lunes, 31 de diciembre de 2007

FELIZ AÑO NUEVO A TODOS

Finalmente acabó el año como comenzó: corriendo. Y con mucha satisfacción por dos motivos: por haber podido correr esta mañana con cuatro amigos y por haber podido correr 16 kilómetros (no pisando huevos, como dijo Mario), sin que percibiera molestía alguna en mi soleo izquierdo. Por tanto parece todo solucionado, sin que la euforia deba de olvidar la cautela.
Una sesión extraordinaria esta mañana por una mañana vibrante de luz pero fría por la Vega de Pinos Puente, sin posibilid
ad de poder realizar fotografía alguna, pero sí dejando esta foto final una vez acabada la ruta (Abel, José Manuel, Mario y quien suscribe - Paco hubo de marcharse unos minutos antes-), y dispuestos ya a despedir el año tomando unas cervezas en el restaurante que tenemos a nuestra espalda.
Por tanto, olvidada ya la lesión - por ahora -, habiendo vuelto a la ruta solo queda desearos a todos:

UN FELIZ Y PROVECHOSO AÑO NUEVO Y MUCHA PROSPERIDAD EN LO QUE EMPRENDÁIS.

domingo, 30 de diciembre de 2007

¡ A CORRER EN NOCHEVIEJA (O A PEDALEAR) ¡




AMIGOS/AS: Va llegando el día de una nueva sesión por la Vega de Pinos Puente. Si la primera os la perdistéis, sería una lástima perderse ésta, sobre todo si tenemos la suerte de encontrarnos la mañana brumosa y fría.
Esta tarde ví a Paco (mi compae), y me comentó que probablemente también el haga la ruta en bici. Yo espero pedalear de nuevo con la de Ma
rio, si es que Mario anda por Granada o Pinos Puente. Así que contamos con todo amigo/a que quiera correr con nosotros 16 sabrosos kilómetros por el espacio y lugar que ilustran las fotografías de este post e ilustraron la salida en Nochebuena.
¿ Por qué en Nochevie
ja ? Porque nos gusta correr también en Nochevieja y porque en Nochevieja se come mucho.
Ardo en ganas de correr, como ya sabéis quienes hayáis estado lesionados
en alguna ocasión, así que por mañana trotaré por un parque cerca de casa para ver cómo va la cosa porque las molestías a priori han desaparecido por completo. De todas maneras allí estaré:

COMO SIEMPRE: A LAS 11 DE LA MAÑANA EN LA PUERTA DEL RESTAURANTE LA CRUZ DE GRANADA (PINOS PUENTE).
ALLÍ NOS VEMOS.

viernes, 28 de diciembre de 2007

MIS LECTURAS NAVIDEÑAS



He reunido en un anaquel de mi librería cuatro libros. Son los elegidos para intentar leer en estas navidades tan poco concebidas para la lectura y la reflexión (¿ será que el mercado, el capital, el gobierno, los políticos.., cada vez deseen aborregarnos más con toda esa exhibición de consumismo y vacuidad ?). Así que os hablaré de cada uno de estos libros y de algún otro que no está en la foto porque se ha incorporado recientemente. Algunos de éstos los simultáneo, aunque no es una práctica que me guste llevar a cabo excesivamente, aunque es conciliable siempre que la temática del libro sea distinta.

Comenzaré hablando del que tenemos a nuestra izquierda de la pantalla:

De las taifas al Reino de Granada, de María Jesús Viguera Molins (Catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid)

En realidad no se trata de un libro en sí, aíslado, sino del número 9 de la prestigiosa colección de la Historia de España que puso en circulación la Editorial Temas de Hoy, a través de su colección Historia 16. Esta colección la adquirí ya hace tiempo, fascículo a fascículo en los quioscos, y desde hace algún tiempo estoy acometiendo su lectura de forma metódica, desde el fascículo 1 que aborda la Prehistoria de la Península Ibérica. Ahora toca éste que aparece en la fotografía.
Estos textos no son de digestión ligera ya que están tratados de forma académica, escritos por Catedráticos y profesores de distintas universidades españolas. Y elegí esta colección porque me pareció rigurosa y bastante neutra -aunque la neutralidad acerca de la Historia no existe totalmente-. Hasta el momento, sus contenidos me están aportando un conocimiento apropiado sobre nuestra propia Historia, al tiempo que estas lecturas están sirviendo para eliminar las mentiras y tópicos que nos enseñaron en la escuela, a pesar de que visto lo visto, todo lo que aprendimos en nuestra querida E.G.B., se está demostrando infinitamente más útil de lo que se enseña en la actual LOSE, o como se llame la inútil nueva enseñanza, sobre todo si nos atenemos a las conclusiones del informe PISA, del cual debe de estar muy orgulloso el Sr. Chaves.

El Mundo, de Juan José Millás.

Cuando conocí que Juan José Millás había ganado el Planeta 2007, a los pocos días acudí a la librería y lo adquirí. Pero no porque fuera el Premio Planeta, es más, esa condición podría ser la menos atractiva para comprar un libro, sino porque se trata de una obra de Juan José Millás, al que considero un escritor total, en el concepto más proustiano de la palabra. Pocas cosas de Millás me han decepcionado; y a pesar de que aún no he concluido El Mundo, esta obra va camino de no decepcionarme tampoco, ya que aglutina todo ese mundo mitad onírico mitad real que magistralmente enlaza el escritor valenciano. Una forma de escribir sin par.

La Segunda República, de Julio Gil Pecharromán (Profesor Títular de Historia Contemporánea en la UNED).

También ha tocado leer en estas fechas un ensayo histórico sobre - por mí admirada- Segunda República, etapa en la Historia de España que ha sido muy controvertida y que fue violentamente cercenada por una España furiosa y fascista, tras su proclamación legal el 14 de abril de 1.931. La Segunda República fue una etapa política, social y cultural y, tal vez, su fracaso se haya debido a su vocación integral en una España que estaba casi enterrando el Antiguo Régimen y no estaba preparada para tantos aires de libertad. Fue una etapa en la que también existieron sombras, pero fue tanta su luz cegadora que muchos ojos se cerraron ante tanta diafanidad.
Después de leer los Diarios de Azaña (Los Cuadernos robados), robados en la época franquista y que atesoró Franco durante tanto tiempo, hasta caer -misteriosamente- en las manos de Aznar, necesitaba contrastar esas visiones íntimas sobre la Segunda República con otra visión más objetiva y académica.
Es una lectura que vengo arrastrando desde hace tiempo.

El Pedestal de las estatuas, de Antonio Gala.

No es Gala uno de mis novelistas preferidos. O al menos no lo es cuando trata un tipo de literatura que no me interesa demasiado. Ahora bien, admiro al Gala intelectual y al gala articulista. Así que cuando publicó una novela, que se aparta sobremanera de sus libros anteriores, mucho más prosaicos, me dije: he de leerla.
Además, se trata de la novelación de la figura de uno de los personajes - junto al valido Conde Duque de Olivares -, más influyentes de la poderosa España de los Siglos XVI y XVII, el poderoso secretario de Felipe II, Antonio Pérez.
Este libro aún no ha sido comenzado y sigue en su anaquel esperando su turno, pero espero poder devorarlo antes de devorar las doce uvas.

