¿ ALARMA ?

Esta tarde, de acuerdo con lo previsto, he salido a entrenar. En solitario en esta ocasión. No me ha sido posible salir a correr con Antonio y Abel, y he decir que gracias a la llamada de este último me activé, porque en ese momento cuestiones menos prosaicas tenían mi mente atrapada. Pero inmediatamente me enfundé mi atuendo deportivo, calcé las zapatillas y salí disparado en coche hasta el Pantano del Cubillas, si bien no tuve más opción que comenzar el entrenamiento casi a las 19,15, de ahí que no pudiera salir con ellos.
Quería hacer una hora sin que el negro manto me atrapará por esos caminos de Dios. Así que había que acoplar muy bien el itinerario. Finalmente opté por hacer 30 minutos en la ida y 30 minutos en la vuelta (en total, casi 12 kilómetros) , que me posibilitará con exactitud llegar al punto de partida en una hora exacta. Tenía varias opciones: o rodeaba el Pantano, que sobradamente hubiera hecho en menos de una hora por muy bajo que fuera el ritmo; o bien buscaba la opción de Caparacena, que sobradamente daba para más de media hora antes de llegar a Pinos Puente. No llegué hasta mi pueblo porque la media hora me sorprendió justo en la fuente del Portichuelo, a un kilómetro y medio de la localidad que me vio nacer.


En esta tirada he vuelto a la música. Salía en solitario y es una zona que, particularmente, te atrapa psicológicamente dado su roto terreno de subidas y bajadas. Así que opté por el reciente trabajo de Judas Priest, Nostradamus, cuyos metálicos, aunque melódicos, sonidos se acoplaron perfectamente al entorno de pinares (baje por la zona de cuesta de pinares que tanto desboca el corazón tras rodear el pantano. También subí por ahí a la vuelta). Escuchar la plasmación genial de los graves y agudos de Rob Halford me parece delicioso. Definitvamente, Nostradamus me tiene enganchado.
La ida hacia Caparacena me ha sorprendido. Salía de casa con sensación de pesadez, pero me he encontrado liviano y ligero, hasta el punto que el ritmo, sin intentar bajarlo de 5' el mil, era más alegre del que quería y creía poder llevar, a pesar de las diversas dificultades que te encuentras en el recorrido. Además, el tiempo acompañaba sobremanera, sin nada de aire ni excesivo calor.
La vuelta también ha sido ligera, si bien algo menos porque contiene algo más de cuesta. Pero me seguía sorprendiendo apreciar como las zancadas eran seguras y constantes, casi al ritmo de la música.
Sin embargo, justo en la primera rotonda de esa aberración que muchos llaman Campo de Golf, y que no es más que la excusa para construir sin alma, un inoportuno dolor se instaló en el tradicional gemelo derecho. No ha sido una "pedrada", como le ocurrió hace unos días al amigo Manolo, y a mi mismo en diversas ocasiones, pero sí un dolor preocupante. A pocos metros tenía la dificultad última de la cuesta de los pinares y no sabía si detenerme o no. No obstante, el dolor aún no era persistente y su alcance no pasó de la categoría de molestia, pero no desapareció hasta la llegada al punto de partida. ¿ Alarma ? Estoy seguro que sí. Sé que la lesión va a reaparecer varias veces al año. Para algunos corredores su punto débil son las rodillas o los isquiotibiales. Para mí son los gemelos y con esa divisa he de convivir. Ahora mientras escribo tengo aplicada en la zona la bolsa de gel frío y el dolor existe.
El viernes volveré a hacer una salida suave y ya sabré si estoy en condiciones para correr en Guadix. Si existe el más mínimo dolor, lo sensato será no acudir ¡Vaya año!.
A partir de ahora programaré sesiones de masaje y retomaré los estiramientos diarios, a ver cómo va evolucionando mi drama personal.