sábado, 30 de junio de 2007

TIEMPO DE ENTRENAMIENTO, TIEMPO DE LITERATURA

Esta tarde, con más voluntad que motivación, salí a hacer mi ruta de nueve duros kilómetros entre Pinos Puente y Caparacena, adentrándome en su tramo inicial por un camino plagado de olivos a izquierda y derecho y que está picado hacia arriba, desde el principio, tal y como pudo comprobar el pasado domingo Emilio. Busqué salir en horario lo más alejado posible del calor, por lo que me pareció adecuada la salida a las 20 horas y 20 minutos.
Justo es decir que esa falta motivación no viene derivada de ningún tipo de "bajón" psíquico que pudiera ser preocupante. Nada de eso. Más bien de una prolongada siesta que, al despertar, te devuelve a un mundo aún onírico y que has de ir construyendo con rapidez toda vez que la tarde, a pesar de la largura de las tardes, acaba volando, sobre todo si para corres decides desplazarte en coche, previamente preparar la bolsa, el Ipod, las gafas y todo lo que los corredores solemos llevar para correr. Finalmente la tarde dio bastante de sí y se pudieron completar esos nueve kilómetros duros y asimétricos en torno a los 42 minutos, sufriendo como siempre en esa esperpéntica cuesta del último kilómetros que los nativos del lugar denominamos como "la de los muertos", parece ser que adoptando algún suceso de la fratricida guerra española del 36, pero que ahora cobra verdadero sentido su denominación cuando tratamos de subirla, tras llevar ocho vivos kilómetros en nuestras piernas.
Y es época de entrenamiento continúo y duro, pero también de lectura. Acabada "La Catedral del Mar", de Idelfonso Falcones, ese best sellers que va camino de convertirse en una estela de "La Sombra del Viento", ahora toca abrir un libro de literatura mucho más seria: "La Montaña Mágica", de Thomas Mann, el autor alemán, ganador en 1929 del Premio Nobel de Literatura. La obra que acabé hace unos días, está más en la linea del divertimento, correctamente narrada y documentada, pero poco más; bastante en la línea de "Los Pilares de la Tierra", sin que, en mi opinión, posea el oficio de aquella. En esa linea siempre me decantaré por la novela histórica liderada por "El Puente de Alcántara" de Frank Baer. Pero no podemos negarle méritos a este abogado barcelonés que ha irrumpido en el panorama literario español - y mundial - con fuerza arrebatadora, construyendo una obra bastante correcta, si bien con fisuras.
La Montaña Mágica, la obra maestra de Mann, es bastante representativa de la literatura alemana, detallosa hasta la extenuación en elementos narrativos y posicionamiento interior del personaje. Pero todo esa esencia narrativa maratoniana nos llevará a un mundo de riqueza verbal y literaria al alcance solo de grandes narradores mundiales, algo que ya experimenté de manera muy emocionante con "Opiniones de un payaso" de Heinrich Böll, obra que ocupa un lugar destacado de entre mis lecturas más valoradas.
Por tanto, tiempo de entrenamiento, pero también de buena literatura. Tiempo de lectura de una novela larga, pero que se presenta con la vitola de las grandes obras mundiales, algo que se destila ya en sus primeras líneas.

martes, 26 de junio de 2007

BAUTISMO DE FUEGO

El cansancio que ayer experimentaba en ambas piernas hoy ha remitido, por lo que pocas cosas impedirán planificar la semana en torno a las cuatro salidas y alrededor de los 45 kilómetros, que me permitan ir acumulando poco a poco los hasta ahora apenas 40 kilómetros que llevo realizando semanalmente huérfanos, además, de entrenamiento de calidad -algo habitual en este corredor-, excepción hecha de algún cambio de ritmo sin demasiada consistencia. Si el viernes completé 15 kilómetros a un ritmo cómodo de 4,50, el sábado completaba diez con algún intervalo, sintiendo buena respuesta en las piernas. Así que el domingo reduciría algo esa distancia, dejándola en nueve kilómetros por la ruta que podéis comprobar, siendo visible la introducción en terreno agreste a medida que se aleja el camino de Pinos Puente (pinchando se amplía la imagen). Pero no nos engañemos: no es una ruta que sirva para la relajación de las piernas, ya que el trazado entre Pinos Puente y Caparacena es duro, compuesto de varios trazos rompepiernas y una espeluznante subida en el último kilómetro del trayecto.
Denominaba al título de este post "bautismo de fuego" y tiene una explicación de consumo interior que contaré: a eso de las dos de la tarde llamó Emilio y con ánimo resoluto me soltó: ¿Corremos luego? Sí, le contesto, tengo que correr esta tarde, ¿Dónde vamos? ¿Las alamedas de Santa y luego nos tomamos unas birras? ¿La Vega de Pinos y también? ¿ O vamos a Caparacena y corremos de veras y....también? Dicho y hecho: Caparacena. Y efectivamente, para Emilio fue un bautismo de fuego, ese que hemos tenido todos en alguna ocasión cuando estábamos convirtiéndonos en corredores. Llamé a Paco pero éste ya había hecho más de 15 kilómetros por la mañana, así que comenzamos a correr a las 8 de la tarde, aún con un calor apreciable en estos lares. ¿Pero cómo fue ese bautismo para mi amigo, incipiente corredor? Hay que decir que fenomenal. Como deportista vocacional que es sé que puso toda la carne en el asador y realizó esos duros y calurosos kilómetros a un ritmo extenuante pero que le ayudará a crecer como corredor ya que su condición física y mental las tiene de su lado. Fue precisamente cuando subíamos por la dura rampa cuando apareció Paco -y Paco Jr.- en moto, pudiendo comprobar que a pesar del sufrimiento, allí se estaba forjando un corredor. Cuando llegamos, curiosamente, Emilio me preguntó que cuando podríamos ir a comprar unos pantalones de competición, demostrándose que ya se va enganchando a este noble deporte.
Y al ver a Emilio correr con arrojo, pensé que todos, en alguna ocasión, hemos tenido un bautismo de fuego en esto del correr. Un día en el que algo nos ha indicado que ya estamos en la senda del corredor. Exactamente no sé en qué momento llegó ese bautismo para mí, pero probablemente fue aquel sábado que decidí emular la distancia del medio maratón y me lancé una mañana de sábado a hacer 21 kilómetros por los mismos lugares de la Vega en los que apenas había corrido más de 12. Cuando llegué al final no podía dar un paso y veía muy improbable que pudiera correr la Media Maratón de Granada de 2005 dos semanas después, pero llegó ese día y la corrí y, posteriormente, llegaron muchas otras. Esa es la grandeza de este deporte donde tú mismo eres tu más acérrimo rival al mismo tiempo que tu más entusiasta seguidor.
¿ Pero cuando percibistéis vosotros, amigos-as corredores, que llegó ese bautismo de fuego, ese día en el que sientes que ya estás en la senda del corredor?