Decía que no está en esta foto otro libro que me fue regalado después de esta gloriosa fotografía. Se trata de un ensayo histórico dedicado al oscuro mundo de los borbones desde que aparecieron en España con Philipe de Bourbon, duque de Anjou, primer monarca de la Casa Borbón y que reinó con el nombre de Felipe V desde 1.700 hasta su fallecimiento en 1.746.
Quienes leéis de manera asídua este blog conocéis de mi condición antimonárquica, así que estoy atento a todo lo que se publica "analizando" la figura de los borbones. No todo lo que se publica, lógicamente, me interesa o lo compro o pido de regalo, sino que procuro centrarme en aquellos textos que considero más rigurosos y contrastados y éste lo es. Se denomina: El pecado original de la familia real española,
cuyo autor es el ensayista e historiador Josep Carles Clemente. Aún no he superado el primer capítulo pero el tratamiento dado parece que promete. Si se da la ocasión, hablaré de él en su momento.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

UNA BUENA SESIÓN EN NOCHEBUENA



El día de Nochebuena tocó sesión por la Vega. A la llamada para correr respondimos cinco amigos (Abel, Mario, José Manuel, Paco y quien esto suscribe). Así que a las 11 ya nos encontrábamos dispuestos a hacer esa ruta de casi 16 kilómetros, por una Vega hermosísima y con una climatología no demasiado típica de estas fechas. Si el año anterior, Paco y yo, nos encontramos una Vega brumosa y fría, hoy nos hemos encontrado una Vega repleta de luz y con una excelente temperatura.
Añadir que debido a mi lesión hube de hacer la ruta con la excelente bici de Mario, experiencia que resultó fructífera y novedosa ( no obstante, hace bastantes años practiqué con bastante intensidad el ciclismo de carretera, vamos el del Tour, el del Giro, el de la Vuelta, llegando a ser cofundador de la primera peña ciclista de Pinos Puente, junto a Paco y otros aficionados, aún vigente), si bi
en mucho menos dura que la que les esperaba a mis compañeros de fuga. Al menos, pudimos obtener una ventaja de mi lesión, que ya va remitiendo: pudimos hacer un buen reportaje fotográfico que introducimos aquí: (PINCHANDO EN CADA IMAGEN SE AMPLÍA, EXCEPTO LAS DOS ÚLTIMAS QUE SALIERON VÍDEOS POR MISTERIOS DESCONOCIDOS DE LA TÉCNICA FOTOGRÁFICA)







lunes, 24 de diciembre de 2007

RELATO DE NAVIDAD

Esta mañana, como es tradicional, el periódico Ideal ha publicado un suplemento especial en el que aparecen reflejados una selección de relatos de Navidad. Y han tenido la gentileza de seleccionar un relato que envíe basándome en un post que escribí con el mismo nombre que le he dado al relato: "Corriendo entre copos" y aludía al encanto de correr en días de nieve. El relato, obviamente, adquiere un tono de cuento ó relato navideño, pero tiene mucho de esa materia prima que fue aquel post. Así que como la única posibilidad de leerlo es en la edición impresa, reproducimos aquí el relato, principalmente, por si os apeteciera su lectura y no os es posible haceros con Ideal. También ha sido seleccionado un relato de nuestro amigo Jesús Lens, cuyo blog "pateador" lo tenéis justo a la derecha de la pantalla y que según nos comunica su propio autor será colgado mañana en su blog.
Por tanto,si en el post anterior colocábamos un relato aparecido en el especial de 2005, denominado "Volvamos a la Navidad de Capra", ahora os dejo éste que une nuestra afición con la literatura y la Navidad. Espero que lo disfrutéis.
Por cierto, tenemos una excelente colección fotográfica de la salida de hoy Nochebuena por la Vega de Pinos Puente, que colocáremos aquí en un par de días. Por tanto os dejo el anunciado relato que, por supuesto, dedico a todos los corredores/as que leéis este blog:




CORRIENDO ENTRE COPOS

Soy corredor y pocas circunstancias han postergado mi actividad, pero aquella tarde asomado a la terraza observaba la virulencia de los copos de nieve mientras pensaba que la cosa podría ir a más y que, por tanto, el camino de tierra por el que planeaba correr estaría hecho unos zorros. De manera que mitad amedrentado, mitad indeciso, a punto estuve de

decidir no correr, si bien aún retumbaban en mis tímpanos las palabras pronunciadas por Jose que sí había corrido la tarde anterior entre la nieve. "Tuve una sensación como si flotara", dijo, y ya no me pude quitar aquella frase de la cabeza, así que maldecía mi cobardía: yo tenía que haber experimentado también esa sensación; porque tal y como estábamos calentando el planeta, por estas latitudes la nieve podría despedirse para siempre del cálido sur de esta España cada vez más seca. Así que cuando a eso de las cinco de la tarde observé que los copos casi anulaban las luces navideñas y el frío era tan intenso, me dije: "no desaproveches esta oportunidad". Ya tan sólo faltaba buscar el lugar idóneo en el que el correr se fundiera emocionalmente con el entorno, y ese lugar no podía ser otro que el camino que lleva a la aldea idealizada por las viejas historias que me contaba mi abuela paterna acerca del ritmo vital de este lugar a principios de siglo, posteriormente muy castigado por la cruenta guerra civil, que se ensañó particularmente con aquella zona ya que cuenta con sinuosas sierras donde poder controlar al enemigo sin ser controlado. Por tanto, a eso de las cinco y cuarto ya estaba enfundado en vaporosa ropa de invierno para tratar de protegerme del grado bajo cero que en ese momento levitaba sobre aquellas antiguas sierras de tan azaroso pasado.

En los primeros pasos, en dirección a la aldea fui acompañado por un tenue sol de invierno y con el viento del norte a mi espalda por lo que la sensación de frío no era demasiada en ese momento, si bien la luz diáfana del campo nevado, que impregnaba de anhelo mi mirada, presagiaba que la intensidad de los copos podría aumentar en cualquier momento. Y así fue. La nieve caía distraída, y mientras corría observaba delante mía que los copos imitaban el movimiento de los volanicos del estío dado el poco grosor aún de su materia sólida. No obstante, cuando llegaba a la altura de la Fuente del Portichuelo, mientras subía la pequeña pero dura cuesta anterior a la larga recta que pronto conducirá a la aldea, comenzó a nevar con mayor intensidad. Pero fue en ese momento, mientras bajaba, cuando la nieve ya fue más persistente hasta el punto que la suave levitación de los copos de unos minutos antes ahora ya se había convertido en una caída más vertical e irreverente, golpeándome en el rostro como si fueran dagas afiladas. Pensé imaginadamente que esos copos eran los anteriores pero más evolucionados, convirtiéndose ese hecho en una metáfora perfecta de nuestro efímero paso por el mundo desde tiempos ancestrales.

Al llegar a otra altiva cuesta, no demasiado larga pero sí muy inclinada, que los lugareños denominan, como si de un presagio se tratara, "la de los muertos", los copos habían cambiado su verticalidad anterior y ahora rebotaban con virulencia en toda mi geografía corporal, azotando la cavidad ocular y pujando por introducirse en los lugares más desprotegidos del cuerpo, como si tuvieran vida propia. Fue entonces cuando pensé que las personas a veces dilapidamos el tiempo en tareas vacías y la verdadera armonía con el mundo, con la naturaleza y con la existencia, estaba presente en ese justo momento bajo mis pies y a mi alrededor y que nada, después de aquel instante mágico, tendría sentido porque si la existencia tenía explicación, aunque fuera efímera, ésta debería de estar produciéndose en ese momento y lugar, sin lugar a dudas. Es probable que aquella aseveración fuera exagerada pero hablaba el sentimiento y alentaban las endorfinas, si bien ¿Por qué no podría ser ese momento como una revelación? ¿No afirmaban los místicos que la presencia del ser superior que nos guía se manifestaba en las pequeñas cosas?

