Este símbolo de la izquierda da nombre a una de las pocas carreras vespertinas de este extenso y dinámico Circuito de Fondo de la Diputación de Granada. No en vano es el símbolo de la localidad de Huétor Tajar, población escorada al Poniente granadino, próspera y bastante autosuficiente económicamente gracias a su rica Vega y, en parte, a este fruto de la tierra, compartido también con otras poblaciones del mismo área territorial. También es el símbolo de lo que fue uno de los festivales alternativos más importantes de la piel de toro, el afamado "Espárrago Rock", que tuvo su alumbramiento en esta población y que fue creciendo en fama y presupuesto para acabar en Granada y Jérez de la Frontera. Pero la nostalgia es la nostalgia y el dinero es el dinero (y no por ese orden necesariamente), por lo que ha vuelto a sus orígenes, con un perfil mucho más etéreo.
Y en ese lugar y con esa microhistoria corrimos ayer unos 400 esforzados y esforzadas atletas, con más de treinta grados y una calina (más que calor) que se señoreaba por la Vega hueteña sin piedad. Y claro, los corredores se resintieron de ello.
No nos engañemos, aunque parezca lo contrario, la carrera de Huétor Tajar no es una carrera fácil. Podría pasar por presumir de llana, pero no lo es en absoluto, ya que entre el kilómetro 4 y 5 existe una continua subida que, si bien, no es el tipo de subida que pudieras encontrarte en la carrera de La Amistad o en la de Alhama, sí que es algo más que un kilómetro de carretera picada con una inclinación necesaria para alcanzar la cota de la A-92, conforme se sube desde la localidad, justo a la altura del polígono industrial de la localidad. Es algo, como digo, que notan las piernas.
Y tentado estaba, antes de comenzar a escribir esta crónica. de no hablar nada de cómo se encontró este corredor en la carrera del sábado 19 de mayo y sí, por el contrario, narrar la carrera desde la opción más objetiva posible. Pero no sería justo: si en otras ocasiones he contado las buenas sensaciones, los hipotéticos buenos tiempos personales, las grandezas de la ruta, en esta ocasión sería poco menos que deshonesto no contar las nefastas sensaciones sufridas en esta carrera, la debilidad muscular y mental, la pájara - de la que fue testigo Alberto Soria- sufrida un poco más adelante de la culminación de la cuesta, a pesar de lo benéfico del terreno. Hay que decirlo claramente: MAPOMA había enviado una factura, aún no abonada y que ayer fue totalmente satisfecha sin posibilidad de recurrir a cómodos plazos. Nunca - o casi nunca - había considerado la posibilidad de detenerme y, si bien, esa nociva idea tampoco permaneció demasiado tiempo en mi mente, sí he de afirmar que no lo hice porque convení con la mente y con las piernas bajar sensiblemente el ritmo, intentando hacer caso omiso de la reata de corredores que me enseñaron la espalda a falta de unas pocos kilómetros para la meta. Sin embargo, he de decir que viví algo de las rentas, o tal vez, de la mayor rapidez imprimida a las piernas en el primer tercio de la carrera, ya que al cruzar la linea de meta comprobé algo sorprendido que el tiempo no fue tan desastroso como ya vaticinaba, empleando en los 11 kilómetros algo menos que 51 minutos. Ya digo, gracias a la renta conseguida en el primer tercio.
La carrera de Huétor Tajar cuenta con la particularidad de ser vespertina, algo que cambia bastantes los bioritmos del corredor, acostumbrado a competir los domingos por la mañana. No obstante, es algo que se supera con cierta facilidad cuando te introduces en el ambiente preliminar de la carrera, muy similar al de cualquier carrera dominical.
Llegar a Huétor Tajar es fácil se venga desde donde se venga gracias a su privilegiada ubicación, justo al lado de la A-92. no de lejos de la ciudad de Loja. La población cuenta con dos estructuras muy distintas -muy habitual en municipios en permanente desarrollo-: por un lado dormita la población originaria, con su plaza, con su iglesia, con los mayores apostados junto a los bancos de la plaza o en la puerta del bar, con los ruidosos ciclomotores, etc., etc.; por otro lado se extienden la expansión de la ciudad, en la zona deportiva. Justo desde allí se encontraba la linea de salida y muy cerca la linea de llegada de esta carrera.
