la ciudad que tan mal me lo puso en su Medio Maratón y lo había hecho de forma generosa.
Después de hacer algunas compras de última hora en un centro comercial muy cercano al Estado de los Juegos del Mediterráneo, enfilamos de nuevo la dirección de Rioja, para buscar la salida de la A-92 que nos conduciría a Granada, con la idea en la mente que el medio maratón del próximo año, precisamente me recordará esos paseos hechos hoy por algunos de los lugares que recorreremos.


miércoles, 14 de marzo de 2007

CALIDAD


Para poder llegar a comprender en su justa medida que sin entrenamiento de calidad existe poco margen de mejora, es necesario hacer dos cosas, en mi opinión: competir con regularidad y llevar a cabo -efectivamente- ese entrenamiento de calidad. Son esas las dos iniciativas más importante, que con el tiempo y con el trabajo diario, convierten a una persona en corredor o corredora con independencia de la calidad genética que cada cual atesore, que eso no se suele adquirir con entrenamiento; sin la introducción de esos dos elementos el corredor jamás podrá dejar de ser una persona que corre y que lo hace con regularidad -principalmente en fín de semana-, pero dar el salto a corredor exige lo ya indicado.

A quienes corremos, por lo general, nos inclilnamos por correr sin más, en definitiva, trotar, que en absoluto es mal asunto y ojala fuera mucha la gente que optara por hacerlo al tiempo que se eliminan hábitos poco saludables como es el comer sin control o fumar y beber en exceso. Pero hemos de suponer que cuando saltamos al campo de la competición buscamos algunas sensaciones añadidas al hábito saludable de correr.

Nórmalmente la mayoría - o al menos ese es mi caso- de los corredores populares admitimos que no competimos para ganar carreras, que es algo que exigiría otro tipo de preparación, otras experiencias anteriores y un comienzo mucho más temprano en esto del correr, si bien sí somos competitivos y nos esforzamos siempre por mejorar nuestras propias marcas. Y eso es competir también. De hecho sería peligroso para nuestra motivación no contar con ese margen de mejora y esa superación, todo lo cual nos lleva a lo que afirmaba al principio: necesitamos competir y llevar a cabo entrenamiento de calidad.

Y es eso lo que ayer tarde experimentaba cuando hacia 14 kilómetros conmpuestos de tres o cuatro cambios de ritmo a lo largo de todo el recorrido, consistiendo cada cambio de ritmo en una fuerte marcha a lo largo de un kilómetro aproximadamente para a continuación bajar a trote lento de recuperación e ir incrementando el ritmo normal de carrera. En mi caso la evolución del entrenamiento sería más o menos ésta, a pesar de no haber utilizado pulsómetro, sino apoyado en las sensaciones:
- Alrededor de 18 minutos de trote suave, lo que equivaldría a correr alrededor de cuatro kilómetros.
- Cambio de ritmo durante un kilómetro, aproximadamente, corriéndolo en torno a los 4 minutos o cuatro minutos y quince segundos.
- Trote suave de recuperación durante unos quinientos metros, a razón de 5 minutos y 20 segundos aproximadamente.
- Conversión del ritmo a trote vivo - el normal de una tirada de hasta 15 kilómetros-, en torno a 4,40'' o 4m 45'' el kilómetro.
- Aceleración final durante los últimos trescientos o cuatrocientos metros.
Este entrenamiento sería de los denominados tipo fartlek, en el cual se incrustan una especie de series y tiene una eficacia muy similar a las series, según los expertos, siendo además un entrenamiento menos agresivo que éstas.
A quienes no nos gustan las series nos viene muy bien la realización de fartlek ya que integran un entrenamiento de calidad, muy duro, pero también muy satisfacctorio. De manera que cuando lo realizas comprendes en su justa medida que este tipo de entrenamiento te ofrece ese "puch" que necesitas en las carreras y que ante la ausencia de ese entrenamiento de calidad - o de series - es muy díficil la traslación de esa calidad a la competición. De hecho, la realización del fartlek te ofrece unas sensaciones muy parecidas a las que te ofrecen las carreras en el momento en el que intentas mantener un ritmo a pesar de la dificultad que te ofrecen los músculos, los pulmones o, incluso, la psicología.