Así que una vez subida la cuesta ya tuve a la vista los tejados de las casas más altas de la aldea. A la izquierda podía contemplar blanco y hermoso el caserón que presidía el pequeño ramillete de casas, así que pensé que la imagen coincidía plenamente con la típica y tópica de un relato de invierno, de hecho, en aquel momento su ajada chimenea despedía un tenue e inquieto hilo de humo, y esa estampa se convertía en un verdadero fresco invernal de aquellos que ilustraban los viejos almanaques de los mantecados de Estepa, cuya caja cada año, por Navidad, nos enviaban a casa; mientras, a la derecha, destacaba el cementerio viejo y al fondo la desvencijada iglesia, provista de una solitaria estrella iluminada, que fue respetada en la abyecta guerra civil por ambos bandos; entonces fue cuando vinieron a mi mente aquellas viejas historias que le escuché a la abuela, sobre lealtades y miserias; sobre olvidos y alegrías.

Una vez llegado a ese punto tocaba dar la vuelta y fue cuando percibí de veras el atroz frío que en ese momento reinaba en los campos nevados, aunque ya no nevaba, si acaso algunos copos dibujaban en el aire una especie de baile díscolo e improvisado. Comprendí de pronto que tenía delante de mí el viento del norte y me acordé de la película "Chocolat".

Bajando la "cuesta de los muertos" volvió de nuevo a incrementarse la nevada, mientras que por la recta, observaba los olivos nevados a mi izquierda y la pequeña Vega vecina del río Cubillas a mi derecha también nevada. A lo lejos se aproximaba un pequeño vehículo que casi paró a mi altura. Entonces me pareció que el conductor, un hombre bastante mayor, al pasar por mi lado, me hacia gestos nerviosos inquieto por mi arrojo de correr en esas condiciones climatológicas y en lugares tan despoblados,, pero nada dije y seguí mi ruta, con un frío cada vez más intenso. Era muy difícil entrar en calor. Seguí corriendo con la imagen del hombre mayor en la cabeza y no pude evitar preguntarme si mi actividad de aquella tarde era vista con insensatez por los demás o si los corredores éramos unos seres raros, tan encerrados en nuestro mundo que apenas observamos qué ocurre a nuestro alrededor.

Una vez acabada la ruta, mientras volvía en el coche a casa, pensaba que hay cosas que no se pueden dejar de hacerse y una de ellas es fundirse con la naturaleza y sus hijos, corriendo entre copos.

VOLVAMOS A LA NAVIDAD DE CAPRA


He de reconocer que aún no le he tomado la medida a la Navidad, pero se supone que nadie se la ha tomado. Siempre deseo por estas fechas realizar un determinado sueño antiguo que reaparece año tras año, pero que jamás identifico. Volver a buscar el contacto humano en la plaza del pueblo tras la Misa del Gallo, reunirme con los amigos para bebernos la noche, que es una pléyade de estrellas tintineantes y frías, abordar a los conocidos en el recogimiento de su hogar y comprometer su hospitalidad en forma de anís y rosco de vino. Son asignaturas nunca aprobadas que probablemente se engarzan en el alma infantil dispuestas a seguir ahí para siempre, como si de una raíz profunda se tratara.

Probablemente esa sea la definición del espíritu navideño, aquél que ya se va destruyendo. Y es que desde que el capital se apoderó de la Navidad el espíritu navideño está en venta, hecho éste que hace tangible lo que era la intangibilidad por excelencia, ya que estaba en el mundo de lo invisible en forma de ilusión. Los iconos navideños cada vez son más efímeros, como efímeros son los bolsillos en estas fechas.

Hemos caminado desde los páramos helados de la nochebuena navideña con aguardiente y zambomba a la Navidad erotizada por el Dios consumo. Ni siquiera ha habido transición. Es como si unos grandes molares hayan destruido lo ancestral entre nosotros; como si acudiendo a nuestros seres cercanos con la pandereta rescatada del trastero, éstos nos miraran con la expresión con que se mira a un loco, cuando un año atrás nos abrazábamos en el jolgorio hedónico bailando al ritmo de la fanfarria recorriendo nuestras calles queridas, buscando las casas de quiénes sabíamos que nos darían anís y un alfajor de vino.

Sin duda, habrá que volver a las cuevas del Sacromonte y ver como celebran los gitanos sus nochebuenas flamencas antes de que lo hagan americanos e ingleses y nos las acaben robando, que lo harán. Habrá que volver a saborear la larga noche misteriosa y volver a asomarse a la plaza del pueblo y participar del guirigay de siempre, porque es muy duro que no exista transición en el terreno abonado del recuerdo.

Es en esa decadencia cuando intentas aferrarte a los símbolos de siempre, empalagosos como los que más, sin duda, pero siempre dispuestos. Y volver a conectar el video y ver de nuevo “Que bello es vivir” de Frank Capra, donde James Stewart nos hace inquietarnos ante ese puente tan nevado y de aguas tan turbulentas, instantes antes de que aparezca su ángel de la guarda, dispuesto a ganarse sus alas. Y volver a leer de nuevo “Cuento de Navidad” de Charles Dickens, donde el ávaro Scrooge se afana en no reconocer su perdición, en una noche febril de sueños y fantasmas. Uno se aferra a todo antes que quedarse en la nada, porque con el transcurso del tiempo es fácil elegir entre lo que fatiga y se repite y lo que se pierde para siempre.

Por tanto, habrá que mirar de nuevo con la mirada cándida, esa que no es necesaria para firmar las hipotecas o enfrentarse al jefe cada día, pero que sin duda, aún permanece donde siempre estuvo.

Reflexionaba de esa forma mientras, solitario, me helaba de frío en un banco de la plaza del pueblo, la misma que un año antes se erigía en protagonista absoluta en esta noche de cantos múltiples y petardos tardíos. Lugar de encuentro para beberme la noche con mis amigos, como todas las nochebuenas de nuestra vida. En cambio ahora, si acaso, a lo lejos, apenas se pueden vislumbrar las imágenes cansadas y encorvadas de algunas ancianas que ya salían de la misa del gallo, con la toquilla apretándose la boca, dirigiéndose a paso raudo y torpe hacia sus casas. Pero, ¿dónde están los demás? ¿Dónde se encuentran los que el año pasado merecieron la regañina de la policía local, ofuscados por los petardos? ¿ Dónde se encuentra el espíritu de esta noche?

Ausente y pensativo me levanté del banco y paseé por unas cuantas calles oscuras y solitarias. El frío era intenso y al pasar por las ventanas de las casas bajas, se escuchaba el rumor rompedor de las televisiones en las que parecían adivinarse programas navideños con muchas serpentinas y alegría por doquier.


Como os comentaba hace unos cuantos post, subiría este sencillo relato que fue publicado por Ideal en su selección de relatos del especial de Nochebuena, sino recuerdo mal, en 2005 y que edita cada año.