miércoles, 20 de junio de 2007

"LESIONES" QUE NO SON DE TIPO FÍSICO


Esta semana, en puridad, está siendo realmente intensa con relación a nuestro mundo del correr. Consultas he tenido de amigos y conocidos -e incluso desconocidos- sobre diversas cuestiones. En algunas de ellas puedo dar alguna respuesta, basándome básicamente en mi propia experiencia y algo en lo que he leído y he hablado con otros corredores más expertos. Por ejemplo, Jesús, amigo de mi pueblo y que trota cuando puede por distintos parajes de Úbeda, su lugar de residencia actual, me pregunta qué hacer para mejorar el tiempo de sus entrenos. Las indicaciones que le doy son básicas y, ya digo, basadas en mi experiencia y espero que a él también le valgan. Por su parte, recibo una llamada de alguien no conocido pero con referencias de una amiga, para intentar salir a correr por rutas de la Vega, toda vez que es en Pinos Puente donde trabaja este corredor y a través de esta bitácora había comprobado que conocía algunas rutas interesantes. Estamos más o menos en los mismos tiempos, siendo lo primero que le pregunto, ya que las pocas veces que suelo entrenar con alguién procuro que no esté ni en mucho mejor tiempo, ni tampoco en mucho peor. Es lógico que así sea. Asimismo, si habéis tenido la ocasión de leer el post anterior habréis comprobado que un comentarista anónimo buscaba consejos sobre cómo pisar al correr y, claro, uno que no es experto ahí poco puede incidir.
Sin embargo, ¿cómo contestar cuando conoces de alguien que se "rompe" psicológicamente y decide no correr?. Me temo que en esta cuestión las respuestas pueden ser muy pocas, si bien es algo que pasa a menudo. Es más, a muchos de nosotros es posible que nos haya ocurrido alguna vez. Comprobar que hemos perdido el estímulo por correr, que la motivación que nos movía ya ha dejado de existir y lo que es más grave, la motivación naciente y renovada nunca llega. Por suerte, quien suscribe este blog jamás ha tenido esos sentimientos, aunque sí momentos de desánimo o de desgana, de los que rápidamente se sale. El problema es cuando el desánimo es continuado y persistente. Creo entender que quien está atravesando esos malos momentos ahora está leyendo este post. Un amigo corredor que probablemente no vea hasta enero, pero al que desde aquí le envío todos los ánimos, indicándole que, en mi opinión, la mejor manera de salir de una pájara es afrontándola porque, en definitiva, somos populares y lo bueno de serlo es que nos podemos permitir bastantes lujos. Por ejemplo: no correr durante alguna temporada.

lunes, 18 de junio de 2007

XXVI PRUEBA DE FONDO MANCOMUNIDAD DE MUNICIPIOS "VALLE DE LECRÍN" (17/6/2007)