Muy pronto, un poco después de recoger el chip, comencé a ver amigos y conocidos. Pronto vi a Mario, ya bastante recuperado del Maratón de Madrid. Y al poco mi amigo Paco, de Pinos Puente, que apareció acompañado de su familia, Hubiera querido comenzar la carrera con Paco, pero sé que tenía la intención de acompañar a dos conocidas -una de ellas, compañera de trabajo-, por lo que en los primeros metros decidí avanzar hasta coger mi ritmo, el cual se demostró muy distinto a lo largo de la prueba, como decía. Quizá mi mayor pecado fue subir bastante el ritmo en los primeros kilómetros sin detenerme a valorar mi estado de forma general. De hecho, si hubiera atendido a las sensaciones de la tarde anterior - en la que hizo tan sólo 6 kilómetros-, tal vez hubiera captado perfectamente las malas sensaciones que me inspiraba mi mente y mi físico. Ya me lo dijo después Mario: ¿Por qué ibas tan rápido? Y la verdad: no lo sé, no había motivo objetivo.
"Al mes de correr un maratón hay un bajón", vino a decirme Francis Tovar tras la carrera de La Amistad, y esas palabras resonaron con fuerza, principalmente en los últimos kilómetros de la carrera, sobre todo cuando culminada la cuesta, entre el kilómetro 4 y 5, no con demasiadas dificultades. Pero la calina, las piernas, la mente e incluso, -y para colmo* el mosquito que penetró de lleno en el ojo derecho, hicieron todo posible para que casi la segunda mitad de la prueba fuera un suplicio, sólo superable por haber optado por bajar sensiblemente la velocidad. Luego comprobé que otros muchos corredores también pagaron los rigores de la temperatura, pero en mi caso fue algo más que eso: la sombra del desgaste del maratón pululaba a sus anchas. Y es ahora, en esta carrera, casi al mes de terminación de la prueba de Madrid cuando más abierto se me presentaba ese desgaste. Ya había anunciado que en los entrenamientos carecía de ese "puch", pero no había sido tan dramática la caída de forma como en esta prueba, ni tan siquiera en la carrera de hace dos semanas el bajón había sido tan tremendo, si bien allí la cabeza fue mucho más cauta y el esfuerzo fue menos intenso.
El caso es que en torno al kilómetro siete ya estaba haciendo las cuentas para ver cuánto tiempo me quedaba de agonía, algo que normalmente no suelo hacer en carrera alguna. Sabía que el ritmo tendría que ir disminuyendo a medida que pasaran los kilómetros y ya esperaba llegar a la población, a sus calles, donde se suelen ver las cosas algo distintas, pero éstas no llegaban aunque ya eran anunciadas por algún espectador: "ya casi llegáis al pueblo", dijo uno; "ya se ve el pueblo", dijo otro. Ambos comentarios hechos con buena fe pero carentes de respuesta ya que el pueblo no llegaba y la agonía se prolongaba. Sabía que el ritmo iba decreciendo de manera considerable, pero no podía permitir bajar a trote excesivamente lento ya que tampoco ese ritmo me iba a venir bien, así que la única opción era continuar de la manera que fuera posible.
¿Estaba atravesando una pájara? Diría que, tajantemente, sí: estaba atravesando la temida pájara, debida más que nada a desgaste y falta de descanso como bien me confirmó el veterano compañero del club Antonio Castilla. "Ganas en fondo, pero pierdes en velocidad", me confirmaba Antonio Faucón, el buen corredor de Baza. Y efectivamente, todos ellos llevaban razón.
La próxima carrera será en Orgiva y la idea de este corredor es - considerando la distancia y la dificultad- no correr, a no ser que la mentalización consista en hacerla con total tranquilidad y siempre en función de cómo vaya recuperando en estas dos semanas que quedan hasta el 3 de junio.
