Que duda cabe que la prueba que hoy nos ha concentrado a unos 400 corredores y corredoras en Dúrcal es dura, distando mucho de ser un circuito idóneo para correr, si bien no por la dureza, precisamente. Sí, el circuito posee terrenos de todo tipo pero es dificilmente justificable que se corra por la vía de servicio de la carretera y que al poco surja una rampa más propia que una pista de salto de esquí. Estas circunstancias y otras hacen de este circuito algo raro a la vez que extremadamente duro en algunos tramos como el de la rampa, antes citado.
No obstante, los corredores solemos ser de un material algo especial y nos adaptamos a todo tipo de terreno. La prueba ha sido hoy palpable.
Con alguna leve variación con respecto al del año pasado, sigue sin ser de recibo -y es cada vez mayor el número de corredores que así lo manifiesta en público y en privado- la imprecisión de la distancia, algo incomprensible hoy en día dados los medios sofisticados con los que contamos a precios asequibles (¿ Es tan gravoso que un Ayuntamiento cuente con un GPS adecuado, aunque haya que eliminar algunos viajes y dietas o no contratar al cantante hortera del momento?). Fue Alberto Soria quien me lo confirmo cuando nos disponíamos a recoger una cervezas: "José Antonio, no hay 13 kilómetros ni por asomo", dijo nuestro preciso amigo corredor, "es más, considero que no llegan ni a 12 los kilómetros que hemos recorrido". Y creédme, Alberto sabe lo que se dice y lo ha demostrado en varias ocasiones porque es particularmente meticuloso en estas cosas. De hecho, algo sospechaba cuando consulté mi tiempo: no era posible que hubiera sacado la media que deducía de acuerdo con el tiempo empleado, principalmente hoy que tampoco ha sido una de las carreras que ocupe un lugar destacado en mi particular biblioteca de buenas sensaciones.
Centrándome en la carrera en sí, una vez se confirma que mis problemas con la hora ya parecen casi solucionados, algo que ofrece mucha mayor tranquilidad para llevar a cabo todo esos ritos que solemos iniciar los corredores desde que abrimos la puerta del maletero del coche: cambio de camiseta, de zapatillas, de gafas, aplicación de vaselina, y un largo etcétera. Además, siempre gusta intercambiar algún saludo o información con algunos corredores amigos. El primero al que atisbé fue a Eduardo (un padre que corre), que parece ya mas decidido a iniciar el largo camino hacia el maratón. Al poco vas saludando a compañeros del club y algún que otro conocido (si bien conocidos, al menos a nivel visual somos casi todos, ya que solemos ser siempre los mismos en casi todas las carreras, excepto cuando se programa alguna de más fuste). No caliento porque la temperatura en pocos minutos lo haría por mí; además, era conocedor por el año pasado de cómo insufla el sol en nuestras cabezas en la vía de servicio y cómo se acelera el metabolismo calorífico en la rampa-salto de esquí. Así que busco el chip, que no presenta colas ni esperas agobiantes. Pronto, en poco más de diez minutos, comenzamos a correr.
Suelo salir siempre en la cola porque suelo salir hablando con alguien -casi siempre con Eduardo-, pero es algo que no me importa porque en los primeros metros todo es caótico y el orden va llegando poco a poco, así que, como siempre, intento buscar, en principio, un ritmo cómodo. No he tomado aún una decisión clara, pero "me apetece" sufrir un poco, ahora que la recuperación va llegando; o al menos, intentar "no vegetar" tanto como lo hice en Órgiva. Claro, todo dependerá de cómo me encuentre y de cómo se presenten las sensaciones en la rampa-esquí. Paso junto a Alberto y me dice: ésta es dura. Sí -le digo- la conozco del año pasado. Así que la subida se presenta pronto. La veo llegar, con su primera curva escorada a la izquierda y terrible. Intento refugiarme en la música -que hoy he llevado en esta carrera- de Helloween, si bien no le presto mucha atención, al menos no me escucho "sufrir" y no escucho el sufrimiento de otros subiendo, que es algo que también predetermina a nivel psicológico.