Con él, de fuertes matices navideños como comprobaréis, os deseo a todos-as:


FELIZ NAVIDAD EN COMPAÑIA DE LOS VUESTROS






domingo, 23 de diciembre de 2007

¡ A CORRER POR LA VEGA EN NOCHEBUENA ¡

Amigos/as:

Vamos a correr por la Vega de Pinos Puente mañana 24 de diciembre a las 11 de la mañana. Unos correrán y algún otro -quizá yo- optará por ir en bici (en la de Mario, supongo). Extraño se verá que éste que suscribe y propone estas quedadas no corra. La lesión aunque bastante mejorada -de hecho, ya no exi
sten molestias al andar-, aún persiste y hay que dar al cuerpo el tiempo que necesita, pero allí estaremos a las 11 de la mañana en el Restaurante La Cruz de Granada, justo a la entrada de Pinos Puente, una vez dada la curva de la carretera nacional que une Granada y Córdoba. No sé con exactitud quienes estaremos allí. Supongo que Abel, supongo que Mario, supongo que Paco, supongo que algún compañero de Paco (Jose -Oliver- se interesó pero parecer que tenía entrenamiento a las 7 de la mañana con Francis Tovar y Emilio anda por Cazorla) ...y más suposiciones no me quedan, pero estoy seguro que alguno más optaréis por acompañarnos, no os arrepentiréis, ya que es un recorrido cómodo, bonito ,saludable y la fecha especial para correr. Nos vemos, entonces.

viernes, 21 de diciembre de 2007

RECORDANDO NUESTRAS NAVIDADES





Al final de la aciaga crónica de mi imposible carrera en la Media Maratón Sevilla-Los Palacios os hablaba de un artículo que esa misma mañana (domingo, 16 de diciembre), me había publicado el diario Ideal. Por vuestros comentarios (gracias sinceras) algunos habíais leído el artículo. Así que me pareció la excusa perfecta para hablar de la Navidad. De nuestra Navidad.
Y es ese el motivo de esta entrada, que podamos recordar y contarnos aquí qué recuerdos tenemos de nue
stra Navidad vista con los ojos de niños y adolescentes que fuimos y que, aún, deberíamos ser en muchos aspectos de la vida, para no perder el norte, antes de que los mercaderes de almas acaben por despojarnos de lo último que nos queda: nuestros recuerdos navideños, por ejemplo.
En el artículo hacía alu
sión a una Navidad artificial, tal y como ahora no la quieren transmitir desde instancias mercantiles. Es Navidad cuando se conectan las luces de los grandes almacenes o de las calles, pero olvidan que la Navidad siempre afloró en nuestro interior, y es algo a lo que nos tenemos que aferrar.
La Navidad, a diferencia de lo que ahora se quiere "vender", siempre ha sido un periodo en el que los ojos han mirado de otra forma. La familia, los amigos, nuestro pueblo, nuestra ciudad, nuestro barrio, nuestros vecinos, todo eso ha conformado una época en la que nos hemos sentido dichosos. Todo ese misterio y toda esa dicha ahora no puede ser sustituida por consumismo atroz e idiota. Somos seres pensantes y sintientes ¿ no creéis ?
Además, existen determinados elementos de la existencia que, como cito en el artículo, pertenecen a lo que los jurisconsu
ltos romanos denominaban "extracommerciun"; hay determinadas cosas que no están en venta.
Pero me gustaría sobremanera que utilizarais este blog para hablar largo y tendido de vuestros recuerdos navideños, de lo que fue para vosotros, en vuestro pueblo, barrio o ciudad la Navidad. Comenzaré por mí mismo.

Odio esta Navidad, pero am
o la Navidad que me transmitieron mis padres y mis ancestros. Amo la Navidad que viví de niño y adolescente en Pinos Puente, mi pueblo, y aún tengo la percepción de que eso está ahí y aún no se ha perdido, porque nadie puede arrebatarnos esas vivencias.
Cuando los grandes almacenes no existían por estos lares y, por tanto, no existía el pistoletazo de salida para el comienzo de la Navidad, para muchos de nosotros la Navidad comenzaba la mañana del 22 de diciembre cuando escuchábamos desde la cama los dulces cantos de los niños de San Ildef
onso.
Recuerdo que mi padre regentaba un bar. Un bar de estos de barrio en el que la existencia transcurría sosegadamente y en el que los clientes, vecinos del barrio principalmente, bebían y charlaban viendo pasar la vida y mi padre se convertía en una especie de confesor, abogado, asesor... Todo lo imaginable que se pueda pensar era consultado a mi padre que con su gesto sereno y adusto siempre ofrecía alguna solución a quien se la pedía. Era una época en la que las perso
nas aún se respetaban y anteponían ese respeto a otros asuntos menos prosaicos. Así que esa mañana del 22 de diciembre, recién levantado de la cama, me mostraba siempre expectante por entrar en el bar y compartir con los vecinos y amigos cuando iría a salir el gordo de Navidad, que a veces era madrugador y otras veces se resistía, mientas saboreaban su copa de anís o tomaban un café bien caliente al abrigo de la amistad y la tradición.
Y llegaba el día de Nochebuena. Las mañanas de Nochebuena las recuerdo como de movilidad y felicidad; todo transcurría como en un mundo onírico. Idas y venidas de las vecinas en busca de los últimos detalles para la cena navideña, mientras que nosotros con la mirada de niños revoloteábamos alrededor de los adultos aprovechando que su espíritu navideño de estos días toleraría mucho mejor nuestras gamberradas. Y llegaba la noche. Una noche mágica, que por lo general, solía ser muy fría y estrellada. Así, que todos en la casa intentábamos hacer el mayor jaleo posible mientras que nuestros
padres nos miraban con gesto condescendiente, aunque fuera sólo esa noche. Y el olor a buena comida iba apoderándose de las estancias de la casa. Pepitoria de pollo, pavo relleno, y muchos dulces y sidra. Mientras jugábamos los niños de la vecindad bajo los rigores del frío y la extraña alegría de la solitaria calle, pensando para nosotros que la noche tenía las estrellas tan refulgentes y luminosas porque era la noche del nacimiento.
Cuando transcurrían los años y ya andábamos en pandilla, la mística navideña familiar era la misma, pero había dos nuevos añadidos. antes y después de la cena recorríamos todas las casas de la pandilla y eramos obsequiados con anís y polvorones, de esos que venían envueltos en papel de celofán con tirillas en los bordes, que tantas cosquillas nos hacían cuando los acercábamos a la boca. A fuerza de tantas visitas
nuestros ojos se volvían vidriosos y nuestra sonrisa bobalicona algo que siempre percibía nuestros padres cuando nos miraban condescendientes y sonrientes: era Nochebuena.
Acabada la cena familiar acudíamos a la iglesia parroquial a la Misa del Gallo, creyentes y no creyentes. Y encontrábamos la plaza del pueblo, de la iglesia, repleta de gente embutida en su bufanda y sosteniendo una botella de anís o champán. Al fondo siempre veía aparecer la turgente figura de Manolo a quien los vecinos denominamos "El Lobo", que ha sido siempre, y sigue siendo, un símbolo de la tradición Navideña y de todas las tradiciones, al cual cité en mi artículo que publicó Ideal el día de Nochebuena del año pasado y que os transcribo abajo.
Manolo aparecía siempre acompañado de mucha gente, embutido en su larga bufanda que había tejido su madre y con él nos íbamos al barrio de Las Cuevas para compartir la noche con los buenos gitanos del p
ueblo que entonaban excelsos villancicos flamencos. Con esta gente comprendí que existe un hedonismo natural y espontáneo que atesora poca gente.
Otros años, si las circunstancias o nosotros cambiábamos, Emilio, Fernando, Paco, Miguel Ángel, Pepe, la gente de nuestra pandilla, tras la Misa del Gallo, a la que, en realidad, pocas veces entrábamos, ya que ese era tan sólo el símbolo, buscábamos fiestas que, por lo general, se celebraban en casas particulares y ya salíamos cuando la noche había recogida sus misteriosas estrellas y clareaba el amanecer. En otras ocasiones nuestra Nochebuena transcurría en feliz armonía y amistad en la parte trasera de la casa de Emilio o en la casa de labranza (la casilla), que tenía la familia de mi vecino Pepe, y entonces esa noche rodeados de toda la bebida necesaria y nuestros dados, se convertía en mágica, saliendo de vez en cuando a la calle a saborear el misterio de la noche y el cielo empedrado de frías estrellas. El mañana poco importaba.
A los pocos días llegaba la Nochevieja. Noche aderezada de recogimiento familiar y nostalgia contenida. Sin embargo, no era excusa para bebernos la noche en fiestas particulares, mínimamente organizadas, o si ya contábamos con pareja, asistir a nuestros primeros cotillones donde se exigía mayor predisposición y cierta etiqueta en el vestir, en Mogambo, en Montserrat o en La Cruz de Granada. Precisamente el último cotillón al que asistí fue en este último lugar, con los miembros de nuestra Peña Bodegón. Desde entonces mis nocheviejas son mucho mas caseras, con la excepción hecha de habernos tomado los postres y las copas en casa de Emilio algún año.

