SUBIDA AL TORREÓN/ATALAYA ÁRABE DE ALBOLOTE: MERECIÓ LA PENA

ULTIMOS KILÓMETROS DE LA SUBIDA LLEVADA A CABO HOY.


UNO DE LOS CARRILES DE SUBIDA AL TORREÓN (FOTO EXTRAÍDA DE INTERNET)

Para el entrenamiento de hoy llevado a cabo por Mario y por mí, se podrían utilizar adjetivos infinitos. Decir que ha sido intenso, ascendente, durísimo, de una vitalidad intensa, arrogante, atrevido...tantos adjetivos y palabras como se podrían emplear para catalogar la belleza del entorno y de las vistas, tal y como atestiguan las fotografías de abajo.
Había ganas de hacer cuestas. Y en particular, tenía ganas de subir a ese torreón árabe que tantas veces había visto desde mi terraza de día y de noche iluminado y que avistamos desde algunas zonas de Granada, además de presidir el paso por la A-92 a su paso por Albolote. Un torreón defensivo y vigía perfectamente enclavado, construido en el siglo XIII de nuestra era, en la época en la que el dominio musulmán en Andalucía ya estaba más que en entredicho pero que en Granada aún gozaba de cietas garantías, y que sirvió para vigilar una de las entradas a Granada. Estando allí arriba era fácil adivinar el genio arquitectónico árabe: a nuestra derecha, en línea casi recta, la Alhambra; a nuestra izquierda el majestuoso Castillo de Moclín y enfrente, un poco escorada a la izquierda otra pequeña torre vigía por encima de Cogollos Vega, cerca de Sierra Arana. Todo un sistema defensivo que perseguía percibir al enemigo desde tamañas distancias. Impresionante. Como impresionante ha sido nuestra subida.
La semana pasada habíamos subido también Mario, Antonio y yo, hasta un poco más abajo, pero hoy era obligado llegar al torreón, añadiendo un poco más de subida. Sin embargo, también ha cambiado algo la ruta de subida.
Si el otro día rodeábamos por un camino que se acercaba a Caparacena y que iba en franca subida hacía la zona alta, hoy hemos decidido subir en línea recta por unos carriles-torrenteras de trazado casi imposible, introduciéndonos por un angosto carril de bosque mediterráneo en permanente subida, si bien ésta no era excesivamente dura pero sí continúa. Ese carril desemboca de nuevo en el carril más grande que corrimos la semana pasada. Y ya la subida no da tregua, casi hasta llegar al torreón. Antes se llega a una pequeña meseta que ofrece la opción de dirigirse hacia la derecha en dirección a la Ermita de los 3 Juanes, pero si se opta por la izquierda se sube por un camino asfaltado donde los ciclistas se clavan, hasta llegar a unas enormes antenas - no sé si de televisión, radio o telefonía móvil, igual de todo eso-. Una vez allí se baja un poco y se vuelve a subir por una corta pero durísima cuesta ya teniendo a la vista el famoso torreón, que se encuentra - por fín- vallado y en perfecto estado, gracias a su última restauración.
El torreón está en la zona más alta, donde fenece el camino, presidiendo unas magníficas vistas a los pueblos de la Vega (Maracena, Albolote, etc), al Pantano del Cubillas, que adopta una forma geométrica distinta a la acostumbrada y vista a ras de suelo, pero sobre todo a la capital granadina con el monumento nazarí al fondo, todo ello presidido por los macizos de Sierra Nevada (Veleta, Mulhacen y Alcazaba, destacando lógicamente los dos primeros). De manera que cuando estás allí arriba te preguntas el cómo y el por qué estás allí, que además lo estás porque has llegado corriendo, asistido tan sólo por tus piernas y tu corazón y unas buenas dosis de energía mental. Y cuando asimilas todas esas ideas y las mezclas con esa belleza visual y del entorno, casi te ratificas en la idea de que eres corredor. Y te sientes afortunado.

FOTOGRAFÍAS DESDE EL TORREÓN ÁRABE DEBIDAS A MARIO, EXCEPTO LAS DOS ÚLTIMAS EXTRAÍDAS DE PANORAMIO.
EN LA SEGUNDA DE MARIO, SE OBSERVA MOCLÍN. EN LA TERCERA, LA SIERRA DE ARANA. EN LA CUARTA, EL TORREÓN AÚN NO ESTABA VALLADO.