Que duda cabe que la prueba que hoy nos ha concentrado a unos 400 corredores y corredoras en Dúrcal es dura, distando mucho de ser un circuito idóneo para correr, si bien no por la dureza, precisamente. Sí, el circuito posee terrenos de todo tipo pero es dificilmente justificable que se corra por la vía de servicio de la carretera y que al poco surja una rampa más propia que una pista de salto de esquí. Estas circunstancias y otras hacen de este circuito algo raro a la vez que extremadamente duro en algunos tramos como el de la rampa, antes citado.
No obstante, los corredores solemos ser de un material algo especial y nos adaptamos a todo tipo de terreno. La prueba ha sido hoy palpable.
Con alguna leve variación con respecto al del año pasado, sigue sin ser de recibo -y es cada vez mayor el número de corredores que así lo manifiesta en público y en privado- la imprecisión de la distancia, algo incomprensible hoy en día dados los medios sofisticados con los que contamos a precios asequibles (¿ Es tan gravoso que un Ayuntamiento cuente con un GPS adecuado, aunque haya que eliminar algunos viajes y dietas o no contratar al cantante hortera del momento?). Fue Alberto Soria quien me lo confirmo cuando nos disponíamos a recoger una cervezas: "José Antonio, no hay 13 kilómetros ni por asomo", dijo nuestro preciso amigo corredor, "es más, considero que no llegan ni a 12 los kilómetros que hemos recorrido". Y creédme, Alberto sabe lo que se dice y lo ha demostrado en varias ocasiones porque es particularmente meticuloso en estas cosas. De hecho, algo sospechaba cuando consulté mi tiempo: no era posible que hubiera sacado la media que deducía de acuerdo con el tiempo empleado, principalmente hoy que tampoco ha sido una de las carreras que ocupe un lugar destacado en mi particular biblioteca de buenas sensaciones.
Centrándome en la carrera en sí, una vez se confirma que mis problemas con la hora ya parecen casi solucionados, algo que ofrece mucha mayor tranquilidad para llevar a cabo todo esos ritos que solemos iniciar los corredores desde que abrimos la puerta del maletero del coche: cambio de camiseta, de zapatillas, de gafas, aplicación de vaselina, y un largo etcétera. Además, siempre gusta intercambiar algún saludo o información con algunos corredores amigos. El primero al que atisbé fue a Eduardo (un padre que corre), que parece ya mas decidido a iniciar el largo camino hacia el maratón. Al poco vas saludando a compañeros del club y algún que otro conocido (si bien conocidos, al menos a nivel visual somos casi todos, ya que solemos ser siempre los mismos en casi todas las carreras, excepto cuando se programa alguna de más fuste). No caliento porque la temperatura en pocos minutos lo haría por mí; además, era conocedor por el año pasado de cómo insufla el sol en nuestras cabezas en la vía de servicio y cómo se acelera el metabolismo calorífico en la rampa-salto de esquí. Así que busco el chip, que no presenta colas ni esperas agobiantes. Pronto, en poco más de diez minutos, comenzamos a correr.
Suelo salir siempre en la cola porque suelo salir hablando con alguien -casi siempre con Eduardo-, pero es algo que no me importa porque en los primeros metros todo es caótico y el orden va llegando poco a poco, así que, como siempre, intento buscar, en principio, un ritmo cómodo. No he tomado aún una decisión clara, pero "me apetece" sufrir un poco, ahora que la recuperación va llegando; o al menos, intentar "no vegetar" tanto como lo hice en Órgiva. Claro, todo dependerá de cómo me encuentre y de cómo se presenten las sensaciones en la rampa-esquí. Paso junto a Alberto y me dice: ésta es dura. Sí -le digo- la conozco del año pasado. Así que la subida se presenta pronto. La veo llegar, con su primera curva escorada a la izquierda y terrible. Intento refugiarme en la música -que hoy he llevado en esta carrera- de Helloween, si bien no le presto mucha atención, al menos no me escucho "sufrir" y no escucho el sufrimiento de otros subiendo, que es algo que también predetermina a nivel psicológico.
La rampa no es excesivamente larga, pero tampoco es corta. Debe tener alrededor de 400 metros, pero durísimos. El secreto -si es que lo hay- no es otro que bajar el ritmo hasta sentirse lo más cómodamente posible, pero a pesar de todo no experimento las buenas sensaciones que buscaba, por lo que desarrollo cierta ansiedad en acabarla. Por fin, al llegar a la cumbre, el terreno va picando para abajo, algo que es recibido con agrado por varias partes de mi sufriente cuerpo. Paso por el kilómetro seis y observo que no voy demasiado bien, pero debido al cambio de terreno, entro en el kilómetro siete con muy buenas sensaciones. En este kilómetro el cronómetro marca 32 minutos.
A partir del kilómetro ocho el terreno vuelve a picar para arriba en varios tramos, si bien en ocasiones no de forma demasiado perceptible. Así será hasta la llegada a las primeras casas de la localidad, en torno al kilómetro 11. Desde este kilómetro hasta el 13 (entre el 12 y el 13 es evidente que no hay un kilómetro), el paso por la población hace mucho más llevadera la ruta, si bien ya no estoy interesado en acelerar el ritmo, aunque sí guardo fuerzas para esprintar en meta, aprovechando la notoria bajada de la larga avenida que nos conduce a ésta. Finalmente, confusión en cuanto a la relación tiempo distancia, deduciendo ciertamente un ritmo real de entre 4,38 y 4,40 el kilómetro, que vuelvo a dar por bien empleado si consideramos que, a pesar de que he sufrido mucho más que en Órgiva, aún disto mucho de sentir las buenas sensaciones que busco.
Tras refrescarnos con abundante líquido y hablar con varios amigos (Eduardo, Mario, Pilar, Rafael Botello, Antonio, Faucón y un largo etcétera.), establecimos una especie de tertuliar varios corredores del club (Luis, Bernardo, Fernando, Manu, y Alejandro que no corrió por haber sufrido una reciente operación leve, pero que nos acompañó), con Francis Tovar que nos ilustró sobre lesiones, estiramientos, masajes y un largo etcétera. Así fue hasta que fue a recoger su merecido premio de ganador en su -mi- categoría.
A nivel organizativo, la carrera ha funcionado perfectamente, denotando la presencia de muchos voluntarios, protección civil, policía local y guardia civil. En ese aspecto no se le puede reprochar nada, pero -insisto- sí en el circuito.
La bolsa del corredor, muy discreta, principalmente en cuanto a la camiseta, que ya debería de ir siguiendo la estela de otros lugares en cuanto a sus características técnicas.
...Y bueno, nada mejor que tomar una cerveza después de la carrera, leyendo la prensa, informándonos de los pactos y de camino descubriendo la publicación de un artículo propio. Os pongo el enlace por si os apetece leerlo...un artículo muy adecuado para esta mañana pos- pactos electorales. Podéis leerlo pinchando aquí.