Recuerdos. Recuerdos que configuran nuestras y vidas, pero que sirven también para seguir viviendo. ¿ Y qué época es mejor que ésta para poder exteriorizarlos ? Por tanto, os animo - y estoy ansioso por leerlos- a que nos contéis vuestros recuerdos navideños.

Os incluyo unas fotos, que ilustren este post, de las luces navideñas del centro de Granada, tomadas el 13 de diciembre. Asimismo os transcribo el artículo citado publicado en la Nochebuena del año 2006 y que alude a recuerdos navideños.

Incluyo también dos fotos de belenismo que formaron parte en su día de un reportaje sobre belenismo que escribí para el periódico Granada Costa. Estas dos fotos corresponden a dos prestigiosos belenistas de Pinos Puente, ambos de fama nacional: la de arriba una foto parcial del Belén Biblíco de Fernando Martín; y la de abajo una foto parcial del Belén artesanal de Alberto Sánchez.
Por cierto, me gustaría mucho transcribiros en otra entrada un relato que me publicaron, creo que en 2005, con motivo del suplemento especial que cada Nochebuena edita el periódico Ideal. El relato se llama "Volvamos a la Navidad de Capra", y espero poder colgarlo el próximo fin de semana.

¡ Ánimo ". Espero ansioso vuestra visión tradicional de la Navidad.


NAVIDADES EN EL RECUERDO



(artículo publicado en Ideal en la Nochebuena de 2006)

Probablemente en los tiempos de política correcta en los que estamos cause algo más que empacho hablar de la navidad, efeméride que cada año está más cerca de la materia que del espíritu. No obstante, opino que es un evento anual que, desprovisto de todo el acartonamiento actual, siempre ha formado parte de nuestras vidas, a pesar de que últimamente sólo sea el dios consumo el único adorado.

Desprovista de toda connotación religiosa, que es algo que nunca ha logrado interesarme, hay que decir que esta época siempre ha tenido un sabor especial. Reconozco que hablar de esta fiesta conlleva trazar un hilo de sutileza muy fino para no caer en tópicos, pero a pesar del riesgo que conlleva tal ejercicio no considero nada superfluo ni tópico evocar esos momentos dulces que toda persona ha experimentado alguna vez por estas fechas, algo que es independiente a la creencia religiosa o no.

Para ese ejercicio, a pesar de que aún no se pinten canas, siempre es interesante retroceder a la infancia y situarse en el lugar donde esta etapa atravesó rauda tu existencia. En el caso de quien arriba firma, los recuerdos se trasladan a mi lugar de nacimiento, Pinos Puente, donde es posible evocar casi con detalle alquimista la fría noche de la Nochebuena, plantado en medio de la Plaza de la Iglesia tras la cena familiar y a la espera de la reunión de los amigos, tras la Misa del Gallo. Aún es posible escuchar el silbido de los petardos, rematando la gesta un atronador ruido. A lo lejos ya aparece Manolo Martín Lafuente, con muchos años de oficio como Cronista Oficial de la Ciudad y maestro de los libros y de la vida, acompañado de Purita Vaquero, amiga de todos, ambos embutidos en una bufanda de lana gorda de apariencia artesanal. Vienen dispuestos a saborear la noche de casa en casa en el barrio de Las Cuevas, donde los buenos gitanos del pueblo se disponen a desplegar una infinita gama de villancicos flamencos hasta el amanecer. Mientras, las humildes casas del pueblo destellan luz hasta altas horas sin que nadie considere prioritario que tenga que existir un cuidado manjar de comida preparada. Basta con buenas viandas caseras y la compañía de los suyos.

Nada tiene de negativo que los tiempos evolucionen y las cosas cambien, pero el cambio no es tal si lo recién llegado no mejora un ápice a lo sustituido. Algo así ocurre con los momentos navideños vividos ahora en comparación con los vividos no hace muchos años. Siglos de tradición en estas fechas en toda Europa parecen incapaces de resistir la turbulenta llegada de una navidad más basada en el consumo y en el acartonamiento, procedente – cómo no- del amigo americano.

Europa siempre se ha caracterizado por contar con una tradición propia en estas fechas, algo que ha trasladado a su buena literatura. Ejemplos como los de Charles Dickens, con su “Canción de Navidad”, o los entrañables cuentos navideños de Hans Christian Andersen o Antón Chejov han sabido plasmar esa esencia. Incluso en España, autores como Valle Inclán o Azorín, siempre han dedicado un espacio en su obra para escribir cuentos navideños que han ayudado a preservar la tradición. Sería muy lamentable perder todo eso a cambio de unas guirnaldas luminosas que pareciera que cumplen más una misión de hipnotismo consumista que de salutación festiva.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

