martes, 6 de marzo de 2007

ALARGANDO LOS CAMINOS


Cuando decides correr tu primer maratón, de forma consciente o de forma no consciente estás inaugurando una nueva faceta en tu vida diaria. De manera que inmediatamente captas ese cambio que no afecta sólo al “tempo” de correr sino también al resto del tiempo. Pero es algo que conviene previamente conocer antes de decidir entrenar para esta dura prueba.
Decía el escritor Javier García Sánchez que mientras corres un maratón podrías cambiar varias veces de religión; podrías comenzar profesando la religión cristiana, pasar a convertiste al mahometanismo al paso por la media maratón, para acabar tus últimos kilómetros convertido en un santón budista.

MI PRIMER ENTRENAMIENTO LARGO


Ahora que he culminado mi primera larga tirada puedo reconocer que me producía cierto miedo escénico estar corriendo durante dos horas seguidas a un ritmo que no estuviera por encima de los cinco minutos el kilómetro; dudaba que mis piernas respondieran; que mi mismidad tuviera la suficiente fuerza psicológica de conversar conmigo mismo, si bien no me preocupaba lo más mínimo el cambio de religión porque de ninguna me siento tributario; que la oxidación de grasas no se produjera antes de la hora y media de trayecto; que los gemelos no se cargarán de lactato hasta el punto de tener que detenerme, probablemente alejado más de quince kilómetros de la ubicación del coche. En fin, todos los ingredientes necesarios que hacen que ese miedo escénico salgan a flote.
Pero había que hacer pronto esa prueba atlética, por lo que tras la fallida programación de la mañana del domingo – reconozco que me cuesta madrugar para correr, quizá porque no tenga esa necesidad -, programé la tarde para culminar esas dos horas, o lo que es lo mismo, realizar entre 26 y 27 kilómetros si lograba trotar en torno a los 4,55 o 5 minutos el kilómetro, un ritmo bastante suave que no me hiciera pagar en los últimos tramos y que sería el adecuado para correr en Madrid. Así que a eso de las dos de la tarde ya había ingerido la suficiente pasta y la suficiente fruta para estar ya en marcha a eso de las cuatro y media; así que me iría para la Vega de Pinos Puente a las cuatro y diez, aproximadamente, aprovechando que a esa hora de una tarde de domingo el tráfico es escaso. Ante tal cantidad de kilómetros y una temperatura de 24 grados no calentaría nada, si acaso algunas oscilaciones de tobillo y algún estiramiento de espaldas, nada más. Por tanto, cumpliendo con todo lo programado, eligiendo las zapatillas Adidas Supernova nuevas – recordad: aquellas a las que le dediqué una Oda -,vestido con pantaloneta Adidas para evitar demasiadas rozaduras en la entrepierna, camiseta técnica de manga larga, primera capa, de New Balance, calcetín técnico Adidas y Buff a modo de cinta en la frente, conecté el IPOD, cargado en esta ocasión con dos grupos muy sugestivos para correr: los asturianos Avalanch y los germanos Hallowen, con su Live en U.K.; por tanto, ya lo tenía todo dispuesto a nivel logístico, ahora sólo faltaba motivación y la suficiente fuerza física y mental para hacer más de 25 kilómetros.
El terreno elegido, ya digo, distintos lugares de la Vega granadina, iniciando el recorrido en Pinos Puente. La dirección propuesta sería: Ánzola, aldea unida a la pedanía de Casanueva, atravesando un amplio espectro de Vega se alcanza Zujaira (cuya muestra se contempla en la fotografía y que Lorca denominó Vega de Zujaira) y corriendo paralelo a la vía del tren – futuro paso del AVE -, se enfila en dirección Valderrubio, también perteneciente al municipio de Pinos Puente, si bien antes de llegar a esta población se conecta con la carretera local que une esta localidad con Fuente Vaqueros. Por tanto, la dirección que hay que tomar es la de la población lorquiana, y atravesando esta población se enfila la carretera que desemboca en la Nacional 432, girando a la altura del cruce de Pedro Ruiz – pedanía de Santa Fé- adentrándome de nuevo en el término municipal de Pinos Puente, dirección Alitaje, para acabar dando un nuevo rodeo por esta parte de frondosa Vega y volviendo a buscar la dirección de Ánzola, esta vez haciendo una recorrido en forma de U, volviendo de nuevo a Pinos Puente.