viernes, 15 de junio de 2007

RUTA PANTANO CUBILLAS

Tal y como ayer escribía hoy hemos estrenado una ruta muy cercana a nuestros domicilios y lugar popular donde los haya, ya que tradicionalmente ha sido -y es- un lugar de esparcimiento dominical de vecinos de pueblos colindantes como Albolote, Atarfe, Albolote, Maracena e incluso de Granada, pero que hasta ahora no habíamos corrido por allí. Y ha resultado muy interesante, si bien algo dura ya que es la típica ruta rompepiernas con bastantes trozos picados y alguna que otra rampa de cierta importancia. Por lo demás, se trata de un lugar rebosante de naturaleza pura, totalmente oxigenado y con apenas tráfico en la casi totalidad de su recorrido, a excepción hecha de la antigua carretera de Madrid, que debido a la construcción de la cercana Autovía A-44 (también denominada de Sierra Nevada, en su trazo granadino), es testimonial, el imprescindible para acceder a las distintas urbanizaciones por allí existentes y el acceso al cruce de algún pueblo por allí cercano, como es el caso de Colomera o Calicasas.
La ruta que hemos hecho Paco y yo tiene 10.300 metros y arranca desde el restaurante Romero, situado en el mismo umbral del Pantano. Desde allí hay que trotar por la antigua carretera, alrededor de tres kilómetros hasta buscar el desvío a la Estación de Calicasas, que cuenta con un terreno algo picado (si bien Paco considera que bastante picado). Esta carretera local bien asfaltada corre paralela a la vía del tren que une Granada con Madrid a la izquierda, mientras que a la derecha se abren los inmensos pinares que son la antesala del Pantano de Cubillas, que en esta tarde nublada presentaba el aspecto de una bandeja plateada. La ruta va buscando una circunferencia bastante imperfecta durante algunos kilómetros, para separarse posteriormente algunos kilómetros más, buscando la salida de la carretera local de la Estación de Calicasas hasta la carretera nacional de nuevo que tradicionalmente unía Granada con Jaén y Madrid. Es en esa zona anterior a llegar la carretera nacional cuando se encuentra la principal dificultad: una subida, de aproximadamente 900 o 1000 metros, algo más que picada que hay que subir con bastante discreción y salvaguarda ya que hace mella en los pulmones y las piernas del corredor.
La entrada a la carretera es suave durante dos kilómetros (hasta llegar de nuevo al restaurante Romero). Estos dos kilómetros son rápidos aprovechando la ligera bajada hasta llegar de nuevo al mismo borde del pantano, si bien esta carretera - como se puede ver en la imagen de GeogleEarth-, busca la circunferencia imprecisa del Pantano del Cubillas. En total casi 10 kilómetros y medio muy estimulantes y, repito, exhuberantes de naturaleza que, tal y como comentaba Paco, pareciera que estuviéramos corriendo en las inmediaciones de un lago canadiense. Por tanto una ruta muy recomendable que habrá que repetir e integrar como ruta habitual, incluso en dirección contraria. (Para ver mejor la ruta cliquear en la fotografía)

