"VAMOS HASTA CON TENSIÓN"

Cuando pocas palabras ya se podían articular debido al alto ritmo emprendido ya en dirección de vuelta a Pinos Puente, un poco antes de encarar la llamada por los lugareños "la cuesta de los muertos", - porque "ahí estaba la casa del miedo", dijo Paco-, Mario soltó esa frase genial que titula este post. Y es que el ritmo de vuelta ha sido progresivo, con un Mario y un Abel inconmensurables y un Javi -incorporado hoy al grupo- y quien esto suscribe "a rebufo", arrastrando nuestro síndrome pos lesión y con las fuerzas escasas por la inactividad y, por qué no decirlo, por los siempre ociosos momentos gastronómicos festivos de la navidad, etapa ésta que hace estragos en todos los corredores.
Habíamos quedado a las 11 y 15 minutos en el lugar acostumbrado: Restaurante La Cruz de Granada, justo a la entrada de Pinos Puente, en la misma carretera nacional que conduce a Córdoba y que en pocos años será sustituída por la nueva autovía -¡ ay de mi Vega! ¡ay del progreso! -. Así que puntuales como ingleses y exactos como un reloj suizo nos encaramos a iniciar el nuevo recorrido del grupo, Abel, Mario, Javi, Paco y quien esto suscribe, partiendo desde la instalaciones del Campo de Fútbol de Pinos Puente, según el recorrido que se puede consultar en el post anterior, si bien amplíado en 3 kilómetros porque el personal se encontraba fuerte y había ganas.
La ruta hacia Caparacena es bonita, muy bonita. Corriendo entre olivos y dejando a nuestra derecha en dirección a Caparacena un bucólico llano que será la antesala de un río Cubillas que morirá kilómetros más adelante en el Genil, ya penetrando en la Vega. A nuestra izquierda, también en dirección a Caparacena, era posible ver con nitidez unos olivos provistos de un sobrepeso en forma de aceitunas y varias personas vareando y recogiendo la aceituna ya a punto de tratarse para iniciar su apasionante camino que posibilitará que podamos saborear ese excelente oro líquido de nuestra tierra. Unas cuantas mujeres que operaban en los olivos, alegres y contentas -el día era excelente- nos decían que a la vuelta tendrían ya preparada la olla de S.Antón, patrón omnipresente de la aldea a la que nos dirigíamos, en los excelentes fastos que se celebrarán en la aldea de Caparacena a mitad de enero. Por tanto, todo indica que el ritmo hasta Caparacena fue tranquilo y sosegado, no bajando en ningún momento de los cinco minutos el kilómetros según nos comentaba Javi al consultar su Polar recién estrenado. La vuelta ya fue otra historia. Una historia que se convertía en un progresivo. Un de menos a más muy activo, comenzando a romper el ritmo Abel, que se encuentra en un gran momento de forma a pesar de sus citas pantagruélicas navideñas. Mario llaneaba tranquilo pero parecía apreciársele una mueca de felicidad cuando se aproximaba la cuesta. Ante la cercanía de ésta le comenté que dosificara, que esa cuesta era traicionera, pero nada, apretó aún más, siguiéndole Abel no sin dificultades y con un Javi y yo mismo a escasos metros, tal vez más pendientes de lo deseable de nuestras respectiva lesiones y constatando que casi tres semanas de parón en estas fechas es algo abominable.
La llegada a la cuesta de los muertos, a un ritmo, tal vez, por debajo de 4' 40'' el kilómetro, se vaticinaba como dura. Ni una palabra en el grupo, respiración alta y un ritmo progresivo. Mario, como era de esperar, se adelanta unos metros, Abel intenta seguirle y Javi y yo bastante tenemos con que nuestras piernas respondan e intentar no despegarnos demasiado de los dos de cabeza.
La llegada a Pinos Puente se hace a través de una cuesta abajo y es ahí donde el Polar de Javi marca un ritmo de 3' 35'' sino escuché mal (si no me rectificas Javi). Y sí, una llegada con muy buenas sensaciones. Paco, todavía agotando los últimos polvorones de la Estepeña decidió volver desde Caparacena, mientras nosotros hacíamos unos cuantos kilómetros más en dirección al Pantano de Cubillas; " me cogeréis por el camino" dijo Paco, pero no fue así, por lo que se barrunta que su ritmo en solitario tampoco debió de ser nada desdeñable.
Trás los estiramientos respectivos en el coqueto campo de fútbol de Pinos Puente, el cambio de ropa y zapatillas, decidimos dirigirnos a "El Chino" "sede social" de la Peña Bodegón de Pinos Puente, donde unas cuantas verdes y unas buenas tapas servirían para comentar el entrenamiento. Javí hubo de irse porque no era conocedor de esa costumbre pos entrenamiento y había quedado. Pera nada mejor que unas cuantas fotografías de la cámara de Paco para ilustrar algunos momentos descritos con estas breves palabras.