LAS SENSACIONES

En un trayecto de estas características no es tan factible buscar sensaciones, admitiendo que si éstas llegan se acogen como una especie de “bonus”, pero admitiendo que no puedan mostrar su faz, dado que la mente está más ocupada en intentar adoptar y adaptar un ritmo adecuado a las exigencias físicas; no obstante, en tiradas tan largas todo puede ocurrir.
El comienzo fue bastante tranquilo, intentando mostrar lo que podría ser el resumen de todo el recorrido. El paso a la altura de Zujaira mostraba aún un agradable semblante porque nada ofrecía motivos para decaer, dado que no existía cansancio ni mental ni físico, así como tampoco la orografía del terreno ofrecía resistencia alguna. No obstante, cuando la visión de las últimas casas ya era una realidad, la sensación de lejanía comenzaba a interrogar a la mente, que siempre suele ser bastante sensible hacía esas preguntas. La entrada en el camino asfaltado que une Zujaira con Valderrubio me ofreció las mejores sensaciones, probablemente por haber dejado atrás un camino no demasiado bien cimentado y recibir con agrado la presencia de un terreno más duro pero firme. Además, en ese momento la tarde estaba completamente rebosante de luz.
A la entrada de la carretera de Fuente Vaqueros, es posible marchar sobre un carril bici, que poco a poco se va deteriorando si no se remedia. En ese momento estoy a punto de atravesar a través de un puente-carretera el escaso río Genil. Entonces ya estaremos en la entrada de Fuente Vaqueros, después de correr una larga recta de aproximadamente kilómetro y medio. Sin embargo, ya desde el principio de la recta ya existen casas de la población, justo en el límite del término de Pinos Puente.
Tenía planificado comprar un botellín de agua en uno de los kioscos que asoman al Paseo Federico García Lorca de Fuente Vaqueros, que cada 5 de junio está a rebosar, dado que es cuando se celebra el nacimiento del poeta universal, en 1898. Efectivamente, con la moneda ya en la mano compré un botellín de agua de medio litro. En ese cometido, dado que el kiosco no tiene clientela alguna, no empleo más de un minuto, así que continúo corriendo, apenas sin detenerme. En ese momento lamento que el pueblo de la Vega, que por excelencia obtuvo el atributo de mejor dotado de fuentes, ahora apenas cuente con ningún pilar donde poder refrescarse. Consulto el cronómetro y llevo justo una hora de ruta. Enfiló a continuación la carretera que une a la población con la Nacional 432, dirección Pinos Puente y Córdoba.
A la salida de la población, una vez agotadas las últimas edificaciones compruebo que el calor es apremiante algo que logro superar gracias a la hidratación del agua. A pesar de que no percibo signos de debilidad en piernas, sí es posible advertir algo de cansancio, por lo que mi mente no comprende en ese momento que en la prueba de maratón aún las piernas tengan que aguantar unas dos horas y media más. Seguramente, la ciudad, la presencia de otros corredores, el público y el colorido serán el detonante perfecto para poder asumir la prueba. Cuando el calor es claramente apremiante pronto llego a la altura del camino que vuelve a reintroducirme de nuevo en el término de Pinos Puente, justo a la altura del cruce de Pedro Ruiz. La reentrada en ese camino me comunica de nuevo con el frescor de la Vega, algo que agradezco. No obstante, la botella aún va prendida a mi mano izquierda, con suficiente agua todavía.
El camino es bastante irregular pero las sensaciones en ese momento son magníficas. Pero a esa altura ya no sé exactamente a qué religión pertenezco. Precisamente cuando mejores sensaciones observo y para que nada sea perfecto aparece el temido aíre que en algunos tramos casi me detiene. Este aire en la Vega es bastante elocuente toda vez que no obtiene reprimenda alguna de edificios o circunstancias orográficas. Es algo que conozco, así que decido convivir con él alrededor de unos ocho kilómetros que es a lo que aún dista el punto final de mi recorrido. Lo peor es que este esfuerzo doble, ante la resistencia del aíre, me carga demasiado las piernas, ya de por sí bastante pobladas de lactato. Sin embargo, no denoto un cansancio mayúsculo, si bien la mente sí comienza ya a impacientarse. Por tanto, se trata ahora de centrarse en la materia gris, eso sí sin contradecirle demasiado. Además no sé como reaccionará cuando estando a tan sólo doscientos metros del coche haya que explicarle – con mucha cautela – que hay que volver en dirección a Ánzola y hacer otros cuatro kilómetros. Sin embargo, para mi sorpresa al llegar a la encrucijada de caminos no ofreció apenas resistencia. Esos últimos kilómetros, también muy cargados de aire adverso, para mi sorpresa los hice fluidos y relativamente alegres, si acaso sintiendo mucho más que otras sensaciones malas, unas piernas demasiado cargadas, algo lógico ante el estreno de ese nuevo kilometraje y la presencia del aire. Es algo que también me ocurrió la primera vez que corrí una media maratón.
Por suerte el perro que se hacia mí se abalanzó cuando llegaba no era más que un caniche peludo que en su afán perdió hasta la moña que aderezaba su brilloso pelaje y que ante la imposibilidad de obsequiarme con un sabroso mordisco optó por ofrecer un concierto de desafinado ladrido. Ante la magnitud del peligro ni siquiera opté por decir a sus dueños que lo atasen.
Amigos y amigas, este ha sido mi estreno en la gran distancia preparatoria para el maratón y que ha sido mucho mejor de lo que me temía. Por tanto, la tirada larga del final de semana que hoy comienza podrá hacerse con mayores garantías, o al menos, sin onerosidad ni animadversión alguna, solucionada la duda de cómo habría de funcionar en dos horas de trote, si bien con la incógnita, como comentó Resonao, de conocer que ocurrirá cuando añadamos alrededor de hora y media más.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