lunes, 12 de marzo de 2007

VI CARRERA DE FONDO DE LOJA (11/03/2007)


Cuando a eso de las diez menos diez de la mañana del domingo llegaba a Loja con Jose, recordé vivamente la dureza que de esta carrera percibí el año pasado. En mi opinión, junto a la de Alhama, la prueba más dura del circuito - abstracción hecha de la partícular dureza de las medias maratones que siempre son otra historia-,si bien es cierto que el año anterior debutaba en todas las pruebas del Circuito de Diputación y mi condición de corredor, probablemente, no estaba tan estructurada como ahora. No obstante, la dureza de las carreras siempre las plantea el propio corredor, en función de nivel de exigencia del grupo con el que desees marchar, o bien, el nivel que seas capaz de desarrollar.

Viajando con Jose es dificil llegar tarde; es un corredor muy ordenado y eficaz en sus planteamientos - de hecho entrena los domingos cuando comienza a rayar el día con el actual campeón nacional absoluto de veteranos en maratón y campeón de su categoria a nivel andaluz, Francís Tovar, con el cuál hoy he tenido el placer de conversar antes y después de la carrera y al que desde aquí saludo y agradezco el interés mostrado por mi próxima participación en el MAPOMA, cuyos consejos técnicos y alimenticios seguiré -. Por tanto, a eso de las nueve y cuarto partimos para la ciudad natal del General Narváez, de manera que habría tiempo de aparcar en lugar preferente, tomar un café en una de las dominicales cafeterías de la población y calentar un poco. Y así lo hicímos, en compañía de Edu y Paco (Nekerun), que acudió desde la antigua capital del Santo Reino para compartir con nosotros esta carrera del Circuito de Diputación. Sé positivamente que no será la primera a la que asista. De hecho, se ha estrenado en una de las más duras de media distancia.
Al poco de llegar nos comunicaron que el circuito tendría alrededor de kilómetro y medio menos que el año anterior, debido a unas obras en la ciudad, así que contaría con 10.800 metros, en vez de los 12.500 del año anterior. Ahora bien, no se había eliminado ni un centímetro de las temidas cuestas que protagonizan el recorrido. Sin embargo, esta mañana hablaba con Juan Martín, compañero del club y me comunicaba que tres GPS anunciaban que la carrera estaba entre 11230 y 11240 metros, evidenciando una vez más que es la gran asignatura pendiente que suelen tener casi todas las carreras que tienen un número de kilómetros inferior al medio maratón.
La salida no fue puntual. Por las causas que fueran se dió el pistoletazo a eso de las 11 y cuarto y en esta ocasión intenté ubicarme en la zona media del pelotón para no tener que sufrir las consecuencias ya vividas en carreras anteriores. No obstante, los primeros metros siempre son "basura", toda vez que salen con poco margen de espacio alrededor de 500 corredores, siendo también negativo que en esta carrera las calles de salida sean estrechas y provistas de pivotes a ambos lados de las aceras que ante la avalancha de piernas eran de dificil visualización y de ahí su peligro. En la Avenida de Andalucía los huecos son más que evidentes: comienza la subida por la antigua carretera de Málaga, que circunda por la parte alta de la población, a mitad de camino entre ésta y la autovía A-92, para de nuevo desembocar de nuevo en los aledaños de la salida en dirección a la Avenida Rafael Pérez del Álamo.
Esta subida por la antigua carretera de Málaga-Granada no suele hacerse demasiado dura por el sólo hecho de encontrarse en los primeros kilómetros de la carrera y los corredores aún estamos frecos, si bien las fuerzas que aquí se dilapiden de manera gratuíta luego se echarán de menos en los metros finales que son muy duros. Justo en el comienzo de la subida me encuentro con Alberto Soria, comentarista de este blog, que insiste en que tire y que no me obsesioné con las tres horas y media en el maratón de Madrid. Suele ser un corredor muy exhaustivo en cuanto al calculo de tiempos como ya demostró en Albolote.
La subida hace que, teóricamente, los kilómetros se ralenticen; no obstante no tengo esa impresión de realentización y me sorprende vez que ya se está rebasando el kilómetro cuatro, sospechando que pudieran estar mal medidos. Miro el cronómetro y observo una media aproximada de 4,35 el kilómetro, dato que me convence más que los propios hitos kilométricos, así que haces calculos para intentar racionalizar el ritmo en función de los kilómetros que restan, algo bastante aventurado en esta carrera dada la irregularidad del circuito. Cuando encaramos la curva final de la bajada, en dirección a los aledaños de la salida obtengo buenas sensaciones, las cuales se amplían por el control de avituallamiento. Doy dos o tres breves sorbos al botellín de agua y rápidamente lo arrojo. No tengo sensación de sed, pero sé de la necesidad de hidratarse.
El paso por el puente del rio Genil, en dirección a la estación, lo hago a un ritmo vivo, a pesar de que ya comienza a observarse la ligera inclinación de la breve pero tremenda subida que nos esperará en unos minutos. Un grupo de espectadores con mala fé nos recuerda lo agradable que sería estar sentados frente a una cerveza fresca y unas gambas, en vez de estar aquí sufriendo. Ante esos comentarios que dicen mucho del nivel cultural de alguna gente, siempre suelo hacer oídos sordos, molestándome mucho más la presencia sin sentido de automovilistas por lugares acotados; no obstante un corredor que va justo a mi lado se indigna por ese comentario y otro, de manera ocurrente, deja abierta una pregunta: "¿A ver qué tal se encuentran cuando les pasen unos años y sigan con esos hábitos saludables?". Los compañeros que van junto a él sonrien afirmativamente. Por tanto,si aún hay fuerzas para conectar con el mundo real que pasa junto a nosotros, significa que aún las fuerzas no están demasiado deterioradas

