XXXII MEDIA MARATÓN "CIUDAD DE BAZA" (13/4/2008)

Dijo el poeta aquello de "Córdoba, lejana y sola", pero yo creo que se refería a Baza. Pero no se trata de una lejanía y una soledad irreversible; la primera cuestión se resuelve fácilmente con un buen coche y con una autovía más que aceptable en comparación con algunas de la tierra del chavismo, pero la segunda es más difícil de solucionar, al menor referida a su Media Maratón que ya lleva un puñado de ediciones. Ésta ha sido la trigésima segunda.
Sin embargo, es un asunto de difícil solución. Hoy los corredores populares -de la élite ya ni hablamos- solemos ser muy selectivos a la hora de competir, de manera que al ritmo que se están organizando pruebas, cada vez es más común seleccionar una prueba en función de otras circunstancias: ciudad, turismo, gastronomía (cuestiones éstas de las que Baza os aseguro dispone, en cantidad y calidad) que, entre otros, podrían ser los adheridos externos. En cuanto a los internos interesa cada vez más la organización, bolsa del corredor, productos tras la prueba entre otros. Y que duda cabe que la buena fama de la prueba, el circuito y la proyección mediática hacen el resto. ¿ Pero que tiene Baza y su Media Maratón de todo esto?. O mejor dicho: ¿ Que motivos son los que provocan que esta Media sea de las menos seguidas de las que conocemos, la que menor participación arroja? Creo que serían temas complejos de analizar, pero algo de eso han debido de pensar sus organizadores para cambiar el circuito o mejorar algo el avituallamiento y la atención en carrera, incluida la proliferación de tráfico.
Y efectivamente, en esos aspectos últimos la Media Maratón de Baza de 2008 ha estado mejor dotada, al menos que las dos ediciones anteriores, que son las que conozco directamente. Se ha diseñado un circuito mucho más atractivo, a pesar de que haya consistido en dos vueltas. Más urbano, menos duro. En cuanto a servicios al corredor, ha mejorado el avituallamiento con la entrada de los trozos de naranja, la presencia de más voluntarios, ofreciendo agua en bicicleta, o el esfuerzo por el control del tráfico, principalmente en el casco urbano. Y ha habido más apoyo popular, sin duda. Por tanto, elementos éstos que podrían contribuir en el futuro a mejorar esta prueba. Esos elementos y evitar que coincida con la Media Maratón de Málaga, como ha ocurrido en otros años.
En total, no creo que se haya superado el número de 300 participantes.