prueba

Anónimo dijo...

Larga vida para este blog

Unknown dijo...

Este es el segundo alunbramiento al que asisto (por lo del blog)que sea en hora buena o muy buena.

PD.:Correré la "Media de Baza"

Anónimo dijo...

Estupendo artículo sobre tus primera incursiones mas allá de los 21 km, has entrado ya a moldearte como maratoniano, el entrenamiento de largas distancias es la base principal para acabar los 42,195 km.

José Antonio Flores Vera dijo...

Edu: El domingo, antes que las cuestas nos aniquilen en Loja, te acribillaré a preguntas sobre el funcionamiento técnico de los blospot, dónde sé que eres un expertos.
Probablemente también opte por Baza, dado que su recorrido al ser más exigente, se ajuste mejor a Madrid que la de Málaga.
Paco: Excelentes esas dos horas de carrera. Duras pero muy necesaras, como bien dices, para correr el Maratón. La proxima tirada la haré con más confianza dado que el bautismo de fuego fue de maravilla.

Neke dijo...

Espero que la mudanza (de blog) no te haya resultado frustrante. Si necesitas alguna ayuda técnica, siempre puedo intentar ayudarte.

Estaré en Loja el domingo, salvo desastre, por lo que veo tu también y Edu no estoy muy seguro, en cualquier caso a ver si nos vemos aunque sea para decirnos hola y adiós y si da tiempo me pongas al día del recorrido de la prueba :-).