METAFÍSICA DE LA LESIÓN

En la anterior entrada dedicaba una parte muy amplia a la lesión que forzó mi retirada en la Media Maratón Sevilla-Los Palacios. Sientes molestias y unos cuantos cientos de metros después ya no sientes molestias, sino que comienza a aparecer un agudo dolor que pareciera te clavaran unas enormes agujas en la parte inferior del gemelo, cerca de sóleo más interior. Quedémonos en ese momento. Rememoremos el instante en el que el corredor, que apenas comienza a calentar motores, aún en el kilómetro nueve, comienza a pensar en la posibilidad de retirarse de la carrera. Una posibilidad a la que apenas da crédito, porque jamás se ha retirado de carrera alguna, y si acabó los 42 kilómetros en Madrid, qué sentido tenía retirarse en una carrera de 21 kilómetro, antes de su primera mitad. Son esos, más o menos, los pensamientos que pasan por la mente del corredor. Además, en ese momento va a más, a una media de 4 minutos y 20 segundos el kilómetro y considera que esa media, no sólo podrá mantenerla, sino que se ve con fuerza para minorarla. No quiere parar en absoluto. Mira adelante y observa una enorme "serpiente" multicolor de corredores; mira a su derecha y a su izquierda y sólo ve esforzados corredores que circulan a un ritmo idéntico al suyo. No mira atrás, pero percibe el trasiego y el respirar de bastantes corredores que acaban de pasar también por ese fatídico kilómetro 9. Mientras tanto observa que cojea de manera poco apreciable aún, y que va perdiendo algo de ritmo a medida que la molestia se transforma paulatinamente en dolor. Piensa en la ilusión con la que ha preparado la prueba, el esfuerzo de tener que recorrer 250 kilómetros para venir y otros 250 para volver; el siempre desagradable aspecto de madrugar un domingo, muy cercano a Navidad. Piensa en todo ello - y como bien dice mi amigo Paco - intenta seguir, pero va comprendiendo que no es posible. Es entonces cuando se abandona a la decisión que ya ha tomado la mente: tienes que parar, es la frase que revolotea en su interior. Aún así, estima que un oportuno estiramiento podría posibilitar que siguiera, pero el dolor era cada vez más ostensible y era conveniente mantener la cabeza fría. Así que se detiene en seco y con los brazos en jarras su gesto no puede ser más gráfico. Los corredores van pasando, como a cámara lenta, y los más próximos al margen derecho de la carretera miran al corredor pero no dicen nada, si bien saben que una lesión ha provocado el abandono.
Transcurren apenas unos segundos, pero pareciera que hubieran transcurridos varios minutos, mientras la ola de corredores no cesa en ningún momento. Mira a un lado y otro y comprueba por primera vez la extensión de la Campiña sevillana, con un terreno llano que se pierde en el horizonte. Entonces comprueba que hasta ese momento no había reparado en esa magnitud de terreno. Se retira del arcén de la carretera y se encuentra de pronto con ese extenso territorio sil
encioso y frío. Y es entonces cuando comprende que ha perdido para siempre la posibilidad de llegar a meta, doce kilómetros más allá.
Mientras se dirige hacia la ambulancia que está aparcada unos trescientos metros en dirección contraria, piensa que uno cree que jamás serás tú quien deba retirarse, algo similar a lo que ocurre con los accidentes de tráfico o la fatídica enfermedad. Has visto multitud de corredores retirándose en carrera y siempre has pensado que ha sido por no poder aguantar el tirón, pero en pocas ocasiones has pensado que ha sido una lesión la causa. Y ahora que eres tú el protagonista compruebas que al detenerte no has sentido ningún signo de cansancio por lo que asimilas esa parada con una imagen de una de tus películas preferidas: se trata de cuando un autobús deja a Gary Grant en una solitaria carretera en la película de Hitchcock "Con la muerte en los talones", y allí parado en esa carretera solitaria no sabe qué hacer ni que coche vendrá a recogelo. Esa es la imagen que te viene a la cabeza. Pasan los minutos y mientras sigues luchando con la incredulidad, de pronto, entras en un nuevo desasosiego: me impedirá esta lesión correr durante mucho tiempo. Ag
obiado por el pensamiento intentas trotar un poco y compruebas que el dolor sigue presente, así que la duda sigue vigente.
Así que para consolarte recuerdas las palabras del quiromasajista cuando insiste que ante el menor dolor hay que parar -palabras que volvió a repetirme ayer por teléfono-, y consideras que has hecho lo correcto, opinión que comparten algunos amigos corredores en sus comentarios. Por tanto, no hay vuelta atrás, y aunque sabes que estás en un buen momento, que esta carrera hubiera posibilitado, muy probablemente, incluso, bajar de hora y media, te dices a ti mismo que hace algún tiempo, momentos hubo, en tu proyecto de corredor, en los que pensabas que lo mejor era dedicarte al parchís, y que después has hecho una cantidad enésima de carreras, muchas medias y un maratón, amén de muchos e intensos entrenamientos, y no tienes motivos para quejarte. Así que a aguantar el chaparrón, pollo. Y ahora a hacer los deberes; a recuperarte.

domingo, 16 de diciembre de 2007

XXIX MEDIA MARATÓN SEVILLA-LOS PALACIOS (16/12/2007)


