lunes, 24 de diciembre de 2007

VOLVAMOS A LA NAVIDAD DE CAPRA


He de reconocer que aún no le he tomado la medida a la Navidad, pero se supone que nadie se la ha tomado. Siempre deseo por estas fechas realizar un determinado sueño antiguo que reaparece año tras año, pero que jamás identifico. Volver a buscar el contacto humano en la plaza del pueblo tras la Misa del Gallo, reunirme con los amigos para bebernos la noche, que es una pléyade de estrellas tintineantes y frías, abordar a los conocidos en el recogimiento de su hogar y comprometer su hospitalidad en forma de anís y rosco de vino. Son asignaturas nunca aprobadas que probablemente se engarzan en el alma infantil dispuestas a seguir ahí para siempre, como si de una raíz profunda se tratara.

Probablemente esa sea la definición del espíritu navideño, aquél que ya se va destruyendo. Y es que desde que el capital se apoderó de la Navidad el espíritu navideño está en venta, hecho éste que hace tangible lo que era la intangibilidad por excelencia, ya que estaba en el mundo de lo invisible en forma de ilusión. Los iconos navideños cada vez son más efímeros, como efímeros son los bolsillos en estas fechas.

Hemos caminado desde los páramos helados de la nochebuena navideña con aguardiente y zambomba a la Navidad erotizada por el Dios consumo. Ni siquiera ha habido transición. Es como si unos grandes molares hayan destruido lo ancestral entre nosotros; como si acudiendo a nuestros seres cercanos con la pandereta rescatada del trastero, éstos nos miraran con la expresión con que se mira a un loco, cuando un año atrás nos abrazábamos en el jolgorio hedónico bailando al ritmo de la fanfarria recorriendo nuestras calles queridas, buscando las casas de quiénes sabíamos que nos darían anís y un alfajor de vino.

Sin duda, habrá que volver a las cuevas del Sacromonte y ver como celebran los gitanos sus nochebuenas flamencas antes de que lo hagan americanos e ingleses y nos las acaben robando, que lo harán. Habrá que volver a saborear la larga noche misteriosa y volver a asomarse a la plaza del pueblo y participar del guirigay de siempre, porque es muy duro que no exista transición en el terreno abonado del recuerdo.

Es en esa decadencia cuando intentas aferrarte a los símbolos de siempre, empalagosos como los que más, sin duda, pero siempre dispuestos. Y volver a conectar el video y ver de nuevo “Que bello es vivir” de Frank Capra, donde James Stewart nos hace inquietarnos ante ese puente tan nevado y de aguas tan turbulentas, instantes antes de que aparezca su ángel de la guarda, dispuesto a ganarse sus alas. Y volver a leer de nuevo “Cuento de Navidad” de Charles Dickens, donde el ávaro Scrooge se afana en no reconocer su perdición, en una noche febril de sueños y fantasmas. Uno se aferra a todo antes que quedarse en la nada, porque con el transcurso del tiempo es fácil elegir entre lo que fatiga y se repite y lo que se pierde para siempre.

Por tanto, habrá que mirar de nuevo con la mirada cándida, esa que no es necesaria para firmar las hipotecas o enfrentarse al jefe cada día, pero que sin duda, aún permanece donde siempre estuvo.

Reflexionaba de esa forma mientras, solitario, me helaba de frío en un banco de la plaza del pueblo, la misma que un año antes se erigía en protagonista absoluta en esta noche de cantos múltiples y petardos tardíos. Lugar de encuentro para beberme la noche con mis amigos, como todas las nochebuenas de nuestra vida. En cambio ahora, si acaso, a lo lejos, apenas se pueden vislumbrar las imágenes cansadas y encorvadas de algunas ancianas que ya salían de la misa del gallo, con la toquilla apretándose la boca, dirigiéndose a paso raudo y torpe hacia sus casas. Pero, ¿dónde están los demás? ¿Dónde se encuentran los que el año pasado merecieron la regañina de la policía local, ofuscados por los petardos? ¿ Dónde se encuentra el espíritu de esta noche?

Ausente y pensativo me levanté del banco y paseé por unas cuantas calles oscuras y solitarias. El frío era intenso y al pasar por las ventanas de las casas bajas, se escuchaba el rumor rompedor de las televisiones en las que parecían adivinarse programas navideños con muchas serpentinas y alegría por doquier.


Como os comentaba hace unos cuantos post, subiría este sencillo relato que fue publicado por Ideal en su selección de relatos del especial de Nochebuena, sino recuerdo mal, en 2005 y que edita cada año.

Con él, de fuertes matices navideños como comprobaréis, os deseo a todos-as:


FELIZ NAVIDAD EN COMPAÑIA DE LOS VUESTROS






5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si les ha gustado este relato, no dejen de leer el "Corriendo entre copos" que nuestro amigo Corredor ha publicado en el Especial Navidad que se vende hoy con IDEAL.

Ex-traordinario.

Abel dijo...

Comparto con Patón la excelencia de ambos post. En "corriendo entre copos" he sentido la sana envidia de poder correr en esas condiciones, adversas en lo físico, pero fabulosas en lo sentido.
En cuanto a "volvamos a la Navidad de Capra", me da la impresión que cuando queramos recuperar lo ya desaparecido, cosa de la que tengo dudas sea posible, será demasiado tarde, porque los que hemos conocido otra Navidad, no tendremos energía para retomarla o sencillamente nos hayamos rendido a la maquinaria social que nos barre.
Un saludo y que paséis una noche feliz en compañia de vuestros seres más queridos.

Santi Palillo dijo...

Casualmente ayer vi la parte final de la película que comentas, entre eso y la reflexión de hoy me voy con las pilas recargadas.

Será dificil recuperar aquellas navidades pero al menos pudímos vivirlas cuando más falta hace, en la niñez.

Felices fiestas a todos.

Santi Palillo dijo...

En el ideal.es no he podido encontrar el relato, supongo que lo podremos leer aquí tarde o temprano, a ver si José Antonio pone el enlace.

José Antonio Flores Vera dijo...

Gracias Jesús: He leído tu original relato -de hecho lo ví casi antes que el mio propio-, así que mañana cuando lo subas a tu blog comentamos algo de él. Enhorabuena.

Abel, como te comentaba con Ideal en la mano, está basado en el post que leíste de igual nombre. A ver qué te parece. ¿ Divertida ruta ,no ?

Santi: No está el relato en Ideal.es, así que he subido el texto original. Saludos y Feliz Navidad desde el (tu) Sur.