NUEVA RUTA

Las opciones para mañana viernes eran diversas. El último trote fue el pasado martes por las amplias avenidas y parajes de mi zona de residencia con un calor pegajoso y un duro asfalto, si bien me pareció muy estimulante correr por las largas avenidas picadas que ofrecen excelentes sensaciones de cara a la preparación de cualquier carrera urbana que se precie. Correr conlleva poder hacerlo en cualquier lugar y adaptarse a las circunstancias concretas, si bien uno siempre tiene sus preferencias y las mías se sitúan en las largas rutas despobladas de las afueras de las poblaciones pero también me encuentro a gusto cuando se trata de correr una media maratón, tales como la de Granada, Almería, o cualquier ciudad, que ofrecen un recorrido exclusivamente urbano, de ahí que trotar por calles y avenidas siempre será un buen entrenamiento de cara a una media maratón de trazado urbano. No obstante, siempre serán cambiantes las preferencias cuando se trata de entrenar o competir.
Pero será en los espacios abiertos donde este corredor obtendrá las mejores sensaciones del correr enfrentado a los elementos naturales. Todo un rosario de sensaciones de libertad cuando se levanta la vista y sólo se contempla camino o carretera y ante éstas sólo tus piernas y tu mente. Esa sensación es siempre impagable. Por eso mañana puede ser una buena ocasión para experimentar de nuevo esa sensación.
Resulta que llamé a Paco para indicarle que el viernes nos fuéramos a hacer unos 13 kilómetros por la Vega, previos a la carrera de Dúrcal del próximo domingo, resultando que él había medido con la moto la circunferencia que rodea al Pantano del Cubillas arriba mostrado, que se encuentra, para quien no conozca la zona, a muy pocos kilómetros de Granada, en dirección Jaén, muy cerca de la Autovía que conduce a la ciudad del Santo Reino y Madrid, justo en la estribación que conduce a Caparacena, lugar que ya he referido en varias ocasiones como circuito muy frecuentado por este corredor. El circuito tiene un radio de 10 kilómetros y medio casi y promete ser muy interesante ya que cuenta con un terreno que siendo llano también contiene algunas zonas "rompepiernas", que siempre vendrán bien para carreras más picadas. Allí estaremos a eso de las 7,30 de la tarde buscando esas buenas sensaciones que siempre encontramos cuando corremos Paco y yo. Si posteriormente quedan fuerzas es posible que hagamos algunos cambios de ritmo para poner las piernas a tono para el próximo domingo. Por supuesto, contaré aquí cómo es el circuíto y las sensaciones vividas, e indicaré su ubicación a través de Google Earth por si algún amigo o amiga corredor le pareciera interesante para sus entrenamientos.

martes, 12 de junio de 2007

UN CONSEJO HETERODOXO


No eran más de las 9 de la mañana, casi recién comenzada la jornada laboral, cuando recibí una llamada de mi amigo Paco, corredor también y que compartió imagen con quien esto suscribe en aquellas fotografías navideñas por la Vega de Pinos Puente como recordarán los más antiguos amigos de este blog. "Te voy a pasar con una compañera corredora para que le digas que zapatillas se compra". "Pero Paco, yo sé algo de zapatillas, pero no precisamente de corredoras", le protesto, contestándome con rapidez: "como no vas a saber de zapatillas de mujer tu que le compusiste una Oda a unas Adidas tuyas" e inmediatamente me puso con su compañera corredora, Cristina, que corrió en Huétor Tájar y parece dispuesta a correr el próximo domingo en Dúrcal.
Sinceramente jamás me había parado a reflexionar acerca de la diferencia entre zapatillas para corredores y zapatillas para corredoras, a no ser que éstas cuenten con seis dedos en vez de cinco; por tanto, la diferencia debe ser mayormente la estética y, tal vez, en general, el menor peso que suelen tener las corredoras. Por lo demás no entiendo que existan más diferencias al margen de las estéticas, que también son muy discutibles.
Estas amiga corredora me confesaba al teléfono que ella siempre se compraba unas zapatillas, sin detenerse en que fueran para hombre o para mujer, por lo que me sorprendí recomendándole el ejemplar que veis en la fotografía que no es otro que las Adidas Supernova Woman, más que nada porque a mi me están resultando muy eficaces y adecuadas su versión masculina. No obstante, le insistí que buscara también -cómo no- en las grandes marcas del sector tales como Asics, New Balance o Mizuno, ya que en este mundo del calzado para correr -como en cualquier otro- los consejos no deben de tener un valor especial. En mi caso, daba igual que hace dos años me aconsejaran esta marca del gigante alemán, y de hecho muchos conocidos la usaban regularmente y me las recomendaban: las primeras que adquirí no me fueron nada bien como conté en su momento. Posteriormente las adquiridas con motivo de MAPOMA, son otra historia, más mérito de la casa deportiva que ha sabido incluir un I+D más adecuado, que por mérito de este modesto corredor que aconseja o desaconseja zapatillas, más basándose en sensaciones particulares que en teorías empíricas o no.
En otro orden de cosas, me referiré a lo que ayer nos comentaba Mario acerca del peligro que ha sufrido ayer nuestro monumento nazarí y de camino toda la Dehesa de la Alhambra debido a un majestuoso fuego que milagrosamente no ha tenido peores repercusiones. La zona es bastante conocida por corredores asiduos que acuden a correr al Llano de la Perdiz, pero gravísimo es constatar que a punto de nominarse las candidatas a aspirar a ese selecto club de las 7 maravillas del mundo, la Alhambra de Granada ha podido tener un verdadero percance, y es grave también, tal y como comentaba ayer Mario, por el espeluznante hecho de que acaba de aparecer el calor y lo que pueda ocurrir en estos dos próximos meses de hastío podría ser más que preocupante.

jueves, 7 de junio de 2007

¿ SALTAMONTES DE 90 KILOS ?