Cuando haces un esfuerzo, tanto en desplazarte lejos como en madrugar un domingo de diciembre, siempre te acabas preguntando si merecerá la pena. Correr una carrera siempre la merece y, en este caso, hay que afirmar que sí, decididamente merece la pena ese madrugón y ese montón de kilómetros.
Comentan que esta media es la séptima carrera preferida por los corredores españoles -y por lo visto también portugueses-, siendo cuestión contrastada que la mayoría -casi- siempre tiene razón. Y está claro que en este caso la lleva porque es una carrera magnífica, algo que compruebas en la llegada, aunque la llegada de q
uien esto suscribe no haya sido totalmente ortodoxa, sino más bien heterodoxa, pero no nos adelantemos en el relato.
Pronto salí para Sevilla - a la 7 de la mañana - ya que a pesar de ser un viaje que he hecho con mucha frecuencia, casi siempre por motivos relacionados con mi trabajo, y controló perfectamente el tiempo de viaje y no domino nada mal las entradas y salidas de la ciudad, no quería sorpresas ya conocidas; además, la zona de salida -Bellavista-, un barrio en la zona sur de Sevilla, era de las pocas que no conocía bien. No obstante, las indicaciones que Vía Michelín me había ofrecido en Internet eran perfectas y a las 9,40 ya estaba incluso aparcado, dispuesto a mezclarme en la marabunta de corredores y recoger mi dorsal, servicio éste que no ha respondido a la celeridad y sofisticación del resto de los elementos de la prueba.
Mucho frío. Corredores que no se animan a desprenderse de la ropa de abrigo hasta última h
ora, y un pequeño caos organizativo para dar la salida a 3.000 corredores. Fueron tan sólo unos pocos minutos de incertidumbre y caos que no retrasó apenas la salida, a las 11 de la mañana y unos minutos. Busqué camisetas naranjas para intentar localizar a Paco Montoro, al cual aún no conozco personalmente, pero eran multitud esta mañana las camisetas naranjas, y ninguna de ellas rezaba: "Playas de Málaga", algo natural cuando te mezclas con tantísimo corredor. La salida, lenta y enlatada. A pesar de no estar muy atrasado, compruebo que me cuesta dar los primeros pasos, algo que se va facilitando gracias a la generosa amplitud de la avenida, en realidad, un polígono industrial de las afueras de Sevilla, en dirección a Los Palacios y Villafranca. Son varios los kilómetros basuras en los que jugueteas con intermitentes obstáculos de corredores y corredores, buscando huecos e intentas no colicionar con corredores que se quieren tomar la carrera con más tranquilidad.
En torno al kiló
metro tres -quizá cuatro- accedemos a la estrecha carretera de la Campiña sevillana que conduce a Los Palacios y Villafranca. No existen demasiados huecos pero ya no es tan perceptible el agobio de los kilómetros iniciales. Lógicamente, a medida que vas avanzando posiciones se clarea bastante la pequeña carretera, hasta el punto de no existir apenas problemas para correr. Pronto observo en los grandes carteles -una de las virtudes de esta prueba- el kilómetro seis, así que todo mundo está atento a la corta pero desnivelada cuesta del kilómetro 7 anunciada por la organización. Y realmente, no es para tanto. Tiene un importante desnivel pero es corta; ahora bien, todo ese kilómetro siete hasta casi el ocho lo protagoniza un terreno algo picado, si bien apenas perceptible.
Nada más subir la cuesta percibo una pequeña molestia, creo, que en el sóleo izquierdo, cerca del gemelo, que lejos de remitir va en aumento. Intento no pensar demasiado en ello y observo que algunos corredores, probablemente, provistos de GPS comentan que la media actual que ll
evamos en ese momento está en torno a 4,30. Pasado el kilómetro ocho observo que las sensaciones son buenas y aumento algo el ritmo, en la misma medida que también aumenta algo el dolor indicado. Pasamos por el cartelón del kilómetro nueve y SE ACABÓ. El dolor, ahora intenso, me hace apartarme a la orilla izquierda progresivamente y finalmente parar en seco. Precisamente unos metros antes pasamos junto a una ambulancia Cruz Roja, apostada en un margen de la carretera, junto a un agente de la Guardia Civil.
Estiro un poco y doy unos pasos para intentar seguir. Imposible. Comprendo que no puedo dar un paso más, y que de seguir unos metros más provocaría una lesión de consecuencias incalculables. En el momento que me detengo -la primera vez en una carrera de competición-, percibo como si los corredores que vienen justo detrás de mí pasaran como a cámara lenta; incluso no percibo sonido apenas de tan impresionado como estoy en ese momento. Inmediatamente pienso: "esto no me puede estar
pasando a mí", cuando curiosamente me cruzo con otro estiloso corredor al que había visto detenerse segundos antes. No sé qué hacer. No sé que se hace en estas situaciones porque no tengo experiencia. Esperaba que algún corredor o alguien de la organización me ofreciera alguna solución, pero ningún corredor comenta nada y, en ese momento, no hay nadie de la organización. Supongo que mi cara en ese momento tendría que ser todo un poema, y comprendí de golpe el gesto de desolación que muestran los atletas profesionales o los futbolistas o Gasol en el pasado Mundial de Basket de Japón, cuando se lesionan. Me digo: "Yo que soy un corredor popular, que me dedico a esto sin onerosidad alguna, basándome en el libro albedrio, porque me gusta y me encuentro bien corriendo, pareciera que se acaba el mundo, qué no podrán sentir ellos". Así que como no sé qué hacer y correr ya no podía -apenas podía andar-, decidí volver sobre mis pasos y dirigirme a la ambulancia. Les solicito que me apliquen algo de Reflex y diligentemente una voluntaria de la Cruz Roja lo hace con dedicación, y decido dar otros pasos, pero nada, es dolor es casi mayor. Pregunto por el autobús escoba y me comentan que viene después del ultimo corredor. El Guardia Civil y unos espectadores que estaban junto a la ambulancia me preguntan que si ha sido un tirón. Les contesto que no, que creo que es una microrotura fibrilar en sóleo izquierdo, tal vez por contestar algo, pero en realidad no sé bien qué es lo que me pasa, aunque es un dolor ya conocido y Antonio, mi quiromasajista me comentó que era una microrotura fibrilar cuando me pasó hace más de un año. El Guardia Civil me dijo que me iba a queda helado y le contesto que no tardará mucho en llegar el autobús escoba. Craso error. Y es ahí cuando compruebo la grandeza de la prueba: ¡ unos 25 minutos pasando corredores ! Entre ellos veo a Eduardo (administrador del blog: Un padre que corre) y me pregunto que qué hago ahí; le contesto que me he lesionado, pero en realidad yo aún no sabía qué hacía allí; yo tendría que estar corriendo, en una carrera que en el momento en que me retiré, en el kilómetro 9, había empleado 39 minutos a una media de 4 minutos y 20 segundos el kilómetro y con sensaciones buenas para poder aumentar algo el ritmo. Claro, se trataba aún del kilómetro 9, pero creía en mis posibilidades y, además, la carrera es muy llana. Estaba en condiciones de bajar de la hora y media, creía.
Tras unos larguísimos 25 minutos, tras los últimos corredores, aparece el autobús escoba. Se detiene y me monto. En él observo voluntarios de los pasos de avituallamiento que va recogiendo el autobús y algunos corredores "cadáveres". Tomo asiento cerca de uno de ellos y éste se interesa por mi lesión, no dudando, de que ese el motivo de ir en el autobús. Le digo que es probablemente una microrotura en la zona del sóleo. Me comenta que él ha parado en´el kilómetro 7 con un fuerte dolor en los abductores y no ha querido arriesgar. Viene de Madrid, aunque es natural de Extremadura. No habíamos acabado de presentarnos cuando se detiene de nuevo el autobús y comprobamos con sorpresa que sube el atleta con el dorsal número 1, un atleta negro, keniano, creo, con el que me había cruzado calentando en la salida. Sur dorsal, su color y su pinta denotaba que era uno de los africanos de la élite que la organización llama para dar esplendor a la prueba. Además, su dorsal indicaba que había sido -probablemente- el vencedor de la anterior edición. En absoluto me alegro, pero el corredor extremeño y yo comentamos que las lesiones son de las pocas cosas que nos iguala a los corredores populares con la élite. "Al menos podremos decir que hemos llegado en el mismo tiempo que un corredor africano", comenta ocurrentemente mi compañero lesionado. Lo siento por él. Yo me lesiono y sigo mi vida profesional al margen del correr, pero para él es su profesión.
El autobús se sigue deteniendo y en algunas ocasiones entra algún corredor, o bien lesionado, o bien extenuado por el esfuerzo; asimismo va recogiendo a voluntarios de los pasos de avituallamiento. Una chica se interesa por nuestra lesión diciendo con un marcado acento sevillano que al menos vamos a llegar antes. Claro, antes que andando, pienso yo, pero no antes que corriendo, ya que cuando lleguemos lo haremos segundos después del último corredor, a las dos horas y media de haber salido del polígono industrial de Bellavista.
En esas condiciones mi compañero de destino y yo no sabemos si ya podríamos recoger algunos de los obsequios, pero sí, y esa es la grandeza de una gran organización, aún existían camisetas técnicas marca Mizuno, con que nos ha sorprendido la organización. Incluso nos entregaron una bolsa de alimentos y un diploma, teniendo éste poco sentido. Ni siquiera me interesé por la medalla que, al parecer, entregaban y no sé - y espero que Paco nos lo diga-, si algunos obsequios más. Sin embargo, sí me pareció grandioso el espectáculo que observé en cuanto a la organización montada en el centro de este coqueto pueblo de la Campiña sevillana. Creo que, hasta ahora, no he visto nada igual en carreras de estas características. Organización perfecta para entregar la sudadera, la bolsa de alimentos, para recoger el bolso en el guardaropa, incluso para localizar el autobús que nos devolvería de nuevo a la salida que es donde estaba mi coche. Todo perfecto e impresionante, incluida la ya citada camiseta técnica de manga larga 100 por 100 Mizuno, conmemorativa de la carrera.
Y ¿Qué deciros más? Como bien me comentó Jose del Oliver por teléfono cuando llegaba a Granada: "No le des más vueltas. Estas cosas pasan". Y lleva mucha razón mi amigo, pero es traumático pensar que entrenas, madrugas, haces un montón de kilómetros, vas a buscar tu marca personal y acabas apostado en un margen de la carretera en el kilómetro 9.
Cuando llegué a casa, inmediatamente me apliqué gel frio y consulté el libro del Dr. Hernán Silván, "Manual de lesiones del corredor", a ver si veía algna luz y algo he podido deducir .En estos días comprobaré que es lo que realmente me ha provocado la lesión: si ha sido el poco descanso entre media y media, o bien el estado de la zapatilla. Por lo pronto varios días más administrándome gel frío y Traumeel e ir a la consulta del quiromasajista, en una fecha en la que pensaba correr dedicadamente. Así ha sido y así os lo he contado. Hay que pensar que esto también forma parte de nuestro mundo.
Pero, en fín, habrá que centrarse en otras cosas positivas: leer más, escribir más, ver mejor cine, estar más tiempo con la familia y con los amigos. Por cierto, comprobé la publicación de un artículo por mí firmado cuando paré a comprar Ideal en área de Servicio de Los Abades, muy cerca de Loja. Habla de la Navidad o más bien crítica a la Navidad actual tal y como está montada. Os dejo el enlace solamente, con la idea de comentar el mismo en otro post en el que paradójicamente subiré unas fotos del centro de Granada iluminado, como apoyo gráfico a lo que cuento en el artículo. Podéis pinchad aquí si no habéis tenido ocasión -quien resida en Granada- de haberlo leído en la edición impresa del periódico.

sábado, 15 de diciembre de 2007

EN LAS HORAS PREVIAS PARA LA ÚLTIMA PRUEBA DEL AÑO.


