IMPREVISIBILIDAD

En el correr como en la vida, se producen circunstancias inesperadas. Si es cierto que el universo es un caos indescriptible no menos son las circunstancias azarosas que transcurren a lo largo de un día. No digamos, pues, a lo largo de la existencia.
De manera que si el correr lo tenemos integrado en esa azarosa existencia, no hay motivos para pensar que pueda ser distinto. En el correr te caes y te levantas; das un paso y no puedes dar el siguiente; nada te molesta y de pronto te molesta todo. Todo muy azaroso. Como la vida.

Tras la - para muchos - heroica Media maratón de montaña de La Ragua y tras quedarme sin fuerzas subiendo la dura subida del Torreón de Albolote, decidí detenerme porque creía estar escuchando el cuerpo ("a escuchar el cuerpo aprendes con el tiempo", me comentó una vez Antonio, el quiromasajista al que voy menos de lo que debiera). Y, efectivamente, creí escuchar al cuerpo por primera vez cuando advertí esa falta de energía. Pareciera como si la mente, en última instancia, la última parte del cuerpo que acaba enterándose de lo que pasa en el organismo, recibió el mensaje: hay que parar. Y es que algo se estaba desarrollando desde hacía días en alguna parte del organismo: pudiera ser cansancio acumulado de competiciones y entrenamiento; o pueda ser la intensidad de algunos de los entrenamientos y algunas de las carreras; o incluso la inclusión de cuestas serias por primera vez desde que corro asiduamente. O probablemente una mezcla de todo eso. El caso es que la mente estableció un mandato, pero al parecer ya había órganos que habían emitido la señal. Lo del Torreón fue un aviso. Pero la llamada decisiva se produjo pasado sábado entrenando con Emilio por la ruta Pinos Puente- Fuente Vaqueros - Pinos Puente, a un ritmo tranquilo y con bastante calor. En el último kilómetro un fuerte dolor se instaló en el soleo interior izquierdo. Un dolor que me era familiar y eso me alarmó. No tuve que detenerme, aunque sí me obligó a no forzar la marcha en una pequeña bajada. El dolor era importante. Y lo fue esa noche cuando andaba. Pero no lo fue al día siguiente, probablemente gracias a la aplicación de frío y Traumeel. Desde el sábado no había calzado las zapas. Hasta hoy.
He declinado salir con Mario, Antonio y Javi el jueves de madrugada por el Llano de La Perdiz porque lo que menos me interesa ahora mismo es forzar la marcha ni subir cuestas. Pero esta tarde del miércoles decidí probar a ver. Ha sido un trote muy suave y no más de 30 minutos pero no ha reaparecido el dolor, pero sí algunas molestias. Sinceramente creo que no será importante.
un descanso de 10 días no esperaba la visita del dolor. Pero la Comenzaba esta entrada hablando de lo imprevisible del correr porque tras el parón de casi 10 días, ni bromeando hubiera creído que la reaparición consistiera en dolor. Sabía que estaría con un tono muscular más bajo, pero trasimprevisibilidad hace su trabajo y el dolor apareció, precedido por el bajón y la falta de energía.
Descansaré mañana y el próximo viernes buscaré una salida más larga (entre 10 y 13 km.) que me permitan comprobar qué hay de cierto en esas molestias. Y, por supuesto, me veré obligado a ausentarme de la siguiente prueba del Circuito. En esta ocasión la prueba de la Mancomunidad del Río Dílar, el próximo domingo.