Alzo la cabeza y compruebo como corredores más adelantados se esfuerzan ante la tremenda cuesta que conectará con un camino de tierra que conduce a la estación de tren. Es un momento en el que la psicología puede fallarte si piensas obsesivamente que por ahí deberás de pasar tú en pocos segundos, así que prefieres centrarte en tu zancada y no pensar en el futuro inmediato, como podría decir el propio Lou Marinoff en su obra filosófica "Más Platón y menos Prozac". Y efectivamente, la subida es corta pero bestial. Es uno de los jirones de piel que te dejas por el camino y que hacen popular esta prueba. No obstante, no llego a arriba demasiado exhausto y lo que es más importante no tengo sensación alguna de cansancion en las piernas, lo cual prueba que los descansos tras las sesiones largas de entrenamiento los estoy realizando correctamente. Cuando me encontraba en la parte llana del camino de tierra pensé por un momento en que tenía suficientes fuerzas para poder incrementar la velocidad. Sabía por el cronómetro y el kilómetro en el que me encontraba que la media estaba muy poco por encima de los 4 minutos y 30 segundos, pero al percibir la cuesta que nos introducía de nuevo en la ciudad opté por ofrecerme unos minutos de viaje de placer, hasta el punto que me aparté bruscamente de un corredor de Motril que pegado a mí venía exhausto. En esos momentos sólamente quería gozar de mi retiro dorado. Y así continúe casi hasta el comienzo de la temida cuesta que ocuparía la parte final de la carrera.
Al llegar a ese punto observas que es en esa zona donde se han suprimido los casi dos kilómetros que diferencian el circuito del año pasado con el de este año. A los pocos metros ya es factible contemplar la voluminosa torre de la Iglesia lojeña; por tanto, sabes que no te desviarán para el centro, sino que nos harán dar un rodeo por la parte más alta y deprimida de la población. Ante el acierto o no de desviar la prueba por esta parte tan escarpada, siempre habrá opiniones a favor o en contra. Para muchos, se trata de una opción desechable toda vez que no son calles demasiado adecuadas, tanto por su estrechez como por su dureza; para otros supone un estímulo y una prueba certera del verdadero estado de forma del corredor. Sin quitar razón a unos u a otros, lo cierto es que esa subida de aproximadamente trescientos o cuatrocientos metros es vivida dramáticamente por propios y extraños, con independencia del estado de forma en el que se esté. De hecho, es de las pocas cuestas del circuito en las que he visto a gente andando, algo bastante inusual en una prueba de diez o doce kilómetros. El tramo final se hace cómodo, pero percibes ansiedad en los corredores por queder llegar cuanto antes, algo lógico si consideramos el alto nivel de sufrimiento atlético que atesoran los músculos. El promedio final ha sido de 4 minutos y 38 segundos el kilómetro, el cuál doy por correcto dado que no es una prueba donde se puedan bajar los promedios personales.
Una vez superado ese "accidente" geográfico, se vuelve a introducir la prueba por la Calle Real, se pasa de nuevo junto al Ayuntamiento, lo cual quiere decir que estamos a menos de trescientos metros para encarar la Avenida de Los Ángeles, lugar de salida y meta.
En cuanto a la organización, hay que decir que no es una prueba que esté mal organizada. No ha faltado el avituallamiento necesario, ni los voluntarios, ni la presencia de Policía Local, Protección Civil y Guardía Civil, si bien en algunos trayectos la señalización es deficitaria, hecho éste que provocó que el quinto clasificado en la general perdiera el liderato de la carrera, precisamente por no existir una señalización adecuada. Pensemos que la mayoría de los corredores solemos enfilar la dirección que nos marcan otros corredores que van delante, pero no es tan fácil para el lider de la prueba, o bien para quien se quede en algún corte, sin referencias.
A nivel logístico, la bolsa del corredor es correcta, si bien algo discreta, principalmente en cuanto a la camiseta conmemorativa que no pasa de ser una camiseta básica de algodón, material éste que no es el más adecuado para el corredor en sus entrenamientos o competición. He visto a muchos corredores entrenar con camisetas técnicas que han sido entregadas en la medio maratón de Motril, la carrera nocturna de Atarfe o la prueba de fondo de Albolote, pero difícilmente se pueden hacer un montón de kilómetros con una prueba de algodón. Por lo demás, todo correcto, incluído el detalle de ofrecer el alimento insignía del lugar: los roscos de Loja y la buena organización que ímpide esa burda acumulación de corredores para recoger su bolsa, muy usual en otras carreras del circuíto.
En esta prueba, al estar concentrados los corredores en un espacio pequeño, tuvimos la oportunidad de ver a bastantes corredores conocidos. Además de los ya mencionados, saludamos a Alejandro Casares, Juan Martín, Javier y Antonio, a Mario (Resonao), con el que casí acordé la larga tirada del próximo domingo, a Manu, a Fernando, a Bernardo, a Antonio Castilla, a Luis, a Miguel Cervantes, que corría en su tierra y sale de una lesión, entre otros.