A pocas horas del comienzo de la Media Maratón Sevilla-Los Palacios quien esto suscribe aún no tiene claro que ritmo adoptar, ni estrategia alguna trazada. Al menos una cuestión onerosa parece se ha quedado en el camino -probablemente en el camino entre Caparacena y Pinos Puente, de ayer-, y esa onerosidad con la que cargaba desde el comienzo de semana casi, no ha sido otra que ese medio resfriado que no sabía si morar o marcharse. Al parece se ha ido pero no hay que minúsvalorar su efímero paseo porque siempre deja signos de debilidad; en todo caso, confío que no sea ese el asunto que no me haga batir mi propia marca personal mañana. Habrá otras circunstancias que no han de desmerecer: el poco descanso entre media y media y, tal vez, el poco entrenamiento, precisamente, por sentir cansadas las piernas tras la Media de Linares. Todo dependerá de las sensaciones que encuentre en la carrera y de que no me fatigue demasiado el viaje entre Granada y Sevilla, algo a lo que estoy acostumbrado y no debe ser, en absoluto, rémora alguna.
Por lo demás, si consigo ver a Paco Montoro, para mí, sería muy interesante integrarme en su grupo, que pretende ir a una media de 4' 30'' y esperar a ver cómo me encuentro en los primeros kilómetros, si bien considero que visto objetivamente esa media podría ser muy interesante, incluso, para llevarla a lo largo de toda la carrera.
En el entrenamiento de ayer, como decía, entre Caparacena-Pinos Puente- vuelta, con un total de 9 kilómetros y 200 metros, fuí a un ritmo fácil, empleando un total de 43 minutos, no olvidando que se trata de una ruta con dos dificultades importantes y un recorrido genéricamente complicado y en el que es muy difícil mantener un ritmo más o menos estable, dado que te enfrentas a un terreno con altibajos, de los que se suelen denominar duros. Sin embargo, lo importante no era hace un tiempo u otro, sino comprobar cómo me encontraba tras unos días administrándome Codeína para el resfriado, y corriendo ayer por la mañana a una temperatura de 5 grados solamente. El resultado final del entrenamiento matutino fue muy satisfactorio, denotando solamente algunos problemas en cuanto a la respiración por causa de la congestión.
Confiemos, por tanto, que la meteorología en Sevilla no sea un obstáculo y poder cumplir con el cometido principal: disfrutar una carrera más.
Desde luego contaremos aquí la carrera, confiando en que sea una prueba que responda - tal y como se afirma- con creces al esfuerzo llevado a cabo, tanto en desplazamiento como por las fechas en las que estamos, tan difíciles para centrarse en correr, a pesar del retiro voluntario -hasta ahora- de ágapes y otras fiestas para olvidar.

jueves, 13 de diciembre de 2007

GENTE QUE CORRE Y QUE HABLA DE CORRER

Gente que corre y que habla de correr. Pensaba en eso cuando conducía mi coche desde Santa Fé a Granada, tras la finalización del acto de entrega de premios y regalos del Gran Premio de Fondo de Diputación 2007, celebrado en el Centro Cultural Damián Bayón de Santa Fé, que ocupa el lugar que - según la tradición- ocupó la tienda principal de los Reyes Católicos en el asedio definitivo al Reino de Granada.
¿ Y de que hablan los corredores en esas dos horas aproximadas de asueto, mientras los políticos desempeñan su papel, conjurándose en una mejora de los fallos organizativos ? Pues hablan de correr, principalmente; y hablan de las próximas carreras y de las recién hechas.
Ni que decir tiene que coincidí con muchos corred
ores conocidos, del club y ajenos al club. ¿ Pero qué carreras habían realizado últimamente con quienes hablé ? Había para todos los gustos. Por ejemplo, Fernando y Manu, ambos compañeros del Caja Rural, habían vuelto a correr el Maratón de Benidorm, al que le tienen apego. Mientras otros estaban en el dique seco desde la Media Maratón de Córdoba -prueba a la que acudió mucha gente de Granada-, pero proyectaban ya correr la Media de Almeria, a finales de enero y, desde luego, correr en esa carrera lúdica-festiva-original que se celebra en la vecina Jaén (la carrera de las antorchas, como por aquí le denominamos).
Pero no hablé con nadie que hubiera corrido la Media Maratón de Linares, y sí bastante gente que me felicitó, quedándome la duda de si la felicitación había sido por haberla corrido -de hecho, no es una carrera
muy conocida-; o bien, porque habían leído mi crónica y visto las fotos y sabían que allí había estado y que me había encontrado bastante bien. El caso es que los corredores -ese mundo tan inmenso- ya están haciendo sus cábalas para la próxima temporada.
¿ Y qué decir del acto que ayer congregó a varios centenares de corredores, a pesar de que el At. de Madrid jugaba en Motril con el Granada 74 ? Destacar en primer lugar que se cumplió lo que sugerí en Santa Fé: entregar una placa a la familia del tristemente fallecido Juan José Flores Maza; asimismo destacar el esfuerzo organizativo de los técnicos de Diputación, con el olímpico Paco Sánchez Vargas y Pablo García -que ejerció de buen presentador- a la cabeza. En el capítulo de regalos, una vez entregados los premios a los tres mejores de cada categoría, hay que destacar el esfuerzo en cuanto a los objetos entregados a los corredores que h
ubieren realizado -este año- más de 9 carreras, siendo el regalo más destacado la cazadora que vemos en la fotografía, entre otros objetos, tales como mochila, camiseta y bandelara (para quienes supearan las 12 carreras) y bolso de deporte (para quienes hubieran hecho el total de las 14 llevadas a cabo. También se entregó un CD con la memoria de las carreras.
No obstante, siempre lo más importantes es poder charlar con gente que habitualmente ves de corto cada domingo de carrera. En ese aspecto, además de los citados, fue muy agradable charlar con el campeón Francís Tovar, que se interesó sobre lo que ahora estaba preparando. Sus consejos siempre son sabios. Además, departimos con gente del club, además de los ya citados Manu y Fernando, formamos un corro con Luis, Eduardo, Jorge, Bernardo, si bien no vimos por allí a nuestro mentor Alejandro, echando también de menos a Ángel.
Pero de todas las conversaciones habidas he de valorar muy positivamente, por su vitalidad y actitud, la mantenida con Roberto seguidor de este blog y corredor ilusionado como pocos, del club de Armilla, que me comentaba cómo se había convertido en otra persona a nivel físico, social y emocional desde que corría, después de haber "fumados 40 años". Impresionante su testimonio y, ya digo, su enorme ilusión hacia este deporte. No en vano, ha corrido las 14 pruebas de este año y barrunté que está pensando en correr alguna maratón.

FINAL DE LA CUENTA ATRÁS PARA LOS PALACIOS

Me comentaba Abel que hablo poco de la prueba del domingo, y es cierto, porque normalmente escribir o hablar suele ser un trasunto de la actitud mental que se tiene hacia algo o alguien. En el caso de la prueba del domingo, mantengo la ilusión intacta, pero el entrenamiento del martes por la mañana me convenció que advertía cansadas las piernas y ese mismo martes hube de acudir al Algidol para bajar algo el medio resfriado que me atenaza. De hecho, esta tarde andaba por Granada y observaba ciertos síntomas de debilidad, así que me dije: "si andando ya te notas bajo, ¿ qué ocurrirá cuando comiences a correr en Sevilla?" No obstante, aún faltan algunos días y espero que remita el malestar. De hecho, mañana viernes por la mañana entrenaré por el circuito Pinos Puente- Caparacena para comprobar cómo ando, esa será la piedra de toque y contaré que tal ha ido. Pero sí, salvo imponderables, estaré en Sevilla.