En relación con la organización de esta prueba, he de decir que me ha parecido bastante seria y consecuente, existiendo buena presencia de personal -tanto fuerzas de seguridad como protección, personal municipal y voluntarios-, que han sabido en todo momento cortar cruces y calles. El recinto deportivo, modesto pero idóneo para una carrera de estas características y la bolsa del corredor, suficiente, con manojo de espárragos incluido, si bien hay que criticar que no es adecuado entregar aleatoriamente una camiseta en la que no reza el nombre de la prueba, simultáneamente con otra en que sí reza. En definitiva, a unos corredores le tocó en suerte una y a otros otra, algo que siempre produce algún malestar.
Finalmente decir que hubo un nutrido grupo de miembros del club en la prueba, entre los que se encontraban, entre otros, Luis, Manu, Fernando, Bernardo, Antonio y Jorge, además de los mencionados amigos.
Estas dos próximas semanas serán de descanso, predominando los ejercicios de estiramiento, abdominales y procurando algo de musculación, además de alguna sesión de quiromasajista y procurando hacer salidas más de mantenimiento que de volumen. Está claro que estaba siguiendo el procedimiento menos adecuado tras una dura maratón, por lo que habrá que desandar un poco lo andado y buscar más descanso. En función de cómo vaya abordando el día a día, habrá que ir configurando las siguientes carreras, procurando en todo momento cumplir con la agenda prevista.
Y en ese lugar y con esa microhistoria corrimos ayer unos 400 esforzados y esforzadas atletas, con más de treinta grados y una calina (más que calor) que se señoreaba por la Vega hueteña sin piedad. Y claro, los corredores se resintieron de ello.
No nos engañemos, aunque parezca lo contrario, la carrera de Huétor Tajar no es una carrera fácil. Podría pasar por presumir de llana, pero no lo es en absoluto, ya que entre el kilómetro 4 y 5 existe una continua subida que, si bien, no es el tipo de subida que pudieras encontrarte en la carrera de La Amistad o en la de Alhama, sí que es algo más que un kilómetro de carretera picada con una inclinación necesaria para alcanzar la cota de la A-92, conforme se sube desde la localidad, justo a la altura del polígono industrial de la localidad. Es algo, como digo, que notan las piernas.
Y tentado estaba, antes de comenzar a escribir esta crónica. de no hablar nada de cómo se encontró este corredor en la carrera del sábado 19 de mayo y sí, por el contrario, narrar la carrera desde la opción más objetiva posible. Pero no sería justo: si en otras ocasiones he contado las buenas sensaciones, los hipotéticos buenos tiempos personales, las grandezas de la ruta, en esta ocasión sería poco menos que deshonesto no contar las nefastas sensaciones sufridas en esta carrera, la debilidad muscular y mental, la pájara - de la que fue testigo Alberto Soria- sufrida un poco más adelante de la culminación de la cuesta, a pesar de lo benéfico del terreno. Hay que decirlo claramente: MAPOMA había enviado una factura, aún no abonada y que ayer fue totalmente satisfecha sin posibilidad de recurrir a cómodos plazos. Nunca - o casi nunca - había considerado la posibilidad de detenerme y, si bien, esa nociva idea tampoco permaneció demasiado tiempo en mi mente, sí he de afirmar que no lo hice porque convení con la mente y con las piernas bajar sensiblemente el ritmo, intentando hacer caso omiso de la reata de corredores que me enseñaron la espalda a falta de unas pocos kilómetros para la meta. Sin embargo, he de decir que viví algo de las rentas, o tal vez, de la mayor rapidez imprimida a las piernas en el primer tercio de la carrera, ya que al cruzar la linea de meta comprobé algo sorprendido que el tiempo no fue tan desastroso como ya vaticinaba, empleando en los 11 kilómetros algo menos que 51 minutos. Ya digo, gracias a la renta conseguida en el primer tercio.
La carrera de Huétor Tajar cuenta con la particularidad de ser vespertina, algo que cambia bastantes los bioritmos del corredor, acostumbrado a competir los domingos por la mañana. No obstante, es algo que se supera con cierta facilidad cuando te introduces en el ambiente preliminar de la carrera, muy similar al de cualquier carrera dominical.