Comenta Mario - y razón no le falta - que el tiempo que empleamos en recorrer los 18 kilómetros y medio en la ruta Órgiva-Lanjarón-Òrgiva es bastante bueno. Y es cierto. En la crónica de la carrera yo hablaba de un tiempo discreto y había comentarios de amigos (Paco Montoro, Ángel Luis) que afirmaban que el tiempo era bastante bueno. para las caracteristicas de la prueba. Por tanto, me rindo. Que yo advirtiera que el tiempo era discreto es más consecuencia de valoraciones subjetivas que objetivas, pero todo es muy relativo, a la vez que complejo, en este mundo singular y extraordinario del correr y cada corredor popular ha de valorar su rendimiento, su tiempo y su forma de correr en función de diversas variables, que serán tantas como corredores somos.
También comentaba Mario que el tiempo empleado era bueno si consideramos nuestras características morfológicas -muy parecidas-: más de 1,80 de estatura y algo más de 80 kgrs., de peso, características que nos hacen "intrusos" en un mundo de gente mucho más liviana. Creo que fue Eduardo (blog "una padre que corre") a quien le escuché o le leí, sobre el saltamontes de 90 kgrs., ironizando sobre su morfología y su (nuestra) mayor problemática para arrastrar nuestro peso y altura en pruebas de gran número de kilómetros, cargadas de subidas y/o de bajadas algunas de ellas.
Cada uno de nosotros, corredores populares, seguramente hemos atravesado nuestro particular desierto para llegar hasta aquí. En algunos casos habrá habido más éxito que en otros y habrá jugado un papel determinante la constancia y la predeterminación y convicción de llegar "algún día" a ser un corredor, sabedores muchos de nosotros que la naturaleza nos ha dotado de unas características físicas muy adecuada para otras especializades deportivas, pero no tanto para el fondo. Que esas deficiencias se puedan suplir o no con esa determinación antes aludida, con entrenamiento, con cambio de hábitos alimenticios, es una ecuación que habrá que solucionar a la luz de cada uno de nosotros.
En mi caso, jugador de fútbol durante bastantes años - guardameta en concreto-, formando parte de los distintos equipos de Pinos Puente y algún que otra temporada en otro equipo y algunos años más practicando este deporte en la Peña Eras Bodegón de Pinos Puente, mi físico se armonizó de acuerdo con el deporte que practicaba, para el que tenía las condiciones morfológicas adecuadas: altura, fortaleza, piernas robustas, etc. Asimismo, los años dedicados al ciclismo -algunos de ellos simultaneos al fútbol-, lograrón "afinar", parte de los grupos musculares necesarios para el deporte del pedal, si bien tampoco cuento con la morfología adecuada para ese deporte, algo que sufrió enormemente en la élite Indurain y que logró superar gracias a unas condiciones excepcionales como ciclista y como persona.
Por tanto, cuando uno se plantea correr en serio (que es cuando no corres esporádicamente, algo que siempre hice, sino cuando te planteas el correr como algo que integra tu vida y te afanas en cumplir con la mayor precisión posible). debe de temer muy claro los pasos necesarios que habrá de dar para convertirse en corredor. Esos pasos, como decía, serán distintos dependiendo de nuestras propias características y de la determinación. En mi caso, sabedor era que las condiciones físicas tenían que cambiar de manera determinante si deseaba "sentirme" corredor; había que adaptar musculatura inferior y sufrir esa adaptación (en mi caso, sobre todo los gemelos), perder envergadura y peso a base de entrenamiento y determinados hábitos alimenticios, buscar elasticidad en las piernas allá donde no la hubiera, así como algún que otro detalle de mayor o menor importancia; y sabía que todo eso iba a costar.
Indudablemente cuando inicias alguna actividad en tu vidad que te resta mucho tiempo y esfuerzo tienes que saber cuales son tus limitaciones, por tanto, no tuve ningún problema en comprender cuáles eran las mias en este mundo y en qué momento de mi vida había decidido correr en serio. Ni que decir tiene que desde antemano sabes que no llegarás a la élite y que te considerarías más que satisfecho si te conviertes en un corredor popula consecuente.
Y sí, aunque aún queda mucho camino por recorrer, hoy día, trás doce a quince kilos menos, menor envergaura, mayor elasticidad y estructura muscular de corredor bastantes kilómetros en las piernas, casi una docena de media maratones y maratón y un buen número de carreras menores, miras hacia atrás y sientes satisfacción al comprobar cómo lo que un día fue una idea, un proyecto, un atisbo de intención, hoy se va convirtiendo en algo más que un proyecto o una idea, si bien no sabría bien decir si un corredor, aunque sí es perceptible que algo ha cambiado en apenas dos años y algo suelen notar quienes están a tu alrededor. Todo esto ha supuesto un trabajo, mitad metódico, mitad improvisado y no es algo que todo el mundo está dispuesto a afrontar,sino todos los que interpretamos el correr casi como una religión como una forma de vida: poder comprobar cómo tu cuerpo y tu mente devoran kilómetros en horizontes perdidos o reencontrados y cómo estás sólo ante esos kilómetros, siendo de esa acción de donde surge una de las mayores experiencias que puedas encontrarte a diario. Nada aporta tanto por tan poco. Como bien decía un compañero hace unos días cuando comentábamos la carrera del pasado domingo o el maratón de Madrid: "sinceramente, siento envidia sana de vosotros".