sábado, 10 de marzo de 2007

EL OFICIO DEL CORREDOR


Llega un momento en la vida del corredor que la actividad de correr casi forma parte de su ADN y lleva a cabo su actividad tan espontáneamente como cepillarse los dientes. En una ocasión observé a un corredor con mucho oficio en sus piernas que mientras corría llevaba a cabo determinados ritos: sacaba un pañuelo para limpiarse la nariz, conectaba su MP3 tan distraidamente como si estuviera cómodamente sentado en un transporte público, se ajustaba la cintilla del pantalón, al tiempo que iba hablando conmigo como si estuvieramos dando un plácido paseo, de manera que mientras yo íba algo más que tocado trás ocho o diez kilómetros, él estaba tan fresco que pareciera estaba comenzando a rodar. Así que me pregunté en mi fuero interno si algún día podría yo llegar a esa forma de interpretar el correr, que es muy similiar a una forma determinada de interpretar la vida.
Y pensaba en ello ayer por la tarde por las circunstancias que ahora me dispongo a comentar: tal y como escribí aquí la ídea era llevar a cabo entre quince y dieciséis kilómetros duros, toda vez que la ruta elegida denota dureza, pero lo cierto es que me encontraba bastante cansado y me quedé dormido como un lirón, de manera que cuando desperté a las seis menos cuarto ya no era posible hacer esas ruta porque mientras me preparaba e iba hasta Pinos Puente transcurriría más de media hora, así que casi calzándome por el camino opté por hacer la ruta Pinos Puente- Caparacena que tiene entre ida y vuelta nueve duros kilómetros. Posteriormente sí aún clareaba podría añadir sobre un par de kilómetros más, incluyendo una camino entre olivos. Y fue en esas circunstancias cuando comprobé que ya este corredor va atesorando algo de oficio porque sin él es muy díficil soportar la presión psicológica de pasar de la nada más absoluta y ofuscado por el tiempo hacer casi once kilómetros, teniendo en cuenta que ya sería de noche alrededor de las siete y diez minutos. Probablemente sería por ese motivo por el que sentía las piernas livianas y la energía intacta, a pesar de que la digestión no había acabado de hacerse por completo. Así que cuando volvía de Caparacena, entre el kilómetro cuatro y cinco aún veía en el horizonte los últimos rayos de sol porfiando en su brillo y remisos a abandonar el día, comprendí que con suerte aún podría añadir esos dos kilómetros por entre medio de los olivos que tantas satisfacciones me dieron en su día cuando aún creía que el correr consistía en rodar algo más de cuatro o cinco kilómetros, tres o cuatro veces por semana.
Por lo tanto al comprobar que la tarde había sido provechosa a pesar que pintaba mal al principio, me sumí en una amalgama de excelentes sensaciones y disfruté enormemente de esta faceta que supone correr, y a pesar de que rodaba a un ritmo bastante vivo, incluso por debajo de cuatro minutos treinta segundos el kilómetro, agradecí la visión que me ofreció la puesta de sol, por detrás de las casas mas altas de Pinos Puente al tiempo que pensaba en aquella milenaria tierra que se abría ante mi paso. Desde luego que ayudó y estimuló el excelente trabajo de Avalanch que en ese momento tronaba en el IPOD.
Y así se lo conté a Paco senior - que su afición futbolera le está apartando por ahora de las carreras dominicales- mientras le ponía a punto el ordenador a Paco junior en cuanto a herramientas necesarias para poder disfrutar lo que Internet nos ofrece hoy día.
Cuando volvía en coche hasta Granada, mientras escuchaba la BSO de la tercera parte de El Señor de los Anillos, pensaba que los corredores contamos con un preciado don que está tan al alcance de la mano de todos nosotros y que resulta increible que la mayoría de la gente no lo precie, por desconocimiento o por inanición.
Mañana estaremos en Loja y será una carrera dura de unos 13 kilómetros, si bien a estas alturas de la tarde no sé como la tomaré. Lo más importante es que sirva para el entrenamiento planificado para el Maratón de Madrid, pero que duda cabe que si percibo buenas sensaciones la abordaré competitivamente, intentando bajar algo la marca de la edición anterior, si bien son cuestiones que están siempre en un segundo plano.
Suerte a todos los que participéis y ya contaremos cómo ha ido.