Llegar a Huétor Tajar es fácil se venga desde donde se venga gracias a su privilegiada ubicación, justo al lado de la A-92. no de lejos de la ciudad de Loja. La población cuenta con dos estructuras muy distintas -muy habitual en municipios en permanente desarrollo-: por un lado dormita la población originaria, con su plaza, con su iglesia, con los mayores apostados junto a los bancos de la plaza o en la puerta del bar, con los ruidosos ciclomotores, etc., etc.; por otro lado se extienden la expansión de la ciudad, en la zona deportiva. Justo desde allí se encontraba la linea de salida y muy cerca la linea de llegada de esta carrera.
Muy pronto, un poco después de recoger el chip, comencé a ver amigos y conocidos. Pronto vi a Mario, ya bastante recuperado del Maratón de Madrid. Y al poco mi amigo Paco, de Pinos Puente, que apareció acompañado de su familia, Hubiera querido comenzar la carrera con Paco, pero sé que tenía la intención de acompañar a dos conocidas -una de ellas, compañera de trabajo-, por lo que en los primeros metros decidí avanzar hasta coger mi ritmo, el cual se demostró muy distinto a lo largo de la prueba, como decía. Quizá mi mayor pecado fue subir bastante el ritmo en los primeros kilómetros sin detenerme a valorar mi estado de forma general. De hecho, si hubiera atendido a las sensaciones de la tarde anterior - en la que hizo tan sólo 6 kilómetros-, tal vez hubiera captado perfectamente las malas sensaciones que me inspiraba mi mente y mi físico. Ya me lo dijo después Mario: ¿Por qué ibas tan rápido? Y la verdad: no lo sé, no había motivo objetivo.
"Al mes de correr un maratón hay un bajón", vino a decirme Francis Tovar tras la carrera de La Amistad, y esas palabras resonaron con fuerza, principalmente en los últimos kilómetros de la carrera, sobre todo cuando culminada la cuesta, entre el kilómetro 4 y 5, no con demasiadas dificultades. Pero la calina, las piernas, la mente e incluso, -y para colmo* el mosquito que penetró de lleno en el ojo derecho, hicieron todo posible para que casi la segunda mitad de la prueba fuera un suplicio, sólo superable por haber optado por bajar sensiblemente la velocidad. Luego comprobé que otros muchos corredores también pagaron los rigores de la temperatura, pero en mi caso fue algo más que eso: la sombra del desgaste del maratón pululaba a sus anchas. Y es ahora, en esta carrera, casi al mes de terminación de la prueba de Madrid cuando más abierto se me presentaba ese desgaste. Ya había anunciado que en los entrenamientos carecía de ese "puch", pero no había sido tan dramática la caída de forma como en esta prueba, ni tan siquiera en la carrera de hace dos semanas el bajón había sido tan tremendo, si bien allí la cabeza fue mucho más cauta y el esfuerzo fue menos intenso.
El caso es que en torno al kilómetro siete ya estaba haciendo las cuentas para ver cuánto tiempo me quedaba de agonía, algo que normalmente no suelo hacer en carrera alguna. Sabía que el ritmo tendría que ir disminuyendo a medida que pasaran los kilómetros y ya esperaba llegar a la población, a sus calles, donde se suelen ver las cosas algo distintas, pero éstas no llegaban aunque ya eran anunciadas por algún espectador: "ya casi llegáis al pueblo", dijo uno; "ya se ve el pueblo", dijo otro. Ambos comentarios hechos con buena fe pero carentes de respuesta ya que el pueblo no llegaba y la agonía se prolongaba. Sabía que el ritmo iba decreciendo de manera considerable, pero no podía permitir bajar a trote excesivamente lento ya que tampoco ese ritmo me iba a venir bien, así que la única opción era continuar de la manera que fuera posible.
¿Estaba atravesando una pájara? Diría que, tajantemente, sí: estaba atravesando la temida pájara, debida más que nada a desgaste y falta de descanso como bien me confirmó el veterano compañero del club Antonio Castilla. "Ganas en fondo, pero pierdes en velocidad", me confirmaba Antonio Faucón, el buen corredor de Baza. Y efectivamente, todos ellos llevaban razón.
La próxima carrera será en Orgiva y la idea de este corredor es - considerando la distancia y la dificultad- no correr, a no ser que la mentalización consista en hacerla con total tranquilidad y siempre en función de cómo vaya recuperando en estas dos semanas que quedan hasta el 3 de junio.