domingo, 3 de junio de 2007

XIX PRUEBA DE FONDO DE ÓRGIVA (3/06/2007)

Las poblaciones que abren la entrada a las Alpujarras granadinas han sido las protagonistas de esta prueba meridional del Circuito de Fondo de la Diputación de Granada. Estas poblaciones son Órgiva, un pueblo en torno a los 5.000 habitantes -uno de las más poblados de la comarca granadina- y Lanjarón, que necesita poca presentación; famosa por su agua y que cuenta con uos 3.500 habitantes.
Particularmente, era la primera vez que corría esta prueba, toda vez que el año anterior -mi debút en este mundo-, me encontraba recuperándome de una operación de varices; así que no podía faltar a la cita, a pesar de que este corredor no atraviesa su mejor momento. Sin embargo, las buenas sensaciones de los últimos entrenamientos, más el descanso tras MAPOMA, me convencieron para asistir a esta prueba, a pesar que descarté correr aquí, tras las malas sensaciones al terminar la prueba anterior, la del Esparrago. Ahora bien, debía de ir a buscar buenas sensaciones y a hacer la carrera lo más cómodamente posible. En definitiva: a disfrutar del correr por el correr. Y así fue. Fiel al planteamiento inicial, desde el primer momento asumí la mentalización de correr cómodo y con el menor esfuerzo posible. Y de esa guisa me dirigí libre y sin onerosidades algunas a la población alpujarreña a eso de las 9 y 15 minutos de una soleada -y ya casi calurosa- mañana de domingo.
Desde Lanjarón a Órgiva hay una sinuosa carretera comarcal de 9 kilómetros, cargada de curvas y continuas bajadas, así que intenté concentrarme en cada bajada que hacía con el coche e intentar visualizar cómo sería la subida, minutos más tarde, si bien en esta ocasión a pie. Definitivamente: las rampas son tremendas, algo que pudimos comprobar los corredores poco después. No es fácil comprender el por qué Lanjarón está más alto que Órgiva, toda vez que a medida que nos adentramos en Las Alpujarras, hasta culminar en Trévelez, como paradigma de altura, lo lógico es ir subiendo cada vez más. Esa duda se despeja fácilmente, cuando comprobamos que la "puerta" alta a Las Alpujarras se encuentra justo a la entrada de Órgiva, en dirección Pampaneira y Capileira y Trévelez, situándose Órgiva a ras de río, que continuará sus pasos por la Contraviesa Media y Baja hasta la Costa Granadina. Así que la subida es tremenda hasta Lanjarón. Por lo tanto, un duro test se presentaba para nuestras piernas.
Sabedor de la problemática de estas poblaciones, encaladas en la sierra, para aparcar el coche, no dudé en dejarlo en los primeros huecos que encontré a la llegada de la población. El ambiente, que duda cabe, era el propio de una carrera del Circuito. Junto a los más madrugadores del lugar se entremezclaba una pléyade de corredores ataviados -como es costumbre- con los colores más diversos. Todo indicaba que la prueba no tardaría demasiado en comenzar. Tenía pendiente de recoger el chips y sabía que encontraría a conocidos por el camino. Justo a mi lado aparcó Luis, compañero del nuestro Club Esquí Caja Rural y antes de llegar a la zona de recogida, encontré a Rafa Botello, indignado por el puente que ha llevado a cabo el Ayuntamiento de Granada, justo por la zona de mayor confluencia de corredores granadinos: El camino de la Fuente de la Bicha, lugar por el que él suele entrenar y por el que yo entrenaba cuando habitaba por la zona. Pronto encontré también al reencontrado Eduardo, administrador del blog "Un Padre que corre", que tras muchas vicisitudes se "reincorpora" al Circuito.
Ya dispuesto con el chip en la zapatilla, en breve se lanza la salida llegándose a los pocos metros a la zona de subida, que será ya continuada durante unos 4 kilómetros y algo, sin que deje de existir hasta la llegada hasta Lanjarón, si bien de manera más irregular.
Subiendo me encontraba bastante cómodo, ya que la media kilométrica era algo superior a 5 minutos el kilómetro. Sin embargo, era tan clara mi disposición a ser comedido y a correr cómodo que no me preocupó en ningún momento el ritmo sino las sensaciones. Y éstas eran excelentes, y lo fueron a lo largo de toda la subida hasta la población de Lanjarón: sólo tiraría en la medida que existiera total armonía entre piernas, respiración y mente. Cuando se diera esa rara armonía no tendría problemas en avanzar; de lo contrario me quedaría durmiendo esa especie de "sueño de los justos". A ese discreto ritmo fue evolucionando la subida, rodeados de un exquisito paisaje que Mario iba relatando, dado su conocimiento de la zona por sus rutas ciclistas. Hubo un momento que señaló a la izquierda y dijo: "mira, se ve la Costa"; y efectivamente, en las zonas más altas, ya cerca de Lanjarón, entre las montañas que conforman el sistema montañoso de Sierra Nevada, se podía vislumbrar, tenue y cargada de luz, la Costa granadina. Ni que decir tiene que toda esa recreación sobre la naturaleza fue posible gracias a la comodidad del ritmo impuesto.