viernes, 9 de marzo de 2007

DE LA AMISTAD Y OTRAS HISTORIAS CIBERNÉTICAS


Dos historias ilustran este nuevo post. Una de ellas es cibernética; la otra real. Pero son dos historias que demuestran lo cerca que estamos unos de otros con independencia de que por medio exista un ordenador o se trate de las raíces más primigenias. También son dos historias de comunicación y de amistad.
Hace unos post comentaba que el pasado día 28 de febrero, Día de Andalucía, esta nueva realidad nacional que nos ha sido concedida, la peña de fútbol Bodegón de Pinos Puente, en la que he jugado varias temporadas celebraba su 25 aniversario. Resulta que dos años atrás, teniendo como fondo una grandiosa nevada, decidieron ofrecerme un homenaje también en idéntico día. En el homenaje se incluía el poder volver a jugar con ellos en mi demarcación de siempre: de portero, algo que celebraría Emilio viéndome ir a recoger la balón hasta el fondo de la red cada vez que él cogiera tuviera la pelota entre sus habilidosos pies; pero por causa imputable al destino esa mañana el terreno de juego estaba impracticable; en lugar de tierra, el amplio campo de fútbol de Pinos Puente era la imagen reducida de la estepa rusa, así que Emilio y yo, mientras se preparaban los cauces para jugar un partido más pequeño en el Pabellón Municipal, decidimos darnos un baño de paisaje nevado en los vastos terrenos de sierra que rodean la aldea de Caparacena, lugar por el que como sabéis suelo correr a menudo. Bajamos al inmaculado río Cubillas, cuya serpenteante vereda no ofrecía ni tan siquiera el rastro de la pezuña de algún pájaro invernal y nos hicímos unas fotos. Inmediatamente comprendimos que esa jornada iba a ser festiva y emocionante, todo bien regado y bañado, como es debido. Yo ya corría y en ese momento pasaba por una lesión en el telón de Aquiles, pero aún así jugué mi partido de gloria en el Pabellón y posteriormente fuímos a recoger a nuestras respectivas parejas para el almuerzo. El frío día pasaba raudo y alegre, siendo predecible que llegaran los cánticos y festejos y previsto estaba que aparecieran los disfraces y el divertimento por dóquier, algo para lo que me ofrecí voluntario.
El pasado miércoles, 28 de febrero, dos años más tarde, esta misma peña de amigos decidió invitarme, casi en exclusiva, para celebrar una fecha muy simbólica para todos. Así que, además de estar agradecido hay que demostrarlo por lo que ví oportuno redactar una carta emotiva, mitad literaria, mitad cercana, que pedí a Paco leyera en público ante el micrófono, antes que tuviera entrada la voluntariosa chirigota que algunos miembros habían montado para la ocasión y que títulé gráficamente: Carta de un Peñista, y que comenzaba de la siguiente manera:
"Dicen que no tener raíces es sinónimo de no haber nacido correctamente, y que la raíz es la esencia de la persona, el agarre a las cosas y a los sentidos, a la verdadera esencia del ser humano. Cuando pienso en mis raíces, pienso en unos lugares y unas personas, pero también en unos hechos, en una historia. Si del ser humano extraemos todas esas cosas, ya no queda nada....". Tras leer Paco este primer párrafo inmediatamente comprobé que a algunos miembros de la peña estas palabras vaticinaban sentimientos que muchos ya barruntaban, y que la sentida carta iría "ins crescendo" llegando en su punto más álgido a afirmar que: "Sentirse miembro de la Peña y vivir la peña no es solamente pertenecer a un grupo deportivo o a un grupo social, es UNA RELIGIÓN. Para quien ha sido miembro de la Peña Bodegón pocas cosas se viven con tanta intensidad en la vida, ya que todo lo que se experimenta dentro de la peña trasciende lo deportivo y lo social. Se trata de sentirse totalmente en consonancia con un grupo, con un colectivo que echa sus raíces a lo más profundo de esta tierra, de este trozo de la Vega que es Pinos Puente, refugiado en nuestro querido Piorno y bañado por los ríos Cubillas y Velillos, que son elementos orográficos que al hablar de ellos es como si habláramos de nuestros ancestros, de nuestros orígenes o de nuestras familias más remotas." Y fue a esas alturas de misiva cuando muchos de mis antiguos compañeros entornaron los ojos vidriosos y efusivos. Al terminar la lectura muchos vinieron a mi encuentro y el público había hecho un largo silencio emotivo. Posteriormente la fiesta continúo y hasta los más incrédulos comprendieron que aquel portero largirucho que a veces era brillante en sus actuaciones y otras veces francamente mejorable, ya no volvería a ponerse entre los tres palos sino que lo suyo ya no era otra cosa que correr.
Esta jornada, sin duda, se convirtió en un reencuentro con las raíces si bien el individuo no es otra cosa que su pasado, su presente y el futuro que se comienza a configurar, siendo muy importantes todos esos tiempos para conformar su ser.

Dejé el fútbol y quedan los amigos. Pero ahora corro y vas conociendo a otras personas, muchas de las cuales acabarán siendo amigos que parecen serlo desde siempre. Pensaba en ello cuando Jesús http://perezosos.blogspot.com/, el otro día en un post tenía a bien colgar una foto que alguién nos hizo antes del inicio de la carrera de San Antón de Jaén. En ella estamos corredores que ya nos conocíamos, tales como Jose y Edu y otros que igualmente nos conocíamos virtualmente. Hicímos una quedada en un lugar concreto cercano a la salida, mientras la fría noche jienense se preparaba para una larga velada de atletismo y fiesta, y el resultado fue la foto que preside este post. En definitiva, se trata simplemente de gente de distintos lugares del país que correr y escribe; que escribe y corre.
Estos días de intenso aíre no han podido ser fructíferos en entrenamiento pero este viernes -hoy ya en realidad- hay que salir a correr. Optaré por una ruta un tanto dura tanto por sus varias pendientes rompepiernas por su terreno asfáltico. Serán 16 kilómetros entre Caparacena y Búcor y vuelta. Y serán kilómetros tranquilos; kilómetros de trabajo aeróbico que no dejen las piernas demasiado cansadas para la dura prueba que nos espera el proximo domingo en Loja. Pero estas dos citas no serán otra cosa que dos entrenamientos más -uno suave y otro de calidad- para incrementar el volumen kilométrico de cara al maratón de Madrid. Inevitablemente, todo gira en torno a ese día.