La rampa no es excesivamente larga, pero tampoco es corta. Debe tener alrededor de 400 metros, pero durísimos. El secreto -si es que lo hay- no es otro que bajar el ritmo hasta sentirse lo más cómodamente posible, pero a pesar de todo no experimento las buenas sensaciones que buscaba, por lo que desarrollo cierta ansiedad en acabarla. Por fin, al llegar a la cumbre, el terreno va picando para abajo, algo que es recibido con agrado por varias partes de mi sufriente cuerpo. Paso por el kilómetro seis y observo que no voy demasiado bien, pero debido al cambio de terreno, entro en el kilómetro siete con muy buenas sensaciones. En este kilómetro el cronómetro marca 32 minutos.
A partir del kilómetro ocho el terreno vuelve a picar para arriba en varios tramos, si bien en ocasiones no de forma demasiado perceptible. Así será hasta la llegada a las primeras casas de la localidad, en torno al kilómetro 11. Desde este kilómetro hasta el 13 (entre el 12 y el 13 es evidente que no hay un kilómetro), el paso por la población hace mucho más llevadera la ruta, si bien ya no estoy interesado en acelerar el ritmo, aunque sí guardo fuerzas para esprintar en meta, aprovechando la notoria bajada de la larga avenida que nos conduce a ésta. Finalmente, confusión en cuanto a la relación tiempo distancia, deduciendo ciertamente un ritmo real de entre 4,38 y 4,40 el kilómetro, que vuelvo a dar por bien empleado si consideramos que, a pesar de que he sufrido mucho más que en Órgiva, aún disto mucho de sentir las buenas sensaciones que busco.
Tras refrescarnos con abundante líquido y hablar con varios amigos (Eduardo, Mario, Pilar, Rafael Botello, Antonio, Faucón y un largo etcétera.), establecimos una especie de tertuliar varios corredores del club (Luis, Bernardo, Fernando, Manu, y Alejandro que no corrió por haber sufrido una reciente operación leve, pero que nos acompañó), con Francis Tovar que nos ilustró sobre lesiones, estiramientos, masajes y un largo etcétera. Así fue hasta que fue a recoger su merecido premio de ganador en su -mi- categoría.
A nivel organizativo, la carrera ha funcionado perfectamente, denotando la presencia de muchos voluntarios, protección civil, policía local y guardia civil. En ese aspecto no se le puede reprochar nada, pero -insisto- sí en el circuito.
La bolsa del corredor, muy discreta, principalmente en cuanto a la camiseta, que ya debería de ir siguiendo la estela de otros lugares en cuanto a sus características técnicas.
...Y bueno, nada mejor que tomar una cerveza después de la carrera, leyendo la prensa, informándonos de los pactos y de camino descubriendo la publicación de un artículo propio. Os pongo el enlace por si os apetece leerlo...un artículo muy adecuado para esta mañana pos- pactos electorales. Podéis leerlo pinchando aquí.
No obstante, los corredores solemos ser de un material algo especial y nos adaptamos a todo tipo de terreno. La prueba ha sido hoy palpable.
Con alguna leve variación con respecto al del año pasado, sigue sin ser de recibo -y es cada vez mayor el número de corredores que así lo manifiesta en público y en privado- la imprecisión de la distancia, algo incomprensible hoy en día dados los medios sofisticados con los que contamos a precios asequibles (¿ Es tan gravoso que un Ayuntamiento cuente con un GPS adecuado, aunque haya que eliminar algunos viajes y dietas o no contratar al cantante hortera del momento?). Fue Alberto Soria quien me lo confirmo cuando nos disponíamos a recoger una cervezas: "José Antonio, no hay 13 kilómetros ni por asomo", dijo nuestro preciso amigo corredor, "es más, considero que no llegan ni a 12 los kilómetros que hemos recorrido". Y creédme, Alberto sabe lo que se dice y lo ha demostrado en varias ocasiones porque es particularmente meticuloso en estas cosas. De hecho, algo sospechaba cuando consulté mi tiempo: no era posible que hubiera sacado la media que deducía de acuerdo con el tiempo empleado, principalmente hoy que tampoco ha sido una de las carreras que ocupe un lugar destacado en mi particular biblioteca de buenas sensaciones.
