Precisamente, hoy viernes, hace dos semanas que sucumbí a una nueva lesión, como conocéis quienes seguís con regularidad este blog –algo que os agradezco enormemente-.
La actitud ante esta nueva lesión ha sido muy distinta que la que tuve en la anterior, en aquella fatídica Media Maratón Sevilla-Los Palacios, en la que barruntaba que podía bajar perfectamente de la hora y media. Pinché y aquello me hundió de manera ostensible. Pensaba que correr será muy difícil en mucho tiempo, y tras un pequeño amago, en el que recaí de nuevo, volví a correr en febrero con total normalidad. O algo más que normalidad diría yo.
Fue la época en la que comencé a contactar con el magnífico grupo de las Verdes. Comenzaron a aparecer personas extraordinarias como Abel, Víctor – al que ya conocía -, Javi y Antonio. Porque Paco ya estaba en mi entorno desde hacía muchos años y José Manuel ya era conocido. Además, con Mario había preparado el MAPOMA y junto a él lo había corrido y nuestra ligazón era anterior. Entre otras cosas porque somos del mismo pueblo.
Tras la lesión comenzaron los buenos entrenamientos, las competiciones intensas y, finalmente, esa magnífica prueba de La Ragua, con la que me emociono con tan sólo pensar en ella; de manera que hubo un momento –antes de correr La Ragua- en el que me maravillaba pensar que no había tenido ni una simple molestia en la zona más sensible de mis extremidades inferiores: toda la zona muscular que comienza por debajo de las rodillas –gemelos, sóleos, tibiales anterior y posterior, etc.-. Pero aparecieron los problemas un día de entrenamiento suave por la Vega de Pinos Puente con Emilio. En el último kilómetro del recorrido experimenté una fuerte presión acompañada de un fuerte dolor en la zona del sóleo-gemelo y comprendí que tantos meses de buena predisposición habían llegado a su fin. A los pocos días trote muy suave por mi barrio y no apareció el dolor pero éste estaba aún en su periodo embrionario. Y el pasado 4 de julio, en otro entrenamiento con Emilio por Santa Fe sucumbí de manera definitiva.
Sin embargo, no tuve que detenerme, pero sabía que la lesión ya estaba ahí. Han pasado dos semanas y el dolor, que ha sido intenso, está remitiendo. Todos los días me he aplicado Flogoprofen y he tomado grageas por indicación de la facultativa de medicina del deporte y no he tocado una zapatilla. Y así será hasta principios de agosto.
Lógicamente, estos días de parón te hacen reflexionar.
Anticipaba esa reflexión en un comentario hace unos días. Venía a decir que tras la lesión algunas cosas tienen que modificarse. Lógicamente correr seguirá formando parte de mi vida y deseo hacerlo más que nunca, pero ha de haber algunos cambios.
Cambios que, lógicamente, se han de imponer por la lógica de los últimos acontecimientos y porque se van cumpliendo años y, lógicamente, el rendimiento no puede ser el mismo. Lamentarse ahora que debí de comenzar a correr mucho antes ahora es inútil. Fui durante bastantes años futbolista y antes me dediqué al ciclismo, con entrenamientos y tiradas exigentes. Pero también es cierto que durante mucho tiempo el deporte se quedó algo rezagado. Eran tiempos de oposiciones, de carrera, de trabajo, de intentar independizarse, de estabilización de pareja. Y, claro, todo eso exige dedicación y esfuerzo. Pero casi nunca dejé de correr, si bien nada comparable con la actividad actual.
Y decía, que en un par de semanas, que estaré listo para trotar de nuevo, habrán de cambiar algunos conceptos. El primero, sin duda será intentar volver al camino del disfrute, a los entrenamientos en los que el factor principal sea el disfrutar corriendo, sin exigencias. Lógicamente, habrá que exigirse, pero de forma muy controlada. Porque la competición ya tiene sus pendencias propias.
En esa nueva etapa tendrán que estar muy claras las opciones y las limitaciones. Y entre éstas, lógicamente, estará conocer perfectamente que los entrenamientos de nivel con personas que atesoran un buen estado de forma serán escasos. Hay que asumir el paso del tiempo y las limitaciones.
Pero dicho esto, jamás renunciaré a mejorar, si bien esa mejora si llega, habrá de llegar de una manera espontánea, y con la vorágine y la libertad que ofrece el entrenamiento individual. No creo que quepan otras posibilidades.
He hablado con algunos amigos y les digo que esto no significa una retirada. En absoluto. Se trata de un nuevo planteamiento. Una nueva perspectiva. Un nuevo ciclo, como le gusta decir a Jesús. Y ese nuevo ciclo se compondrá de elementos ya consagrados y elementos nuevos.
De hecho, sé y admito que cuando entrenas con gente, los objetivos, las posibilidades, la forma y la disposición de unos y otros es distinta. Y, lógicamente, aunque exista en nuestro grupo, en Las Verdes, una clara sintonía deportiva y una sincera confianza, respeto y amistad, la puesta en escena de unos y otros es distinta. Sinceramente no creo que existan dificultades para poder conciliar todo eso. Simplemente se asume que cada uno tiene objetivos distintos.
Hago estas reflexiones por una razón sencilla: el individuo que opta por integrar en su existencia una disciplina- cualquier disciplina- deberá en todo momento poner a trabajar la mente para buscar distintas perspectivas. Reinventarse a cada paso, precisamente para mantener fresca esa actividad. En nuestro caso, en mi caso, correr es mi pasión y si se obvia esa constante reinvención la pasión fenece. De ahí la importancia de buscar constantemente nuevos planteamientos con el fin de que el correr siga más vivo que nunca.