miércoles, 7 de marzo de 2007

VOLVER, de Pedro Almodóvar.


Andaba por Madrid cuando Almodóvar despuntaba como director. Pero a mí no me gustaba su cine. Recuerdo haber asistido a un maratón - en este caso de cine -, que inicialmente no sabía a qué ni a quén estaba dedicado, pero que resultó estarlo a la mujer trabajadora, aunque para mí hubiera sido igual que los homenajeados fueran los manolos camioneros, lo importante era ver cine. Y una de las películas era aquella cutre, pero ya simbólica del cine de Almodóvar, Pepi, Luci y Bom y otras chicas del montón. Posteriormente vinieron otras como Átame y Mujeres al borde de un ataque de nervios, pero me negué a verlas porque aquel director venido de un pueblo de La Mancha no ofrecía respuestas a lo que yo esperaba del cine. Claro, es una opinión.

Posteriormente llegó el éxito internacional del director manchego pero siguió no interesándome su cine y nada hacía por ver sus estrenos. Sin embargo, un buen día ví Todo sobre mi madre y el comienzo de la película, así como el original guión me sostuvo pegado a la pantalla hasta el final de la película. También ví la Mala Educación, pero no logré encontrar en ella otra cosa que no fueran las propias obsesiones de su autor, algo que jamás he mirado con buenos ojos en un director de cine. Hasta que hace un par de semanas ví Volver.

¿ Y qué decir de la última película de Pedro Almodóvar? Soberbia en muchos sentidos. Dotada de esos elementos que sólo puede concebir alguién con una sensibilidad rayana en la genialidad. La visión de la vida de pueblo - de cualquier pueblo -, resulta tan diáfana y descarnada que poco lugar queda para la improvisación (que sobría y genial la escena inicial de las mujeres en el cementerio o el cortejo funeral por las calles del pueblo). Toda esa red invisible que sostiene los lazos de un pueblo, con su atmósfera cero, rodeado de muchos espacios libres pero herido de libertad, particularmente, para los individuos que tienden a escapar del núcleo. Así de asfixiante lo ha considerado el director y así ha sabido contarlo. Además las historias intrínsecas que unen y desunen a familias siempre levitan sobre las relaciones de sus vecinos y también eso ha sabido contarlo estupendamento Almodóvar.

En esta película Almodovar sigue hablando de él mismo, claro que sí, pero principalmente habla de lo que conoce, de lo que ha vivido en sus primeros años. Pero lo cuenta de manera tan magistral que pareciera que nada esté contando, sino que esté grabando la vida misma o la misma vida de un pueblo cualquiera.

Antes de ver esta película ya la imaginaba cuando por causalidad visitamos su pueblo Mati y yo. Nuestra idea no era ver el pueblo de Almodovar, es más, ni siquiera estábamos seguros que aquél lo fuera, sino asomarnos al vértigo histórico que ofrece el monumental Castillo de la antigua e influyente orden de Calatrava, muy cerca de la población de nacimiento del director. Pero no puedo omitir que una vez allí intenté buscar el rastro del creador y de ahí que afirme que antes de ver esta película ya la imaginaba. A todo eso ayudo el esplendido reportaje que dedicó Juan José Millás a Pedro Almodovar y su entorno in situ. En él habló de los orígenes del director, de su familia, de su pueblo y de sus gentes, y todo eso logró crear en mí la atmósfera necesaria para valorar Volver como el resultado de una obra definitiva del autor de Calzada de Calatrava. ¿ Pero será así con su futuro cine ? No lo sé. Por ahora prefiero seguir pensando que su futuro cine pudiera coger la estela de Volver.