Centrándome en la carrera en sí, una vez se confirma que mis problemas con la hora ya parecen casi solucionados, algo que ofrece mucha mayor tranquilidad para llevar a cabo todo esos ritos que solemos iniciar los corredores desde que abrimos la puerta del maletero del coche: cambio de camiseta, de zapatillas, de gafas, aplicación de vaselina, y un largo etcétera. Además, siempre gusta intercambiar algún saludo o información con algunos corredores amigos. El primero al que atisbé fue a Eduardo (un padre que corre), que parece ya mas decidido a iniciar el largo camino hacia el maratón. Al poco vas saludando a compañeros del club y algún que otro conocido (si bien conocidos, al menos a nivel visual somos casi todos, ya que solemos ser siempre los mismos en casi todas las carreras, excepto cuando se programa alguna de más fuste). No caliento porque la temperatura en pocos minutos lo haría por mí; además, era conocedor por el año pasado de cómo insufla el sol en nuestras cabezas en la vía de servicio y cómo se acelera el metabolismo calorífico en la rampa-salto de esquí. Así que busco el chip, que no presenta colas ni esperas agobiantes. Pronto, en poco más de diez minutos, comenzamos a correr.
Suelo salir siempre en la cola porque suelo salir hablando con alguien -casi siempre con Eduardo-, pero es algo que no me importa porque en los primeros metros todo es caótico y el orden va llegando poco a poco, así que, como siempre, intento buscar, en principio, un ritmo cómodo. No he tomado aún una decisión clara, pero "me apetece" sufrir un poco, ahora que la recuperación va llegando; o al menos, intentar "no vegetar" tanto como lo hice en Órgiva. Claro, todo dependerá de cómo me encuentre y de cómo se presenten las sensaciones en la rampa-esquí. Paso junto a Alberto y me dice: ésta es dura. Sí -le digo- la conozco del año pasado. Así que la subida se presenta pronto. La veo llegar, con su primera curva escorada a la izquierda y terrible. Intento refugiarme en la música -que hoy he llevado en esta carrera- de Helloween, si bien no le presto mucha atención, al menos no me escucho "sufrir" y no escucho el sufrimiento de otros subiendo, que es algo que también predetermina a nivel psicológico.
La rampa no es excesivamente larga, pero tampoco es corta. Debe tener alrededor de 400 metros, pero durísimos. El secreto -si es que lo hay- no es otro que bajar el ritmo hasta sentirse lo más cómodamente posible, pero a pesar de todo no experimento las buenas sensaciones que buscaba, por lo que desarrollo cierta ansiedad en acabarla. Por fin, al llegar a la cumbre, el terreno va picando para abajo, algo que es recibido con agrado por varias partes de mi sufriente cuerpo. Paso por el kilómetro seis y observo que no voy demasiado bien, pero debido al cambio de terreno, entro en el kilómetro siete con muy buenas sensaciones. En este kilómetro el cronómetro marca 32 minutos.
A partir del kilómetro ocho el terreno vuelve a picar para arriba en varios tramos, si bien en ocasiones no de forma demasiado perceptible. Así será hasta la llegada a las primeras casas de la localidad, en torno al kilómetro 11. Desde este kilómetro hasta el 13 (entre el 12 y el 13 es evidente que no hay un kilómetro), el paso por la población hace mucho más llevadera la ruta, si bien ya no estoy interesado en acelerar el ritmo, aunque sí guardo fuerzas para esprintar en meta, aprovechando la notoria bajada de la larga avenida que nos conduce a ésta. Finalmente, confusión en cuanto a la relación tiempo distancia, deduciendo ciertamente un ritmo real de entre 4,38 y 4,40 el kilómetro, que vuelvo a dar por bien empleado si consideramos que, a pesar de que he sufrido mucho más que en Órgiva, aún disto mucho de sentir las buenas sensaciones que busco.
Tras refrescarnos con abundante líquido y hablar con varios amigos (Eduardo, Mario, Pilar, Rafael Botello, Antonio, Faucón y un largo etcétera.), establecimos una especie de tertuliar varios corredores del club (Luis, Bernardo, Fernando, Manu, y Alejandro que no corrió por haber sufrido una reciente operación leve, pero que nos acompañó), con Francis Tovar que nos ilustró sobre lesiones, estiramientos, masajes y un largo etcétera. Así fue hasta que fue a recoger su merecido premio de ganador en su -mi- categoría.
A nivel organizativo, la carrera ha funcionado perfectamente, denotando la presencia de muchos voluntarios, protección civil, policía local y guardia civil. En ese aspecto no se le puede reprochar nada, pero -insisto- sí en el circuito.