En relación con la organización de esta prueba, he de decir que me ha parecido bastante seria y consecuente, existiendo buena presencia de personal -tanto fuerzas de seguridad como protección, personal municipal y voluntarios-, que han sabido en todo momento cortar cruces y calles. El recinto deportivo, modesto pero idóneo para una carrera de estas características y la bolsa del corredor, suficiente, con manojo de espárragos incluido, si bien hay que criticar que no es adecuado entregar aleatoriamente una camiseta en la que no reza el nombre de la prueba, simultáneamente con otra en que sí reza. En definitiva, a unos corredores le tocó en suerte una y a otros otra, algo que siempre produce algún malestar.
Finalmente decir que hubo un nutrido grupo de miembros del club en la prueba, entre los que se encontraban, entre otros, Luis, Manu, Fernando, Bernardo, Antonio y Jorge, además de los mencionados amigos.
Estas dos próximas semanas serán de descanso, predominando los ejercicios de estiramiento, abdominales y procurando algo de musculación, además de alguna sesión de quiromasajista y procurando hacer salidas más de mantenimiento que de volumen. Está claro que estaba siguiendo el procedimiento menos adecuado tras una dura maratón, por lo que habrá que desandar un poco lo andado y buscar más descanso. En función de cómo vaya abordando el día a día, habrá que ir configurando las siguientes carreras, procurando en todo momento cumplir con la agenda prevista.
4 comentarios:
El desgaste que provoca el maratón es muy importante, sufrimos incluso pequeñas microroturas que debemos de sanar con descanso. Igual te deberías de tomar las competiciones como un mero entrenamiento más, sin agobios del crono. Al correr un maratón, todo nuestro entrenamiento es en pos de esa carrera, y después de esta no debería de haber más hasta pasado un mes y empezar con una de diez km.
Es muy distinto si en nuestra temporada nos entrenamos para correr medias, el desgaste es muy inferior al acabar una media, dándonos opciones para correr otra a las dos o tres semanas. Pero quien va a correr un maratón y a las tres semanas otro?, si los hay pero es una gran minoría.
De todas formas creo que as corrido muy bien, quizás con unas sensaciones mas malas. Animo y a recuperarte.
rápido fuistes, al menos eso me parecio a mi ya vistes que no te seguí ni 200 metros, pero ni tanto ni tampoco, en mi caso en la bici me encuentro bien, corriendo no tanto, es como si tuviera cierta ansiedad, espero mucho (coño si he hecho una maratón), pero doy lo mismo incluso menos , y este sábado desde MAPOMA no había hecho tanto, salvo un día que mas o menos hice lo mismo. En Orgiva habrá que ir, ya habrán pasado 40 días... y las cuarentenas lo evaluan todo
A mi el año pasado también me sorprendio su recorrido, esperaba que fuese mas llano.
No siempre puedes estar en plenitud de forma, máxime despues del tremendo esfuerzo del mapoma.
De todas maneras felicitarte, creo que hiciste un buen tiempo.
Saludos.
PD: No puedes faltarnos en la carrera de Orgiva.
Fdo: Angel Luis
Paco: Más descanso tenía que haberme otorgado. Ahora he de comprender que de correr sí, pero con menor exigencia.
Mario: Llevas razón: ni tanto ni tan poco. Tu has hecho poco desde el 22 de abril, y yo quizá haya descansado menos de lo que debía. Sí, comenzé demasiado rápido para mis actuales posibilidades y lo pagué.
Ángel Luis: Uno todavía es novato en este y tras correr un maratón te crees más fuerte, pero no, se paga factura. Llevas razón, el tiempo no es malo, pero al ser las sensaciones muy negativos pensaba que iría a ser peor. De todas formas, no importa el tiempo sino las sensaciones. Sí, hoy veo claro que estaré en Orgiva, pero perjurando que será una de mis carreras más tranquilas. Buscareré, sobre todo, sensaciones. Saludos.
PD: Cierto es, no es una carrera fácil, ya que no es totalmente llana y además la temperatura es alta, tal y como decía hoy la prensa.
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