Partíamos con tiempo suficiente tan sólo dos miembros del grupo de Las Verdes: Jesús Lens y quien esto suscribe. Allí ya se encontraba cuando llegamos José Manuel.
Estaba la mañana plácida y vestida de domingo, así que ni un mínimo problema de tráfico ni de aparcamiento en la ciudad del norte de la provincia. Pero no íbamos con la tensión suficiente para hacer una media maratón. Bromeando le comentaba a Jesús en los primeros kilómetros de la prueba, que a punto estuve de proponerle irnos a una buena cafetería y seguir hablando de lo divino y lo humano. " Mejor que no lo hayas propuesto", me contestó mi amigo.
Tal y como comenta Jesus en Pateando el mundo, el comienzo fue tranquilo, flojo, sosegado, cumpliendo el protocolo de esos cinco minutos el mil que habíamos propuesto como deseable, saliendo con la tromba armillera, un club que acude en masa y con muy buenos argumentos e interpretación sobre lo que supone correr para disfrutar. Capitaneaba simbólicamente uno de sus miembros más activo, más ilusionado y con la afición más a flor de piel, el muy excepcional Roberto, un tipazo como comenta Jesús, un corredor que comenzó a correr tarde y que comparte igual pasión por correr y por leer. Me comentaba que había comenzado a leer "El Pedesetal de las Estatuas", la última novela de Antonio Gala, que precisamente me espera en un anaquel a punto ya de abrirse y conocer el mundo correoso y maloliente de las monarquías históricas españolas, de las que fue testigo el valido y secretario de Felipe II, Antonio Pérez. Y con esas ínfulas iba transcurriendo la carrera, ya cercana al kilómetro cinco, el cual, por cierto, se atravesó por debajo de los cinco minutos el kilómetro. Y fue en ese momento en el que incumplí vilmente mi palabra, si bien tengo que decir en mi defensa, honor, propia imagen y supuesto prestigio personal, que el cumplimento de ir a un determinado ritmo, como comentaba Roberto, no es nada fácil. Es más, cumplir esa palabra podría llegar, incluso, a ser perjudicar, dado que existe como una especie de reloj interno que se programa a un determinado ritmo, que podrá no ser todo lo alto que uno quisiera o hubiera atesorado en otras ocasiones, pero que casi nunca será más bajo voluntariamente.
Al final de la pequeña cuesta que nos introduciría en una larga recta, teniendo la carretera a la derecha y franqueados por olivos a la izquierda, doblé la cabeza para atrás y vi algo más lejana la majestuosa figura verde - por su camiseta de hoy- de mi hermano bloguero (que luego también se despegó del grupo), que aún seguía con Roberto y compañía.
Y a partir de ese momento tuve la sensación de ir en tierra de nadie, si bien aumentando espontáneamente el ritmo, hasta bajarlo en torno a unos 15-20 segundos por kilómetros. Pero no sufría. Transitaba con tranquilidad y sosiego y el temido estómago, aún revuelto tras la Media de Málaga, parecía calmado -si bien, es cierto que la noche anterior me abstuve de elaborar la pizza "artesanal" que sí elaboré la noche prevía a la prueba de Málaga-. Como decía, era complicado coger la rueda de grupos de corredores que me precedían. Llegaba a su ubicación, marchaba con ellos unos minutos y espontáneamente adelantaba mis pasos. Así fue durante bastantes kilómetros. Por tanto, la idea general que guarda la mente es que durante gran parte de la media maratón transité sólo, sin referencias apenas, excepto los minutos que corrí con el grupo en el que iba Alberto, con sus siempre precisos cálculos y Santi, corredor de los Trotanoches de Guadix. Tanteé la posibilidad de llegar con ellos a meta pero las piernas estaban aún frescas y continúe el ritmo que llevaba.
Miraba los pasos kilométricos y sospechaba que la cosa iba para acabar en torno a 1,38-1,40, y que si ese iba a ser el tiempo final, estaba corriendo muy por encima de lo previsto. Pero me encontraba bien. Y así fue durante toda la primera vuelta y gran parte de la segunda. Pero para que nada fuera perfecto, apareció el fuerte y frío aire, en torno al kilómetro 16, que ya no dejó de molestar hasta poco antes de llegar a meta, en esos momentos mucho menos intenso por la protección de las viviendas de las calles de Baza.
Y claro, la fuerza doble que hay que imprimir para superar el órdago del viento provoca que haya que emplearse más a fondo, si bien no a aumentar la velocidad, en todo caso, a aminorarla algo. Y fue en esos momentos de intenso viento, sobre los kilómetros 18 y 19 cuando el estómago comenzó a transmitir síntomas muy parecidos a los de la semana anterior en la capital de la costa del sol. Además, percibía ambas piernas muy cansadas, casi desprovistas de fuerza.
Fue a esas alturas cuando una formidable atleta con la que posteriormente intercambié unas palabras, ("¡ Qué bueno eres !", comentó con un acento que me pareció anglosajón, ya que le había rebasado quinientos antes de llegar a meta, a pesar de su fuerte ritmo. " Todo lo contrario, demuestras un gran nivel y gracias a tu ritmo incrementé el mio", le respondí"), me adelantó. Fue en la larga recta que conduce a las primeras casas de Baza. Realmente era muy fuerte y fresco su ritmo, pero se quedó bastante "colgada" por el fuerte viento. Como nos pasó a todos. En esos momentos - ya lo sospechaba- comprendí que estaba falto de rodaje, de entrenamiento. No suelo respirar mal y en este caso la respiración no era todo lo acompasada que lo es en otras ocasiones. Además, a pesar de percibir que no eran trotones los pasos, me costaba alzar las piernas, pero interpreté que esa falta de rodaje es algo que siempre se puede solucionar, metiendo más sesiones y, sobre todo, más calidad.
Faltando quinientos metros ya faltaban fuerzas, pero la reserva de la primera parte de la carrera posibilitaron que el ritmo de entrada no fuera agónico, en unos supuestos 97 metros que distan entre el kilómetro 20 y la meta, que para muchos -como me comentaba al final Francis Rodriguez Tovar- que muchos calculamos al menos en 400, por lo que es muy probable que la prueba pudiera contar con trescientos metros más de los legalmente establecidos, o estuviera parcialmente mal medida.
Al final mi crono se ha detenido en 1 hora 39 minutos y 40 segundos. Menos tiempo del que me planteaba inicialmente, toda vez que han sido dos medias maratones en dos semanas (precisamente, la última lesión se debió en parte al poco descanso entre medias) , falta de entrenamiento, problemas estomacales y faltó aun de rodaje.







Y casi tanto como la carrera duró el tercer tiempo, en este caso, en torno a la caseta de Cruzcampo, saludando a decenas de conocidos: a Manu, Luis, Fernando, Alejandro, Eduardo, y un largo etcétera del Club; departiendo saludos y enhorabuenas con Roberto y miembros del club de Armillla; saludando a otro corredor muy activo, Rafa Bootella y a Antonio Faucón, el buen atleta bastetano que sale de una fascítil plantal, y a Paco Pepe, corredor habitual del circuito y fiel a su recorrido de la Fuente de la Bicha, donde es posible verlo casi a diario, escuchando consejos sabios de Francís Tovar, que nos ha representado dignamente en los Mundiales Master de Lyon (Francia), alegrándome enormemente de ver al final a mi amigo Jose...en fin saludos, saludos, saludos, parte ésta que me parece tan agradable como correr. Por no citar a amigos corredores anónimos que me preguntaban - se agradece- por mi estómago, que tanto sufrimiento me dio en la Media de Málaga.
Cuando ya habían repartido los premios, le comenté a Jesús que en vista que mi red social era amplía y nos quedaba una hora de camino, pensáramos en irnos. Y así, plácidamente, hablando de todo, Jesús y yo llegamos la ciudad nazarí, él con la satisfacción de haber bajado ampliamente los cinco minutos el mil, espina que tenía clavada y yo con la sensación de seguir en la brecha, a pesar de la enorme falta de rodaje que denoto.