Sobre un kilómetro y medio antes de entrar en Lanjarón ya nos cruzamos con los primeros corredores que vuelven desde aquella población. Entre el grupo de los 15 o 20 primeros saludo a Jose que va como un bólido, tal y como luego le dije cuando hablé con él por teléfono. Al poco tiempo ya vislumbramos las primeras casas de la "ciudad del agua". Lo peor ya estaba casi culminado.
Llegados a Lanjarón, una rotonda de la parte céntrica del pueblo sirve como referencia para la vuelta de nuevo a Órgiva. Sabía que habría que bajar todo lo subido, pero me impresionó sobremanera la espectacular bajada, en los últimos seis kilómetros, hasta el punto de sentir cierto escalofrío al pensar que minutos antes mis castigadas piernas habían subido por estas rampas dantescas.
La bajada siempre se agradece, pero no en esta carrera. Resulta que esa pronunciada y continua bajada es altamente agresiva para las articulaciones, ya que te "obligas" a ir a un ritmo alto debido al desnivel del terreno y la exigencia muscular y aeróbica es enorme. Por tanto, no es difícil contemplar cómo a algunos corredores se les cargan los extensores y les molestan las rodillas ante tanta bajada y tan rápida. Particularmente siento alguna molestia en la ingle izquierda pero no denota importancia, así que intento bajar rápido si bien, en la linea en que me he planificado toda la carrera, bastante conservador.
En la bajada, a falta de unos seis kilómetros para el final, compruebo cómo van avanzando los kilómetros. Me uno a un grupo y avanzo con ellos durante un tiempo. Voy a un ritmo cómodo y abrazo la posibilidad de circular con ellos durante el mayor tiempo posible; no obstante, observo que el grupo se va deshaciendo poco a poco y mis piernas exigen algo más de ritmo en un falso llano, así que por un tiempo me quedo sólo haciendo una especie de acordeón entre el grupo que abandono y el que pretendo alcanzar, en el que se encuentra Mario. A los pocos minutos lo alcanzo y sigo con ellos algún tiempo, pero se ve que la vocación de los grupos es deshacerse y no optar por la continuidad, de manera que éste también se hace añicos y me quedo junto a unos cuantos corredores que van en la parte central del deshecho grupo. Todo ese mecanismo muy propio de las carreras culmina en un buen número de kilómetros recorridos. Mis sensaciones siguen siendo magníficas y el agua es entregada -como no podía ser menos en la zona en la que corremos- con generosidad en los frecuentes puestos de avituallamiento. El agua suministrada, lógicamente, es Lanjarón y normalmente se ofrece una botella más grande - me pareció de medio litro-, en lugar de la botella de 25 cc que se suele ofrecer en el resto de carreras, algo natural si consideramos que la planta embotelladora de Lanjarón se encuentra a menos de cinco kilómetros.
El descenso termina casi a la entrada de la población de Órgiva y ya faltarán apenas 500 metros para la llegada, comprobando incluso al final de la carrera que apenas me había fatigado tras 18 kilómetros de carrera, sin que eso me llevara a pensar que debiera haber sido más ambicioso. Hoy no tocaba serlo ya que como bien me comentaba Jose, es mejor acabar con buenas sensaciones y no forzar para no perder esas buenas sensaciones en otras carreras.
Finalmente la clasificación oficial me sitúa en un tiempo real de 1 hora, 28 minutos y 28 segundos, a una media de 4 minutos y 49 segundos, tiempo discreto pero que doy por buen empleado, sobre todo si consideramos que esta carrera estuvo a punto de salirse de mi agenda.
En cuanto a la organización he de comentar que me ha parecido magnífica, probablemente una de las mejores hasta ahora. El hecho de dejar todo el trayecto Órgiva-Lanjarón-Órgiva, libre de coches un domingo por la mañana, día de mucho tránsito turístico por la zona, denota una gran convicción de los organizadores, que ya anunciaban nada más penetrar en el cruce que conduce a Lanjarón, desde la autovía -cuando lo sea- a la Costa, que el acceso a Órgiva se haría por Velez Benaudalla. Por tanto, una sincera enhorabuena a los organizadores por esa "valentía". Además, se trata de una prueba en la que se sortean productos típicos de la zona (jamones, chorizo, vino, etc), sin que sea ápice para que la bolsa del corredor esté bien dotada de camiseta -que ya debería de ser técnica en todas las carreras-, isotónico, dulces rehabilitantes, agua y yogurt. En definitiva, excelente dedicación del área de deportes del Ayuntamiento.
Vimos y saludamos a muchos amigos, como es habitual. Además de los ya citados, compartimos charla con Eduardo, Jorge, Bernardo, Antonio, Alejandro, Manu, entre otros, pero lamentamos no poder contar con la presencia de Ángel Luis, lesionado recientemente y al que doy ánimos desde este lugar y espero que al menos la crónica le haya hecho "correr" esta prueba, aunque sea mínimamente.
En definitiva, acertada decisión la de correr esta prueba y de haberla corrido de acuerdo con lo planteado inicialmente: la búsqueda de buenas sensaciones.