La bolsa del corredor, muy discreta, principalmente en cuanto a la camiseta, que ya debería de ir siguiendo la estela de otros lugares en cuanto a sus características técnicas.
...Y bueno, nada mejor que tomar una cerveza después de la carrera, leyendo la prensa, informándonos de los pactos y de camino descubriendo la publicación de un artículo propio. Os pongo el enlace por si os apetece leerlo...un artículo muy adecuado para esta mañana pos- pactos electorales. Podéis leerlo pinchando aquí.
7 comentarios:
He comenzado a correr en serio hace un año más o menos y desde entonces estoy siguiendo este blog casi a diario. Estoy convencido de que mi evolución como corredor se debe en parte a lo que escribes. No imaginaba que se pudiera hacer tan buena prosa del correr. Pero es una lástima que no existan muchos comentarios (a mi por ejemplo, me cuesta escribir), será porque la calidad a veces no se comprende. Enhorabuena, de veras.
MIGUEL ANGEL
he encontrado tu blog buscando en google, y ha salido el primero (por cierto, la direccion antigua)
he empezado hace poco a correr y aunque siempre he hecho bastante deporte, el correr ha sido una de mis pesadillas
usualmente hago artes marciales, sky, natacion, algo de alpinismo y senderismo, bicicleta, etc..
y te tengo una pregunta que espero que puedas contestarme
para correr a una velocidad aprox de 15 a 20 km/h, como he de posar el piel en el suelo, desde el talon a la puntera al iniciar la zancada, o solamente la puntera durante toda la zancada ??
(como ya dije al principio, lo de correr siempre ha sido una pesadilla)
ocurre que en el primer caso, gran parte de las veces golpeo con todo el pie en el asfalto, lo que hace un ruido considerable (ir corriendo y marcando plaf-plaf-plaf no resulta muy adecuado) y en el segundo caso los gemelos llegan a cargarse mucho despues de tan solo unos minutos
he visto algunos de corredores profesionales y me parece ver que estos solo flotan sobre el suelo con las punteras de sus pies, en eso cierto ??
he provado a entrenar en la cinta sin-fin en el gimnasio, y en cuanto subo de una pendiente de mas del 10% no tengo problema en usar "todo" el pie, pero no asi en horizontal
saludo y en espera de alguna idea que me aclare
gracias
Anónimo 1: Gracías por seguir este blog. Me complace que puedas crecer como corredor siguiendo este blog. Mucha gente lee pero lo de comentar es algo muy personal. Saludos.
Anónimo 2: Bienvenido a este increible mundo del correr, después de pasar por tantos deportes. No soy un experto sino un simple aficionado, pero si te puedo decir que correr 15 kilómetros en una hora está al alcance de muy pocos y correr veinte sólo al alcance de la élite. No obstante te animo. Sobre el cómo pisar no sé apenas nada, y cada uno lo hace como naturalmente puede o sabe. Sin embargo, cuando me hice las plantillas el podólogo me comentó que lo correcto es pisar de talón a punta del pie. Y probablemente así lo hacen los profesionales, pero su pericia es tanta que parecen que flotan más que corren. Saludos.
cierto es lo de de las camisetas, una colección para este verano estar en casa o utilizarlas en piscinas o chiringuitos de playa, como la de la carrera nocturna de Atarfe nínguna.
Mario: También está bien la camiseta de la Amistad y la de la Media de Motril..., la de Albolote, pero poco más. ¿ De acuerdo con la rampa-esquí?. En Gójar-Dílar no existirá una rampa esquí, pero, ojo, es una carrera bastante picada. Saludos y buenos trotes por Madrid.
conocía la subida, aunque al reves como bajada y andando (cuando comienza el asfalto, pues la bajada viene de una rambla, una de las veces la hice descalzo), viniendo del pico del Caballo, asi que levante la vista y vi donde llegaba lo cual a pesar de ir acelerao no fue mal, en las bajadas no gano lo que la gran mayoria gana. Da la casualidad que las dos carreras que mencionas no las he hecho, la de la amistad y la media de motril
te contesto aquí: la media de Granada por ejemplo. Ya veremos, es que uno de los problemas que me veo, es que me sobra peso, y no precisamente por tragón, aunque tampoco quiero hacer dieta, pero sí perder algo como sea. Me siento muy pesado y por eso creo que no rindo como debiera.
Ya hablaremos, a ver como va al verano y veremos.
Gracias por tu interés.
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